miércoles, 28 de octubre de 2020

Cuando la pandemia nos toque


Hay luto en la ciudad. La muerte ha visitado a numerosas familias. El rostro sombrío del Hades ronda especialmente en los hospitales donde también médicos y enfermeros, que luchan por salvar vidas, han terminado contagiados y algunos de ellos han perdido la batalla. Para las personas que mueren en casa no hay funeraria que los atienda y los cadáveres se pueden quedar hasta dos días dentro del hogar. Hay miedo a contaminarse, miedo a presentar dificultades para respirar y de que no haya hospital con camas disponibles.

El dolor se multiplica cuando a un contagiado de Covid-19 se lo llevan al sanatorio. Muchos ya no regresan y se marchan sin tiempo para la despedida. A la familia se le avisa del estado del paciente y cuando les dan la noticia de que le será colocado un respirador, las esperanzas se derrumban porque saben que sólo dos de cada diez personas intubadas viven para contarlo. Los enfermos mueren solos, deseando quizá que algún médico o enfermera les brinde alguna palabra de aliento y esperanza. Son también varios los sacerdotes y diáconos infectados con coronavirus, y algunos de ellos están en estado delicado.

En medio de esta situación dramática que vivimos, muchas personas se preguntan por el sentido de la pandemia y, sobre todo, por la aparente ausencia de Dios en ella. Parece que el cielo estuviera cerrado para tantas almas que suplican al Señor que les ayude. Muchos de ellos sienten a Dios ausente porque quizá casi nunca han tenido trato familiar con él a través de la oración. En cambio otros sienten su compañía y su bendición, aún en las circunstancias más desoladoras. Para ellos Dios es muy familiar porque tienen trato asiduo con Él.

El Covid-19 puede conducirnos por diversos caminos. Si se instala en nuestros cuerpos tengamos la certeza de que existe un propósito. Así nos lo enseña san Beda, el Venerable. El primer propósito puede ser aumentar nuestros méritos. Una enfermedad llevada con paciencia y amor a Dios, en la oración, como lo hizo el santo Job y los mártires de todos los tiempos, nos trae méritos para la vida eterna. Pero también el coronavirus nos puede hacer crecer en la humildad. Así san Pablo sintió que Satanás lo castigaba aguijoneando su carne para apaciguar su soberbia (2 Cor 12,7).

Hay personas que estando enfermas de Covid-19 reflexionan sobre su vida. En el confinamiento recapacitan para conocer sus pecados y deciden enmendarse, como sucedió al paralítico de Cafarnaúm. Al mismo tiempo y a semejanza del ciego de nacimiento (Jn 9), el virus puede entrar en una persona para que, más adelante, se manifieste en ella la gloria de Dios. Y por último una persona puede quedar infectada para su propia perdición, como Gestas, el ladrón crucificado junto a Jesús, que en medio de la prueba, maldecía a Dios.

En todo este panorama tan desolador, abramos el corazón a la esperanza sabiendo que la fe nos da la certeza de que Dios jamás nos abandona. Si su presencia nos ha guiado todos los días de la vida, preguntémonos: ¿nos abandonará Dios en el momento más decisivo de nuestra existencia, que es cuando pasamos a la eternidad? Por supuesto que no. Si Él se ha preocupado por nuestra salvación durante nuestro peregrinar por la vida, y nos ha enviado miles o millones de mensajes de amor para que nos arrepintamos y vayamos a su presencia, ¿cómo nos abandonará cuando estamos a punto de traspasar las fronteras hacia la vida eterna? Eso nunca.

Oremos por quienes en la ciudad están infectados de Covid-19. Son muchos, y muchos más de lo que imaginamos. Dios conceda a todos el regalo de la salud, y si esta pandemia nos llega a tocar, que nos encuentre con el alma en vela, como quien ama esperándole y espera amándole.

martes, 27 de octubre de 2020

El hombre católico se extingue


Hoy el hombre católico parece estar en extinción. Fácilmente elige la cultura de la muerte antes que la cultura de la vida. Elige la tibieza y no la grandeza. La Iglesia ha perdido muchos varones. Alrededor del 60 o 70 por ciento de sus feligreses son mujeres, lo que nos hace preguntarnos ¿dónde están los caballeros? La mayoría de ellos no asisten a su iglesia y, en cambio, son moldeados por la cultura secular que los anima al adulterio y a la porno, al alcohol, a la anticoncepción y la vivencia de un amor subjetivo y de poco compromiso. Ello lleva sólo a desastres familiares.

Cuando una feminista lee el texto de San Pablo a los Efesios capítulo 5, piensa seguramente que es cierta la acusación a la Iglesia de ser patriarcal y machista. Frases. como estas: "El marido es cabeza de la mujer" y "Mujeres, sométanse a sus maridos", pueden aterrar a cualquiera que le guste moverse al ritmo del himno feminista. Sin embargo los textos de San Pablo son todo lo contrario a promover machos dictadores, egoístas e irresponsables.

La Palabra de Dios es muy exigente con el varón porque le recuerda que sea él cabeza de la mujer como Cristo es cabeza de la Iglesia. Es decir, pide a los maridos que amen a sus esposas como Cristo amó a su Iglesia. Les pide que lo hagan con amor de sacrificio. Ningún texto bíblico es tan exigente para los varones como este. Ser cabeza de una mujer y unos hijos significa ser fuente de luz y guía, ser hombre de virtudes, ser principio de unidad y ser líder digno de ser seguido.

Felicidades a tantos varones comprometidos fuertemente con sus esposas y sus hijos, con sus parroquias y apostolados. Son ellos ejemplo de madurez y reciedumbre. Son ellos orgullo de nuestra Iglesia. Oremos para que más hombres conozcan a Dios y se dejen moldear por el Evangelio.

lunes, 26 de octubre de 2020

El papa ¿ha creado confusión?


Entrevista del periódico Presencia al padre Eduardo Hayen Cuarón sobre la controversia suscitada por la opinión del papa Francisco sobre las uniones civiles de personas homosexuales.

¿Es correcto decir que el Papa Francisco respaldó el matrimonio civil entre personas del mismo sexo?


No es correcto. El papa Francisco hace una diferencia entre uniones civiles y matrimonio civil. Son dos conceptos diferentes. En diversas ocasiones, y ya desde que era arzobispo de Buenos Aires, el futuro papa siempre se opuso a que las uniones de personas homosexuales fueran matrimonio, lo cual provocó un conflicto con Néstor Kirchner, el presidente argentino de aquellos años. En su Magisterio, Francisco ha reiterado en varias ocasiones su oposición al llamado “matrimonio igualitario”. Ejemplo de ello lo encontramos en “Amoris Laetitia” cuando dice: “Los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio, no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”.

El papa tiene claro que llamar “matrimonio” a la unión de dos personas del mismo sexo es obra del Maligno, el cual quiere destruir el plan de Dios y desfigurar la imagen de Dios en el hombre y la mujer; así lo expresó el entonces cardenal Bergoglio en una carta que escribió a los monasterios de carmelitas descalzas de Buenos Aires para pedir que rezaran para que no se aprobara el matrimonio igualitario.


¿Lo que dijo el Papa contradice la doctrina de la Iglesia Católica?

Las frases del papa no contradicen la doctrina de la Iglesia, ni en materia de matrimonio ni en materia de homosexualidad. Sabe que el matrimonio es la unión sacramental del hombre y la mujer para realizar el proyecto de amor y vida que viene de Dios, mientras que las relaciones homosexuales contradicen el plan divino ya que, por sí mismas, no son complementarias y son estériles. El papa tiene muy clara la doctrina católica sobre estos temas. Lo que Francisco hizo fue emitir, en el documental, su opinión personal sobre las llamadas "sociedades de convivencia", que se confunden con las uniones civiles.

En este punto, el papa pareciera diferir sobre la enseñanza de la Iglesia hacia las uniones civiles de personas del mismo sexo. Sus antecesores Benedicto XVI y san Juan Pablo II fueron muy claros con la publicación del documento “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales” del año 2003, en el que manifiestan una oposición de la Iglesia a estas uniones civiles. Francisco pareciera discrepar de sus antecesores y es lo que ha creado controversia y confusión. 

¿Cuál es la postura de la Iglesia sobre las uniones civiles entre personas homosexuales? ¿Está en contra?

La postura oficial de la Iglesia es contraria a las uniones civiles de personas homosexuales. El documento citado del año 2003 y firmado por el cardenal Ratzinger afirma que los gobiernos se encuentran muchas veces en una situación de presión ideológica para legalizar estas uniones. La presión del lobby LGBT ha sido enorme sobre los legisladores. La Iglesia enseña que si a las parejas homosexuales se les concede un estatus legal, queda afectada la moralidad pública ya que se incentivan las prácticas homosexuales y se difunde el estilo de vida homosexual, oscureciendo así la verdad sobre el matrimonio y la familia, lo que es contrario al bien común.

Además, si a las uniones civiles se les otorga el derecho de adopción, los niños quedan privados de la experiencia simulténea de la maternidad y la paternidad y son introducidos en ambientes no favorables para su desarrollo humano. Quienes son favorables a las uniones civiles afirman que éstas favorecerían algunos derechos que, como ciudadanos, tendrían. La Iglesia, por el contrario, enseña que cada ciudadano puede recurrir al derecho común para obtener la tutela de situaciones jurídicas de interés recíproco, y que es una grave injusticia sacrificar el bien común y el derecho a la familia con el fin de obtener bienes que deben ser garantizados por caminos que no dañen el bien de toda la sociedad.


¿Cómo se diferencia el matrimonio de las uniones civiles y las sociedades de convivencia? (Relativo a los derechos).

El matrimonio no es una unión cualquiera entre seres humanos. Es una institución creada por Dios, con sus fines propios. En todas las culturas es reconocido como la base de toda la sociedad para perpetuar la especie humana pero, además, para crear una comunidad de amor entre personas de sexo opuesto, abierta a la procreación y a la educación de los hijos. Estos datos de la naturaleza son corroborados por la Revelación divina, la cual enseña que el hombre y la mujer, abiertos a la fecundidad, son imagen de Dios que es comunión de personas y profusión de amor y vida. Además Jesucristo ha elevado el matrimonio a sacramento como una expresión de su amor por la Iglesia, su esposa. De la unión matrimonial del hombre y la mujer se desprenden toda una serie de deberes y derechos que atañen a la vida común, y que el Estado debe tutelar.

Por otra parte las uniones civiles no tienen comparación con el matrimonio. La Iglesia enseña que el matrimonio es santo mientras que las relaciones homosexuales en una unión civil son contrarias a la naturaleza humana. No proceden de una complementariedad verdadera y están cerradas a la vida. La Iglesia afirma que estas uniones son inmorales y que el Estado, al aprobarlas, expone a las nuevas generaciones a una concepción errónea de la sexualidad y del matrimonio, además de contribuir a la difusión del fenómeno. La Iglesia, por lo tanto, opta por la tolerancia del mal de la homosexualidad y no por su difusión.

Otra cosa son las sociedades de convivencia, que son diversas a las uniones civiles. Las sociedades de convivencia son agrupaciones de personas que viven juntas y que pueden ser o no ser homosexuales. Una tía y su sobrino, una madrina y su ahijada o amigos que comparten la vida juntos y que no necesariamente tienen relaciones sexuales, y que por los lazos de afecto quieren heredar la pensión o ciertos beneficios de uno hacia el otro. Este tipo de sociedades son las que el papa apoya, y no las uniones civiles, las cuales sí se confunden con el matrimonio.

¿Qué consecuencias puede traer la postura del papa Francisco sobre las uniones civiles?

Es importante diferenciar entre una opinión del papa que aparece en frases cortas en un documental de cine –la cual puede estar manipulada o sacada de contexto– y una postura oficial expresada en un documento pontificio. Lo dicho por el papa Francisco es una opinión, carente de valor magisterial, pero sus efectos pueden ser importantes, por tratarse de un papa. Primero, la manipulación de sus palabras por cierta prensa y por los traductores ha creado confusión en muchos católicos que se muestran divididos en torno al tema. Parecería que su opinión contrastara con la enseñanza que han transmitido sus antecesores san Juan Pablo II y Benedicto XVI, que es la postura oficial de la Iglesia respecto a las uniones civiles. Los católicos estamos llamados a asumir esta postura oficial de la Iglesia sobre el tema. Sin embargo queda como tema opinable la cuestión de las sociedades de convivencia. Por eso es importante que esto sea aclarado por la Santa Sede en un futuro inmediato. Mientras tanto no queramos –como muchos pretenden– linchar al papa sino, más bien, no dejemos de orar por él.

miércoles, 21 de octubre de 2020

El papa y las uniones civiles homosexuales


El miércoles 21 de octubre salió a la luz pública, en el Festival de Cine de Roma, un documental del cineasta ruso Evgeny Afineevsky sobre la vida y el ministerio del papa Francisco. El pontífice, al ser entrevistado sobre algunas cuestiones sociales, declaró lo siguiente: “Las personas homosexuales tienen derecho a estar en la familia. Son hijos de Dios, tienen derecho a una familia. No se puede echar de la familia a nadie, ni hacer la vida imposible por eso”. “Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil. Tienen derecho a estar cubiertos legalmente”. Era de esperarse que sus palabras levantaran polvareda mundial y una gran difusión en la prensa progresista, lo que puede, indudablemente, crear confusión en muchos católicos.

La primera parte de su declaración es realmente pastoral. Varias veces he escuchado el testimonio de personas con tendencia homosexual que fueron discriminados y maltratados por su familia; he visto llorar a hijos que fueron echados de sus casas o que sufrieron todo tipo de vejaciones por parte de sus hermanos por el hecho de su inclinación sexual. Son vidas con un sufrimiento muy profundo. Incluso en esos ambientes de vida LGBT se escucha decir a ellos mismos que están condenados, que así nacieron y que sus vidas están irremediablemente perdidas. Algo que es absolutamente falso y que la Iglesia no enseña.

Las palabras de Francisco son de gran aliento para ellos porque les dice una gran verdad: "son hijos de Dios, tienen derecho a una familia". Es lo que el mismo Catecismo de la Iglesia dice: "Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta" (n. 2358). Estas palabras del Catecismo me recuerdan a muchas madres y padres de familia que, con gran amor y comprensión, acogen a sus hijos más allá de sus instintos sexuales y no dejan de quererlos, por el hecho de que son sus hijos. Se trata de padres de familia que aceptan a sus hijos reconociendo su dignidad de personas, pero que les ayudan a evitar los actos homosexuales y los acompañan en un camino de recuperación.

Es más delicada la segunda parte de la declaración del papa sobre hacer una ley de convivencia civil para personas homosexuales. Desde que era cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio se había manifestado a favor del reconocimiento legal de las uniones civiles para parejas del mismo sexo. Pero se oponía radicalmente a cualquier intento de redefinir el matrimonio. Veía ese reconocimiento como un contrato cívico y legal que no afectaba al matrimonio y, en cambio, garantizaba ciertos privilegios, pero no el derecho a la adopción de niños. De hecho escribió una carta de enérgica protesta a Mauricio Macri, entonces alcalde de Buenos Aires, cuando este no rechazó el intento de un juez de autorizar el "matrimonio" de una pareja homosexual.

Nos queda claro que el papa Francisco es un defensor del matrimonio y de la familia basada en la relación de hombre y mujer, así como un defensor del derecho de los niños a tener padre y madre. Sus declaraciones en este documental no cambian la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad ni son contrarias a la santidad del matrimonio.

¿Entonces por qué Francisco está a favor de que las parejas del mismo sexo obtengan un contrato de derechos y deberes que no es el matrimonio? En 2010, ante el pleno del episcopado argentino, el cardenal Bergoglio instó a todos los obispos a adoptar el concepto de uniones civiles, siempre y cuando el matrimonio quedara intacto. Les advirtió que si optaban simplemente por oponerse a la ley, sin ofrecer alternativas que plantearan derechos civiles para personas homosexuales, caerían en el juego del presidente Kirchner quien, en efecto, tenía como estrategia polarizar al país en torno al tema. Con una sociedad polarizada era más probable la aprobación del matrimonio homosexual. Y fue justamente lo que ocurrió.

Una unión civil de personas no es exclusiva para homosexuales, ni se asemeja a un matrimonio. Es un tipo de sociedad en donde dos o más personas que viven juntas comparten beneficios como la herencia, seguro médico o el derecho a la pensión. Estas personas bien pueden ser una tía con su sobrino, o dos hermanas, o dos amigos, o el abuelo y el nieto. Y si algo llegara a ocurrir durante las noches en las vidas de estas personas, si ellas se quisieran tratar como pareja, eso ya sería un asunto privado perteneciente al ámbito de sus conciencias. Son en estas sociedades civiles a las que se refiere el papa y donde podrían caber las parejas homosexuales.

La última razón por la que el Santo Padre ha hecho esas declaraciones, a mi juicio, es porque uno de sus ideales es contribuir para formar un mundo donde todos se sientan integrados, lo que no significa que el cristiano acepte como bueno todo lo que el mundo le ofrece, ni que todas las religiones tengan el mismo valor. El relativismo moral y religioso no entra en la óptica de Francisco. En cambio la integración de las periferias existenciales en una cultura del encuentro y de la escucha es fundamental para la paz. 

martes, 20 de octubre de 2020

Lista de acosadores sexuales, ¿a quién culpar?


Hace unos días circulaba por las redes sociales un listado de cientos de varones en mi ciudad acusados por mujeres que, de manera anónima, ventilaron al público sus conductas sexuales inapropiadas. Ellas señalaron a los hombres acusadores con detalles de sus comportamientos, pero las mujeres ofendidas nunca dieron la cara. Habrá injusticias cometidas, quizá, por parte de algunos varones hacia las mujeres, pero el hecho de ventilar estas acusaciones en redes sociales abre la puerta para que cualquier mujer con sed de venganza pueda dañar severamente la vida de un hombre. Por eso la lista no es digna de crédito.

Lo ocurrido nos hace preguntarnos ¿por qué se hieren los jóvenes entre ellos? ¿Por qué atraviesan tantas veces por estas experiencias dolorosas y tristes? Existen heridas muy graves en el mundo juvenil. Muchos de ellos están lastimados penosamente por situaciones familiares complejas que los dejan fuertemente condicionados. A esas heridas, que no son pequeñas, se añade otra que hoy quiero señalar: la herida de una sexualidad distorsionada. Hoy los jóvenes están viviendo situaciones inauditas en su sexualidad que los incapacitan para tener relaciones de noviazgo saludables, y con el sexo opuesto.

Según datos de Family Safe Media, los adolescentes entre 12 y 17 años son hoy la población que más consume pornografía. La edad promedio en que un chico ve porno por primera vez es a los 11 años. Según Covenant Eyes, el 64 por ciento de los universitarios se conectan online para ver contenido sexual, al menos una vez por semana. Estos datos nos revelan que la maestra de educación sexual en las generaciones de adolescentes y jóvenes es la pornografía.

Los jóvenes tienen acceso a la pornografía de muchas maneras, desde videos musicales y videojuegos, hasta dibujos animados eróticos. Tanta es la saturación que hay en nuestra sociedad con imágenes sexualizadas que muchos jóvenes no se conforman con ver porno, sino que quieren producirla de manera amateur. Se toman fotos y videos de ellos mismos desnudos y de sus parejas, a veces teniendo sexo, y lo publican en internet. Se intercambian imágenes pornográficas entre ellos mismos y utilizan el chat para enviar mensajes eróticos a personas desconocidas. Son conductas de muy alto riesgo que pueden dejarles secuelas por muchos años.

La pornografía como la guía y la maestra de sexualidad para los jóvenes es uno de los principales focos de infección de la violencia hacia las mujeres. ¿Qué mensaje envía la porno a los jóvenes? Es un mensaje distinto para cada sexo. Al varón le está enseñando, entre otras cosas, que la mujer está para darle placer sexual y que es correcto utilizarla para ese fin. Le enseña que la mujer no tiene sentimientos, y que no necesita ser respetada. Le enseña que a las mujeres les gusta el sexo y que lo imploran; que les gusta el sexo violento, incluso la violación. Le enseña que hay que tener mucho sexo y que la felicidad la brinda el tener encuentros sexuales con múltiples parejas y no una relación de compromiso matrimonial.

La mujer, ¿qué aprende de la pornografía? Ella asimila que para ser amada y deseada por los hombres, debe tener el aspecto de una estrella del porno y actuar como tal. Aprende que tener sexo es lo mismo que el amor y la intimidad. Aprende que debe tener mucho sexo, a gustar de formas desviadas de ejercitarlo, y que es correcto que hombres y mujeres se utilicen mutuamente para el sexo. Aprende que debe ser agresiva sexualmente como el varón y que la fidelidad sexual en una relación es prácticamente imposible.

Mientras en la Iglesia no abordemos el aspecto de la sexualidad de los jóvenes como parte integral de su formación cristiana, y en tanto que no pongamos freno al consumo de pornografía como la nueva droga mundial, la violencia contra las mujeres seguirá creciendo y las generaciones de jóvenes quedarán discapacitadas para formar hogares fuertes. Y también, penosamente, seguiremos viendo escándalos como los de las acusadoras anónimas que, a través de las redes sociales, sacan su frustración y su furia contra sus depredadores, que quizá ellas mismas contribuyeron a formar.

martes, 13 de octubre de 2020

Descubrimiento de América


El 12 de octubre es una fecha para conmemorar el encuentro de dos mundos; un día para redescubrir y agradecer nuestra identidad cultural. No todos se alegran por ello. El Descubrimiento de América y temas relacionados –como la Conquista de México–, encuentran rabiosa oposición en grupos que, con resentimiento, ven estos hechos como la gran invasión y masacre que perpetraron los europeos en tierras americanas. Muchos, por el contrario, afirmamos que aquel 12 de octubre de 1492 abrió la historia hacia mejores horizontes con la llegada del Evangelio y la civilización a los territorios del Nuevo Mundo.

La humanidad siempre ha vivido en permanente inquietud. Salir de la propia tierra para explorar nuevos territorios es una constante en la historia de los pueblos. En el siglo XV los portugueses eran los reyes de los mares. El tratado de Alcacovas había puesto fin a la guerra entre Castilla y Portugal con el acuerdo de que Portugal dejaba de reclamar tierras a Castilla y ésta se comprometía a no meterse en la inmensidad del océano. Los portugueses obtuvieron del papa Sixto IV la bula en que ratificaba el acuerdo y a Portugal se le atribuyeron los territorios "al sur de las Canarias", es decir, la mitad de Florida, las Antillas, casi México en su totalidad y el resto de centro y Sudamérica.

Se cree que en 1481 ya los portugueses habían descubierto América. Un gran número de historiadores no creen que Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo, sino que fue el primero el obtener un documento jurídico que le concedió esos territorios. El historiador Christian Duverger afirma que Colón sabía, desde el inicio, hacia dónde navegaba en aquellas tres carabelas: la Pinta, la Niña y la Santa María. Buscaba Haití y lo encontró, pero además sabía cómo regresar al viejo continente. Fue quien trazó la ruta de ida y de regreso, aunque otros ya habían ido.

Después de 36 días de navegación, Colón descubrió las Bahamas. De allí tocó Cuba y después la isla de Haití, a la que llamaron La Española. En 1493 el Descubridor regresó a España donde fue recibido en Barcelona con un solemne Te Deum por la reina Isabel de Castilla. Entonces se trató el problema de la propiedad de aquellas tierras descubiertas. Juan de Portugal las reclamaba según el tratado de Alcacovas, pero la Providencia quiso que el Romano Pontífice en aquellos años fuera un español. Se trataba de Rodrigo Borja, conocido como Alejandro VI, quien fue clave en la historia del continente americano.

La repartición del Nuevo Mundo tuvo algunas modificaciones. Al principio Juan de Portugal enfureció por la falta de respeto a los acuerdos de 1481, pero finalmente Alejandro VI terminó por conceder Brasil a Portugal, y el resto de América a España. Con los tratados de Tordesillas de 1494 quedó conformada la geopolítica de América.

Mientras tanto Alejandro VI confirió el título oficial de "Reyes Católicos" a Fernando e Isabel y estableció con ellos un concordato llamado "el patronato", que permitía a los reyes el nombramiento de cargos eclesiásticos a cambio de cristianizar las "Indias occidentales", es decir, América. Convertir a los indígenas fue la otra cara de la moneda de la donación de los territorios, y será una misión de los Reyes Católicos y de sus herederos.

Hoy los progres insisten en que el descubrimiento de América fue un hecho monstruoso, una brutal invasión y saqueo de los pueblos originarios del continente. Sin embargo ¿por qué tanta indignación si la historia del mundo está hecha de invasiones? Los europeos, al llegar a estas tierras, encontraron a su vez a otros usurpadores y opresores, que fueron los incas y los aztecas, quienes levantaron sus imperios a fuerza de sangre y violencia contra otros pueblos. Así ha sido el dinamismo de los acontecimientos humanos. Sin duda se deben señalar los errores y las atrocidades que se han cometido, pero toda civilización es fruto de mezclas que nunca fueron pacíficas, como sucedió con los mismos hebreos, quienes para ocupar la Tierra prometida tuvieron que invadirla.

La bendición de Dios suele llegar por medio de las vicisitudes humanas. Con Cristóbal Colón llegó también la gracia y la Palabra de vida. Así nuestro continente americano pasó de las tinieblas del paganismo a la luz la fe en Jesucristo, con abundantes frutos de civilización y, sobre todo, de vidas santas que hoy, como faro, iluminan al mundo.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Carta a los senadores de Chihuahua


Sen. Cruz Pérez Cuéllar
Sen. Bertha Caraveo Camarena
Sen. Gustavo Madero Muñoz
Senado de la República

Estimado senador:

El motivo de esta carta es para pedirle, de la manera más atenta, que considere y medite bien el voto que usted emitirá próximamente, para aprobar o desaprobar la ley del aborto en México. Estoy seguro de que la mayoría de los mexicanos no queremos que impere la violencia ni la muerte en nuestro país, y el aborto es violencia y muerte del ser humano no nacido, el más indefenso de nuestra raza humana.

Con esta iniciativa, no solamente está en juego la profunda violación del derecho fundamental a la vida de los inocentes, sino también existen otros argumentos de gran peso para no aprobar la propuesta. A continuación cito algunos de ellos, proporcionados por la Dimensión Episcopal de Vida:

Se trata de una iniciativa que presenta riesgos para los menores de edad. La iniciativa busca imponer el establecimiento de acciones radicales tendientes a generalizar el aborto en menores de edad incluso niñas de menos de 13 años, con o sin consentimiento de los padres o tutores. Esta medida no representa de ninguna manera el ejercicio del derecho a la salud de la infancia.

Al promover que niñas y adolescentes menores de edad soliciten solas un aborto, se deja abierta la puerta a la impunidad para el violador, no se garantiza la reparación integral de los derechos de las niñas y adolescentes afectadas y se limita las facultades de investigación y persecución del delito, fomentando la falta de castigo para los abusadores y la recurrencia de estos casos.

Mas aún, puede convertirse en un mecanismo que facilite la trata de personas menores de edad con fines de explotación sexual, toda vez que una menor de edad puede verse obligada a abortar todas las veces que su explotador o tratante se lo solicite.

La iniciativa propone establecer servicios de anticoncepción y abortivos en clínicas escolares, lo que podría representar un mecanismo detonador de la práctica sexual menores de edad, con los riesgos a su salud y desarrollo que esto implica.

La iniciativa propone despojar de facto de la patria potestad a los padres o tutores que rechacen que se practiquen abortos a sus hijas menores de edad, lo que no es congruente con la Convención sobre los Derechos del Niño, de la cual México forma parte.

Se trata de una iniciativa riesgosa, puesto que el aborto sería considerado negativamente como un supuesto “derecho a la salud de niñas, niños y adolescentes” e, incluso, contraria al principio del interés superior del menor recogido en tratados internacionales, en la Constitución y en la propia ley que se pretende reformar.

Pero también la iniciativa está fuera de contexto. La iniciativa parte de una valoración sesgada y claramente ideológica de los derechos de niñas, niños y adolescentes. De su lectura no se advierten fundamentos en datos y evidencia de política pública sobre las prioridades en materia de salud que requieren los más de 40 millones de niñas, niños y adolescentes que existen en México.

La Ley General de Niñas, Niños y Adolescentes es aún joven y dentro de este marco legal se han identificado otras prioridades para mejorar la salud infantil y la cobertura de servicios hospitalarios; abatir el rezago educativo; brindar atención integral a la primera infancia; prevenir la violencia y maltrato infantil, fortalecer a las autoridades que integran el Sistema de Protección, entre otros rubros, que permitirían avanzar de fondo en la protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes en México.

En el momento que atraviesa nuestro país, no se requiere otra iniciativa más que divida, que polarice y que fracture la institución más importante para los mexicanos, que es la familia.

Por estos motivos, estimado senador, le pido encarecidamente que en conciencia y delante de Dios medite los argumentos, pues su voto en contra de la iniciativa podrá detener el ambiente de muerte que hoy envuelve como una sombra a nuestro país. Por el contrario, su apoyo a la familia y a la vida serán luz y esperanza para el pueblo de México, un pueblo que ama la vida y los valores perennes.

Dios lo bendiga, senador. Quedo a sus órdenes en la Dimensión diocesana de pastoral de la vida.

Practicar yoga

Pregunta : La Yoga, ¿Va o no va en contra de la fe Católica? Hay quien dice que si es solo para ejercitarse, no hay problema. Respuesta : P...