La Congregación para la Disciplina de los Sacramentos ha emitido un documento donde nos enseña a darnos adecuadamente el saludo de la paz durante la Misa. El saludo –dice– debe ser sobrio y solamente debemos intercambiarlo con quienes están cercanos a nosotros. La Iglesia pide evitar los excesos. En primer lugar, no deben entonarse cantos durante el intercambio del saludo ya que dichos cantos no son litúrgicos. Además las personas no deben desplazarse de sus lugares para dar el saludo; los sacerdotes no deben bajar a la nave del templo para dar la paz a los fieles, dejando solo a Jesús sacramentado. Dar la paz no es ir a felicitar a los novios, quinceañeras ni dar el pésame a los familiares del difunto en los funerales. Las normas para este rito pretenden conservar el clima de orden y belleza de la celebración, y evitar la confusión entre los fieles.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
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