lunes, 26 de julio de 2021

En los umbrales del Más allá


Una persona me mostraba su inquietud por saber qué sucede a nivel espiritual con los enfermos de alzheimer –esa enfermedad progresiva que comienza con la pérdida de la memoria y que puede llevar a quienes la padecen hasta la incapacidad de mantener una conversación y responder al ambiente que los rodea.

Duele ver que uno de nuestros seres queridos empieza a perder los rasgos de su personalidad que tanto hemos amado, como son su simpatía, servicio, buen humor, amabilidad, conocimientos, diálogo y muchos otros que la hacen ser una persona única en el mundo. Podemos, incluso, llegar a creer que ya no se trata de la misma persona y que es otro ser diferente; "ya no es él", suelen decir los familiares. Lo viví personalmente con mi padre y mi abuelo quienes, en los últimos meses de sus vidas, aunque no tuvieron alzheimer, se vieron afectados por cierta demencia senil.

Encontrar personas disminuidas seriamente sus facultades físicas y mentales debe inspirarnos, como cristianos, un profundo respeto por la obra de Dios en ellas. Mientras que para el mundo superficial la persona únicamente vale por su productividad o belleza, los cristianos que saben ver más allá de las apariencias, descubren en los enfermos terminales a hijos amadísimos de Dios con quienes el Señor quiere compartir su misma vida divina. Sus vidas son un bien precioso a las cuales el amor del Padre les da sentido y valor.

Dios les concedió el don de la vida que se fue desarrollando desde sus etapas inconscientes, cuando eran embriones y bebés, hasta llegar al punto culminante de madurez de todas sus facultades físicas y mentales. Con los años el cuerpo y el cerebro se fueron desgastando y sus facultades, decreciendo, hasta el punto de volver a necesitar ayuda de otras personas para hacerlo todo. Es como si la Providencia de Dios los preparara para regresar a las fuentes de la vida, de donde un día vinieron al mundo.

La persona humana es un ser físico y espiritual al mismo tiempo. Cuando aparece una enfermedad que afecta al cerebro, la parte espiritual de la persona, es decir, su inteligencia, puede verse afectada para expresarse. Sabemos que el cerebro y la inteligencia no se identifican, no son la misma cosa. El espíritu es superior a la materia y no puede provenir de ella. 

Por ser inmaterial y por ser capaz de producir pensamientos abstractos, la inteligencia o el alma espiritual del hombre es superior a su cerebro, aunque actúa en colaboración con este. Si el cerebro enferma por un proceso natural o por un fuerte golpe, la persona sigue siendo la misma, –el alma espiritual continúa manteniendo vivas las funciones del cuerpo– aunque no pueda desplegar sus facultades mentales.

Maximiliano Tresoldi, joven italiano de 21 años de un pueblo cercano a Milán, sufrió un accidente automovilístico que le causó graves daños cerebrales y lo mantuvo en estado de coma, haciéndolo vivir una vida solamente vegetativa, durante diez años. Hasta que el 28 de diciembre del 2000 se despertó para ponerse a rezar y abrazar a su mamá. Durante esos años el muchacho estuvo siempre ahí, en esas profundidades insondables del yo, sin que su cerebro le permitiera expresarse e interactuar a nivel consciente. Hasta que un día el chico volvió a la conciencia. Dios es el único que sostiene la vida humana, la da y la quita, según sus designios tan llenos de misterio.

Llegará el día, quizás, en que a nosotros nos lleven a donde no queramos, nos extiendan los brazos y nos vistan, según las palabras de Jesús a Pedro (Jn 21,18). El tiempo habrá hecho su desgaste y entraremos a formar parte de ese grupo de ciegos, cojos, leprosos, sordos o tullidos que necesitarán silla de ruedas y oxígeno complementario. En esas circunstancias nuestra vida conservará todo su valor, y en esa existencia disminuida también habremos de alegrarnos porque para esas personas vino el Mesías. 

Dios se interesa por los tullidos de cuerpo y de mente, custodia celosamente sus vidas y a ellos –pobres de Dios– les anuncia la Buena Nueva. Mantengamos la fe firme en Jesucristo y cuando veamos nuestras vidas parecer abandonadas en la oscuridad de la noche, sepamos que Él vela amorosamente junto a nosotros. Así esperaremos expectantes el día que se anuncia y que no tendrá fin.

miércoles, 21 de julio de 2021

Traditiones custodes, con el papa


Los que nacimos en los años 60 y posteriores no recordamos haber acudido a misas en latín –llamadas también misas tradicionalistas– celebradas con el antiguo rito. La misa que actualmente celebramos en nuestro propio idioma es con el rito ordinario que aprobó Pablo VI en 1962. Sin embargo existe en la Iglesia un pequeño grupo de católicos que añoraron la misa en latín con el antiguo ritual de san Pío V y que fue aprobado por san Juan XXIII. Son los llamados católicos tradicionalistas. Por su desobediencia a los papas anteriores y su rechazo al Concilio Vaticano II, algunos de ellos fueron excomulgados mientras que otros devotos del antiguo rito se reconciliaron con la Iglesia y pudieron celebrar la Misa con el permiso de san Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Esta semana el papa Francisco publicó un decreto llamado Traditiones Custodes (Custodios de la Tradición) que pone un enorme candado a la celebración de la Eucaristía según el rito antiguo en latín, llamado también "extraordinario". Quienes así han celebrado la Santa Misa, a partir del nuevo decreto –entre otros requisitos– tendrán que solicitar el permiso de su obispo para seguir haciéndolo, y éste deberá solicitarlo a Roma. Traditiones Custodes anula el decreto Summorum Pontificum de Benedicto XVI, en el que permitía que cualquier sacerdote celebrara la Misa con ese rito.

Contrario a su antecesor, el papa Francisco ha decretado que la única expresión de la oración de la Iglesia (lex orandi) es la forma ordinaria del rito, es decir, el que utilizamos la mayoría de los católicos de rito latino, en lengua vernácula y de cara al pueblo. De esta manera Francisco prácticamente casi suprime la llamada "Misa tradicional" o "Misa tridentina", suscitado preocupación y angustia entre aquellos que, durante muchos años, han nutrido con ella su vida espiritual. Hay que señalar que, en el conjunto de la Iglesia, las personas afectadas con el decreto son menos del 1 por ciento.

El papa tomó la decisión de restringir la Misa tridentina por una razón. Por medio de la Congregación para la Doctrina de la Fe se aplicó una encuesta entre los obispos para comprobar si la celebración de esta Misa, permitida por los papas anteriores, estaba logrando su objetivo de fomentar la unidad de la Iglesia. El resultado fue negativo. Francisco comprobó que se han endurecido las posturas que los grupos tradicionalistas tienen contra el Concilio Vaticano II, poniéndose así en riesgo la unidad de la Iglesia. Y como san Pablo, viendo que en la comunidad de Corintio había división cuando decían "Yo soy de Pablo yo soy de Apolo, yo soy de Cefas, yo soy de Cristo", el papa ha reaccionado con energía y ha tomado una drástica decisión para evitar la división eclesial.

Las críticas al papa en grupos tradicionalistas no se ha hecho esperar, y no sabemos lo que ocurrirá en los próximos meses. Por eso urge que oremos por el Santo Padre y por la unidad de la Iglesia. Sabemos que también hay gran disgusto por la aparente pasividad del pontífice ante el ala liberal de la Iglesia representada por católicos alemanes –obispos, sacerdotes, religiosos y laicos– que con desfachatez se han burlado de la doctrina y de la moral católica, han bendecido parejas homosexuales y han profanado la Eucaristía, dándola a personas divorciadas vueltas a casar, e incluso a no católicos. Nadie les corrige aún cuando la confusión que provocan es enorme. No son entonces los tradicionalistas los únicos que ponen en peligro la unidad de la Iglesia.

Nos gustarán o no algunas decisiones de los papas; otras no las entenderemos del todo. Como discípulos del Señor hemos de estar con el papa Francisco y, orando por él, hemos de asumir en santa obediencia sus disposiciones. Sobre la roca de san Pedro Cristo Jesús fundó su Iglesia y con la asistencia del Espíritu Santo nos pastorea por medio de sus sucesores, los papas. Si bien Jesucristo es la piedra angular del edificio de la Iglesia, el papa es el fundamento visible de la unidad de los cristianos. Toda la Iglesia hemos de apoyarnos en Pedro para permanecer firmes en la fe y en amor a Cristo, el Hijo de Dios. El camino de la rebeldía y la desobediencia sólo desgarra la unidad querida por Cristo.

miércoles, 14 de julio de 2021

A la muerte de mi padre


Un padre vale más que cien maestros (George Herbert)

El domingo 11 de julio mi padre, Eduardo Hayen Chávez, entregó el alma a la misericordia de Dios. El Señor le escogió un día bello y significativo para morir. Era el día de san Benito y el cumpleaños de mi madre. Pudiera parecer un evento trágico para una celebración de cumpleaños, pero no lo creo así. Esa fecha quedará en la memoria de la familia como el día en que Dios nos agració con dos regalos: la mamá que nació para el mundo y el padre que nació para la vida eterna. Así que tenemos doble motivo para celebrar.

Mi padre fue una bendición en mi familia. Correspondió generosamente a la primera misión que Dios le encomendó a través del matrimonio. El sacramento lo vivió siempre en el amor por "Coty", mi madre. A veces, con su carácter fuerte y sus impulsos, pero siempre generoso, detallista y cariñoso con ella. Siempre unidos, siempre juntos, siempre apoyándose. "Serán los dos una sola carne", palabras de Jesús que se cumplieron desde la boda de mis padres.

Don Eduardo dedicó mucho tiempo a sus hijos, especialmente cuando éramos pequeños y más lo necesitábamos. Fue un varón entregado a su familia, un hombre que con su trabajo nos dio estudios universitarios a los cuatro hijos; un padre que compartió nuestras luchas, alegrías y tristezas, siempre cercano. Recordaré siempre el día en que le dije que me iba al Seminario; lloró emocionado como un niño y siempre tuve su apoyo en mi vocación sacerdotal.

Con su asistencia a la misa dominical, mi padre supo inculcarme, silenciosamente, la fe y el amor a Dios. No recuerdo que faltara un solo domingo a la Eucaristía. ¡Qué gran lección para nosotros fue descubrir que detrás de nuestro padre terrenal se encuentra el Padre Celestial, el pastor de nuestra familia! Dios lo enseñó a entregarse a su vocación de esposo y padre. Su vida y su felicidad fue aprender con Jesús a decir, sin palabras, a su familia: "Tomen, esto es mi cuerpo". De él aprendí que la vida se realiza y llega a su plenitud en el olvido de uno mismo para entregarla a la vocación a la que Dios nos ha llamado.

Con el paso de los años mi papá fue perdiendo facultades físicas. En la última etapa de su vida, su memoria y su capacidad de expresión también empezaron a deteriorarse. El confinamiento por la pandemia fue, además, un detonante. Era el aviso de Dios que lo empezaba a preparar para el encuentro con Él. Los últimos meses de su vida el Señor nos permitió rodearlo de amor y cariño. Mi madre pudo mimarlo, atenderlo y abrazarlo, como ofreciendo el último homenaje al hombre que compartió con él 58 años de matrimonio. El domingo pasado tuvo una muerte dichosa, con todos los auxilios espirituales de la Iglesia y rodeado del amor de su esposa, hijos, nietos y yerno.

Durante la pandemia estuve llevándole los domingos a Nuestro Señor en la Eucaristía. Lo recibía con gran emoción. Hoy el velo del sacramento ha desaparecido para él porque ha traspasado las fronteras del mundo para introducirse en la eternidad, y ahí encontrar a Aquél que es la Resurrección y la Vida.

Desde nuestro mundo terreno encomendamos a mi padre en nuestras oraciones para que sea arropado por la misericordia divina, en la esperanza de volver a encontrarlo, y juntos contemplar la Verdad y el Amor, en aquella vida que no termina. Querido papá, descansa en la paz de Dios. Tu familia y amigos te queremos entrañablemente.

martes, 6 de julio de 2021

Indígenas ¿eran hombres o no?


Algunos años después de la llegada de los españoles a Mesoamérica en 1519, al otro lado del mar comenzaron las discusiones sobre si los indígenas eran personas humanas o eran una especie de sub-hombres. Esto a nosotros nos puede parecer inverosímil y extraño, pero no fue así para la mentalidad europea de hace cinco siglos. La controversia surgió en la atmósfera de la evangelización que emprendieron los franciscanos, dominicos y agustinos a los naturales de estas tierras y las dificultades que tuvieron para bautizarlos.

Sabemos que san Francisco Javier, patrono de las misiones, bautizaba a los paganos en Oriente antes de haber terminado su instrucción. Lo mismo sucedió en México. Para bautizar a los indios, los misioneros actuaron con cierta precipitación, aunque lo cierto es que nadie era bautizado sin recibir una formación preliminar. A menudo la iniciación a la vida cristiana abarcaba los puntos esenciales de la fe católica. Aprendían que existe un Dios todopoderoso, eterno, creador de todas las cosas; el pecado original; la divinidad de Jesucristo; el paraíso y el infierno; la inmortalidad del alma, los ángeles y los demonios; la Santísima Virgen María. 

En 1924 se dio a conocer el escrito que encontró el padre Pascual Saura en los archivos secretos del Vaticano, con el nombre de "Pláticas", que fueron los primeros sermones que los Doce primeros evangelizadores de México dirigieron a los príncipes y sacerdotes paganos de estas tierras. En ellos explicaban quién era el papa y qué era la Sagrada Escritura; se hablaba la Iglesia Católica como el reino de Dios en la tierra, y cómo el papa había dado potestad a los religiosos para que recibieran en la Iglesia a quienes quisieran entrar en ella y estuvieran dispuestos a desechar el culto a los falsos dioses.

La instrucción para el Bautismo era, para el pueblo, muy rudimentaria. En cambio para los príncipes y sacerdotes indígenas la formación era más completa. Los franciscanos sólo daban el Bautismo a los niños en domingo, después de la misa. Lo mismo hicieron los agustinos, aunque después se establecieron nuevos días y horarios entre semana. Aunque los misioneros tuvieron mucho esmero, algunos indios llegaron a la edad adulta sin bautizarse. Muchos de ellos no se atrevían a decir que no estaban bautizados, y así comulgaban y se confesaban. Luego el remordimiento los hacía confesar su pecado y se les acogía en la Iglesia con alegría.

Fue fray Domingo de Betanzos quien puso una objeción teológica: ¿tienen los indios suficiente capacidad racional para ser sujetos aptos para el Bautismo? Betanzos declaró ante el Consejo de Indias que los naturales eran incapaces de asimilar la doctrina cristiana. Hubo gran polémica y algunos escribieron al papa en defensa de los indios. La controversia en torno a la racionalidad de los indígenas despertó la codicia de algunos colonizadores que tenían ocultos intereses. Si los indios no eran verdaderos hombres, fácilmente se les podía utilizar con fines de explotación. La cuestión se resolvió con la bula Sublimis Deus de Paulo III en la que declaraba que los indios eran hombres racionales, que Cristo había mandado a predicar el Evangelio a todas las naciones, y que nada podía autorizar que se les despojara.

Cuentan los agustinos que los bautismos los hacían en las ocasiones principales del Año litúrgico: Navidad, Pascua, Pentecostés y la fiesta de san Agustín. Eran ceremonias con toda la solemnidad posible. Se convocaba a todos en los pueblos vecinos, las casas y calles se adornaban con hojas y flores. Los neófitos se vestían con sus ropas más limpias, se colocaban en fila, y dos sacerdotes hacían los exorcismos preliminares; luego el óleo de los catecúmenos, y de ahí pasaban a la pila bautismal. Mientras, sonaban la música y repicaban las campanas. Las cifra de los bautizados en México, según Pedro de Gante, era de 14 mil indígenas diariamente; y calculó en cerca de cinco millones de bautismos entre 1524 y 1536. 

Hemos de agradecer a los españoles, particularmente a fray Bartolomé de las Casas, a Francisco de Vitoria y Francisco Suárez, por haber puesto los cimientos de lo que hoy son los derechos universales del hombre. Gracias a la Iglesia Católica se rechazó la teoría de la inferioridad humana, que pronto llevó a España y a Portugal a elaborar una legislación para proteger a los pueblos originarios, de la cual también saldrían beneficiados, un siglo más tarde, los esclavos de África. 

México, la viña y las elecciones

El próximo 2 de junio habrá una gran poda en México. Son las elecciones para elegir al presidente de la república, a los diputados y senador...