martes, 28 de febrero de 2023

La batalla cultural


"La batalla cultural" es el penúltimo libro del argentino Agustín Laje Arrigoni, publicado en 2022 por Harper Collins, en México. Con casi 250 autores citados, Laje nos da mucha luz para entender un mundo en permanente convulsión cultural. Vivimos en una continua batalla por la cultura para recuperar el sentido común, la verdad sobre el hombre y sobre la realidad.

Escritor, politólogo y conferencista, Agustín Laje nació en Argentina y es autor de cinco libros, entre ellos "El libro negro de la nueva izquierda" y, el último: "Generación idiota, una crítica al adolescentrismo". Laje es licenciado en ciencias políticas por la Universidad de Córdoba en Argentina con maestría en filosofía por la Universidad de Navarra, España. Es también presidente de la Fundación Libre. Viendo la desarticulación que existe en las diversas corrientes de la derecha política, Laje ofrece su libro "La batalla cultural, reflexiones críticas para una nueva derecha".

Ideas muy presentes en su libro son las de modernidad y post-modernidad. Se trata de dos épocas de la historia de nuestra cultura occidental. La modernidad desde el siglo XV hasta el XX, y la post-modernidad desde el siglo XX hasta la fecha. Fue en la modernidad cuando ocurrió la Revolución Francesa en el siglo XVIII, donde inició el punto de quiebre y el declive de nuestra cultura.

Si el pensamiento cristiano fue el dominante en épocas anteriores, a partir del siglo XVIII comenzaron a aparecer las ideologías. Estas son un conjunto de ideas abstractas e ilusorias que no tienen correspondencia efectiva con la realidad del hombre y de su historia, y que pretenden forzar a la persona y a los pueblos a tener una nueva manera de existir, apoyada con el poder de la legislación.

En ese siglo apareció también la democracia liberal como sistema político y las consecuentes batallas electorales. Empezaron a surgir hombres de la política que no siempre fueron representantes de los valores del pueblo, sino que intentaron rediseñarlos modificando la opinión pública a través sus intelectuales y periodistas asociados.

Son los políticos quienes iniciaron, desde entonces, las batallas culturales. Estas continúan con más intensidad en esta época post-moderna que nació en el siglo XX y hoy son apoyadas por los movimientos sociales. Nuevos relatos han aparecido en la cultura: la inteligencia artificial, el consumismo, el individualismo, la búsqueda desenfrenada por el placer; la relativización de la verdad, la moral y la belleza, la deconstrucción de la familia, el ataque a la razón. Vivimos hoy fragmentados en colectivos, razas, clases, sexos y orientaciones sexuales. Todo tiene significados culturales y por eso las batallas por la cultura serán decisivas en los juegos por el poder.

Vivimos en la época de la imagen. Las pantallas lo han invadido todo y bastante han disminuido nuestra capacidad de razonar, lo que ha sido bien aprovechado por los políticos que se sirven del mundo de la imagen para posicionarse frente al público para mantener su popularidad. La nueva forma de hacer política, entonces, es psicológica. Para dominar al mundo habrá que lograr que los pueblos vivan en la superficialidad, y las personas sean despojadas de todo razonamiento y de vida interior. Nos vigilan, nos conocen y tienen todo para manipularnos. Les hemos proporcionado nuestros datos personales a las grandes empresas informáticas a través de nuestros perfiles en redes sociales.

Laje advierte el peligro: se ha abierto paso en el mundo un poder global mientras que los contornos de las naciones se difuminan, tanto por las migraciones masivas como por el ataque deliberado contra los sentimientos nacionales. Estos poderes internacionales son los que hoy definen los Derechos Humanos y los imponen a los Estados. ¿Qué democracia hay en estas organizaciones? Aquí sólo hay mucho dinero y grupos de poder elitista.

En un capítulo complejo de su libro, Agustín Laje explica la vigencia del binomio "derecha" e "izquierda" como puntos de referencia en el ámbito político. Una nueva fractura cultural apareció en la segunda mitad del siglo XX y con ella se definió una nueva izquierda política: fue la Revolución Cultural en Francia en mayo de 1968 la que cambió la vieja lucha de clases de la izquierda política por la guerra de sexos. Se cuestionan todas las costumbres y tradiciones de la sociedad, y se proclama la voluntad de hacer realidad una nueva revolución sexual y moral.

Más que una revolución es un progresismo que debe avanzar en el tiempo. Se protesta contra toda jerarquía, tradición y autoridad. Se combate lo sagrado. La sexualidad se vuelve materia política y se exalta la auto percepción hedonista. Todo se vuelve inestable, desde las normas y los gustos, hasta las identidades sexuales y las familias. Es la lucha para que el socialismo triunfe y, en esta lucha, la familia como institución, debe ser demolida. Liberando los instintos sexuales se terminará por desmantelar la familia y la cultura actual.

¿Qué le corresponde hacer a los diversos grupos de derecha política, enemigos de esta nueva izquierda o progresismo demoledor? Primero deberán superar sus divisiones internas y curarse del economicismo y de la tecnocracia, es decir, de creer que la solución a los problemas sociales radican en la economía. Los derechistas balbucean ante el feminismo y los grupos LGBT. Creen que la cultura está compuesta de números y fórmulas. En los debates culturales se quedan callados y terminan por asumir una postura política de centro, pero de esa manera se convierten en tecnócratas globalistas, progresistas.

Otra enfermedad de la derecha política es el religiosismo: creer que la solución a los problemas debe quedar en la oración y no en la participación política. El hombre religioso debe aceptar que hay una conexión entre su religión y la política; de otra manera cava su propia tumba. Por supuesto que se debe respetar el Estado laico y ninguna religión debe convertirse en guía de lo que debe hacerse, sino que los hombres religiosos han de buscar los valores que defienden numerosas religiones, para luchar por ellos en la plaza pública. Pero no sólo las personas religiosas están invitadas a conformar una "nueva derecha" política, sino todos aquellos que quieran resistir al desmantelamiento cultural que lleva a cabo hoy el socialismo; todos aquellos que quieran armonizar las relaciones entre razas, sexos y clases sociales.

Recomiendo ampliamente "La batalla cultural" de Agustín Laje. Es un libro denso, de 486 páginas, no fácil de leer en algunos de sus capítulos y escrito, más bien, para quienes tienen formación académica universitaria. Lo recomiendo especialmente para jóvenes que estén confundidos y cansados del discurso progre destructor que hoy domina la vida cultural, y que quieran despertar para emprender la lucha por una civilización anclada en sus raíces, en su cultura y tradiciones.

miércoles, 22 de febrero de 2023

Sentido de lo sagrado




Cuando era niño iba al colegio de los hermanos maristas. Dentro de nuestra educación católica, los hermanos religiosos nos llevaban, de vez en cuando, a la capilla de su casa. Tengo el recuerdo de aquel lugar como especialmente sagrado. Era un hermoso templo pequeño, un poco oscuro y envuelto en silencio. ¡Shhhh!, nos decían antes de abrir la puerta y entrar. Casi teníamos que entrar de puntitas, para hacer el mínimo ruido. En el fondo del lado izquierdo, la lámpara misteriosa que ardía junto al Sagrario indicaba la presencia de algo grande que ahí estaba guardado. En aquellos años yo no sabía muchas cosas de Dios, pero aquel lugar provocaba en mí un temor reverente.

Extraño aquel sentimiento de devoción. Hoy en nuestros templos católicos se conserva muy poco el sentido de la trascendencia de Dios. Se ha esfumado aquella atmósfera de sacralidad tan necesaria para que los seres humanos nos ubiquemos en nuestra realidad de pobres criaturas delante la majestad del Dios eterno. De aquellos sentimientos de santo temor que inundaron el alma de Isaías, al estar frente al trono de Dios y que lo hicieron exclamar "¡ay de mí que soy un hombre de labios impuros!", queda muy poco. Nuestros templos católicos, antes de que inicien los ritos sacramentales, se parecen tantas veces a un mercado donde la gente conversa entre sí, pero no conversa en silencio con el Señor del templo.

No podemos perder el sentido de la trascendencia de Dios y el temor reverencial a lo sagrado porque terminaremos por perder el respeto a nosotros mismos y a los demás. Cuando carecemos de sensibilidad a la presencia de lo divino entre nosotros, nuestras conversaciones y trato con los demás fácilmente se vuelven groseros, vulgares, burdos, y se comienzan a abrir las grietas de violencia. Mantener vivo el sentido de lo sagrado es necesario para fomentar a una cultura de paz social.

La consecuencia de la pérdida del sentido de la trascendencia de Dios es la pérdida del sentido de la salvación. ¿De qué me quiere salvar Jesús? Muchos no lo entienden y no necesitan que se les salve de nada. Dice el cardenal Sarah: "El hombre ha dejado de sentirse en peligro. Son muchos en la Iglesia los que ya no se atreven a enseñar la realidad de la salvación y de la vida eterna. En las homilías existe un extraño silencio en torno a las postrimerías (muerte, cielo, infierno y purgatorio). Se evita hablar del pecado original: es algo que suena arcaico. El sentido del pecado parece haber desaparecido. El bien y el mal ya no existen... El hombre ya no siente la necesidad de ser salvado".

Observemos a los jóvenes que caen en el consumo y venta de drogas. Saben que se trata de un mundo oscuro en el que fácilmente pueden dejar colgada la vida, pero parece que no les importa. Metámonos al mundo de las redes sociales y encontramos a millones de personas que parecen enojadas con Dios. En la política se hace la guerra contra Dios y la Iglesia para instaurar un globalismo ateo. La extraña ideología de género sigue desacralizando cada vez más al ser humano con conductas más y más desquiciadas. A pesar de la destrucción de la sociedad humana, la gente tampoco cree en el diablo y son pocos los que se preguntan qué ocurrirá después de la muerte. Vivimos como si, en realidad, Dios no existiera. Sólo cuando una tragedia nos sacude, nos quedamos perplejos, desconcertados, y puede surgir la pregunta por Dios.

La Cuaresma es un tiempo que Dios nos regala para despertar, en nosotros, la nostalgia por Él, antes de que sea demasiado tarde. En el silencio de los templos y de la propia habitación interior, busquemos a Aquel que nos busca. Pidámosle que se avive en nuestro interior el santo temor de Dios y que podamos superar la gran crisis de fe que envuelve al mundo. Nos respetaremos más a nosotros mismos y a los demás. Dios nos conceda reconocer que la vida en la tierra es relativa, para que nuestro corazón expanda sus horizontes hacia la ciudad del futuro, porque aquí –dice Carta a los Hebreos– no tenemos ciudad permanente.

martes, 14 de febrero de 2023

Identidad sexual


Hace unos días la primer ministro de Italia, Giorgia Meloni, tomó una decisión elogiable: prohibió a los ciudadanos la opción del tercer género en el documento de identidad nacional. Esto al progresismo le parece terrible porque hoy muchos están persuadidos de que son genéticamente homosexuales, y creen que la homosexualidad es la esencia misma de su ser.

A través del cine, la música, las redes sociales, las noticias, artículos, libros de texto escolares, entrevistas, series de TV y cualquier vehículo cultural, muchos jóvenes están totalmente convencidos de que la identidad homosexual y el comportamiento homosexual es una y la misma cosa. El tema de la homosexualidad da mucho para hablar, pero en este artículo sólo quiero dejar claro que tener atracción hacia el mismo sexo no forma parte de la identidad de la persona.

Desde 1989 existe un plan para homosexualizar a Estados Unidos y al mundo. Marshall Kirk, investigador en neuropsiquiatría, y Hunter Madsen, experto en marketing social, escribieron el libro "After the Ball: how America will conquer its fear and hatred of gays in the 90's". Desde entonces los medios, la industria del entretenimiento, la política, las universidades e instituciones religiosas han insistido en el mito de que se nace homosexual y que no se puede cambiar.

Muchas personas que tiene atracción al mismo sexo creen que así nacieron porque todas las instituciones lo dicen. Sin embargo esto no tiene ninguna evidencia científica. El origen de la homosexualidad no es biológico ni genético. En 2019 la revista Science publicó el estudio más grande que se ha hecho sobre el ADN y determinó que no existe un gen homosexual, sino que la conducta homosexual es causada por factores ambientales y culturales.

Los jóvenes que sienten atracción al mismo sexo creen que su identidad es ser homosexual: "esto es lo que siento y, por lo tanto, es lo que soy. Mi actividad homosexual es una extensión de mi identidad. Así nací y así he de vivir". Esto es falso.

Ellos no han aprendido a diferenciar entre su ser, sus deseos y su comportamiento. Se nace hombre o mujer. Nuestros genes así lo revelan. Esa es nuestra identidad más profunda. Si una persona ha tenido un proceso normal de maduración psicosexual, llegará a alcanzar la heterosexualidad. Pero si la persona sufre heridas emocionales y tiene necesidades de amor no satisfechas, esto puede contribuir a que aparezcan deseos homosexuales. Estos deseos pueden afianzarse en la persona, pero también pueden variar con el tiempo o desaparecer por completo. La atracción al mismo sexo no es igual en todos los casos.

"El término género –decía en 2007 Francisco D'Agostino, presidente de la Asociación de Juristas Católicos de Italia, y miembro de la Pontificia Academia para la Vida– es una categoría que se utiliza desde los años 80 para separar la sexualidad biológica de la sexualidad psicológica, y así definir sexualidades intermedias, que el sujeto se atribuye a sí mismo. Esta separación es ideológica, ambigua y carece de fundamento científico. Se trata, –prosiguió–, de una definición que es anómala y problemática bajo el aspecto jurídico, en razón de su ambigüedad. Significaría reconocer identidades plurales y arbitrarias".

Las consecuencias de promover las identidades intermedias, fuera de las categorías de hombre y mujer, es un desvarío que hoy se vive en Estados Unidos y Canadá, donde se está llegando a casos extremos: niños que se sienten gatos o perros y que se les tiene que tratar como tales dentro del salón de clase. Incluso hay padres de familia que, tras aceptar la nueva identidad de su hijos, solicitan al colegio la instalación de cajas de arena en los sanitarios para que su hijo tenga en dónde hacer sus necesidades. La esquizofrenia se cultiva cuando se abandonan las únicas identidades sexuales que da la naturaleza: hombres o mujeres, y se empieza a caminar en cualquier dirección.

Es absurdo que una persona piense que su identidad es ser gay, lesbiana, bisexual, intersexual o transexual, así como pedófilo, sadomasoquista, voyeurista, zoofílico y una larga lista de etcéteras. Las personas que así se identifican han anestesiado su conciencia o han sido víctimas del adoctrinamiento social. Tantas veces han escuchado el mito del "orgullo de ser lo que eres", que lo dan por hecho, hasta el grado de considerar como enemigos a quienes no aceptan sus identidades.

Todo padre o madre de familia que tenga un hijo con atracción al mismo sexo: acérquese a él o ella. No lo rechace por su atracción. Ámelo como Dios lo ama, con sus virtudes y defectos. Esfuércese por crear un ambiente de amor entre él y su hijo. Es lo que más necesita. No acepte su "identidad" homosexual o transexual –o cualquier otra cosa– porque esta es errónea. Estaría cayendo en la mentira que repite el adoctrinamiento social. Las únicas verdaderas identidades de una persona son masculino y femenino. Un hijo es un hombre o una mujer llamado a la plenitud de su ser.

miércoles, 8 de febrero de 2023

500 años de autodestrucción


No quiero ser catastrofista ni pájaro de mal agüero. Como sacerdote estoy llamado a comunicar la alegría del Evangelio y la esperanza cristiana. Sin embargo los sacerdotes estamos llamados también a leer los signos de los tiempos para descubrir a Dios que nos habla en los acontecimientos, denunciar el pecado y anunciar la salvación.

He leído un inquietante artículo del padre jesuita Robert McTeigue que ha escrito para la revista Crisis llamado "Una breve historia de nuestra aniquilación" (A brief history of our annihilation), en el que describe algunos hechos clave que han conducido a nuestra sociedad por un camino de declive espiritual y moral con efectos estremecedores. Él lo describe como una tendencia de la historia hacia la aniquilación del ser humano.

La fractura inició en 1517 con Martín Lutero y el protestantismo que rechazó a la Iglesia. En el año 1789 comenzó el rechazo a Jesucristo con la Revolución Francesa. En el siglo XIX Charles Darwin y Karl Marx rechazaron a Dios Creador. Podemos observar que estos tres eventos señalan la fractura del hombre con la Santísima Trinidad: se pasó del rechazo al Espíritu Santo como el que unifica a la Iglesia, luego al rechazo de Cristo como Redentor, y finalmente a Dios como Padre y Creador.

Pero es a partir del siglo XX, en los años 60, cuando inicia el quebrantamiento del ser humano y su camino hacia su propia aniquilación. La revolución sexual separó el ejercicio de la sexualidad de la fertilidad y del matrimonio, y así se terminó por negar la naturaleza humana en sus componentes físico, espiritual y social.

Como fruto amargo del culto a la anticoncepción, en la década de 1970 inició el culto al aborto. Si el futuro no se puede suprimir –el bebé concebido–, se debe asesinar. En los primeros años del 2000 empezó a verse el pasado ahora también como enemigo: se revisó la historia de los pueblos para cuestionarlos, derribar sus monumentos, nombres y símbolos. Basta ver uno de los últimos videos de Disney para ver cómo a los niños norteamericanos se les adoctrina en el odio por su país y sus raíces históricas.

Después del 2010 comenzó la aniquilación del individuo. El hombre separado de sus raíces históricas; de su futuro –la gente quiere tener cada vez menos hijos–; y de los demás, se vuelve un ser profundamente insatisfecho. Siente que tiene un cuerpo equivocado –transgenderismo– o que pertenece a una especie con cuerpo y mente equivocada y aboga por el transhumanismo.

En los años 2020, dice el padre McTeigue, el hombre se comienza a convertir en un caníbal profundamente egoísta. Como cada vez más se queda sin realidades para destruir o alterar, inventa la última moda en funerales: el compostaje humano –proceso por el cual los cadáveres humanos se desintegran y se hacen abono para los árboles o plantas– y así las personas se devoran a sí mismas en ensaladas. O bien el hombre destruye su futuro, que son los niños, convirtiéndolos en juguetes sexuales a través de la tendencia actual para legalizar la pedofilia.

"Esta historia de 500 años de nihilismo narcisista –concluye el autor–, que termina finalmente en un canibalismo integral, es una inversión perversa del “Fiat” de la Iglesia (Lucas 1:38) y su “Nunc dimittis” (Lucas 2:29)—es una rechazo total del don y la promesa divinos. Los narradores de esta historia pueden ser humanos, pero su autor es un espíritu, a saber, Satanás".

No quiero ser catastrofista ni zopilote de malos oráculos, dije al inicio. Hay señales en el camino que nos indican que podemos dar vuelta en "U" antes de que sea demasiado tarde. Estoy convencido de que este proceso de autodestrucción será revertido con la gracia de Jesucristo y un auxilio extraordinario de la Virgen María y san José. Sin duda será un retorno muy doloroso y quizá la mayoría lo rechazará. 

Por algo tenemos que empezar: hagamos silencio para poder escuchar la voz de Dios y regresar a Él como hijos hambrientos de salvación. No hay otra vía sino la ley natural, volver a las raíces y recuperar así nuestra dimensión sagrada.

miércoles, 1 de febrero de 2023

Nume Card y la Nueva Era


Los seres humanos solemos ser bastante ingenuos. Alguien nos presenta la última moda para alcanzar un estado de óptimo bienestar, salud, armonía, prosperidad, conciencia y sintonía con la conciencia cósmica universal... y fácilmente le creemos. Somos ingenuos, incautos y tontos cuando caemos en estafas que, con un poco de conocimiento de nuestra fe cristiana, podemos evitar. 

Algunos amigos me han preguntado mi opinión sobre las nuevas tarjetas magnéticas fabricadas en Alemania para lograr ese estado maravilloso de energía y felicidad que prometen. Y claro, como la ciencia se ha vuelto un semidiós que tiene la última palabra para que el mundo crea, la venta de estos productos está muy bien disfrazada de pseudo ciencia para estafar a los incautos.

"Nume Card" se presenta como la tarjeta portátil que ayuda a quitar dolores, inflamación, artritis, vértigo, depresión, falta de sueño reparador, hipertensión, y una bola de problemas de salud. Se vende como una tarjeta electromagnética computarizada que brinda una estabilidad y resistencia corporal instantánea. La tarjeta expande luz, conciencia, calidad de vida y bienestar. La ofrece una doctora a quien el arcángel Rafael y otros ángeles la inspiraron para crear esa nueva herramienta y así llevar luz y sanación.

Otra modalidad de estafas como esta es "Healy", otro dispositivo portátil que se utiliza colgado al cuerpo para armonizar el campo bioenergético a base de frecuencias personalizadas. Con ayuda de un reloj de pulsera y una aplicación de suscripción mensual, este engaño promete ayudar a desaparecer el estrés, la depresión y los trastornos del sueño. Presentado con imágenes de personas haciendo yoga y meditación budista, "Healy" brinda una sensación de unidad y armonía entre el cuerpo, la mente y el espíritu, dando bienestar y vitalidad para vivir la vida en plenitud. Hay paquetes que van desde los 500 a los 4000 dólares.

Los católicos no podemos dejarnos estafar por este tipo de fraudes. Son herejías del mundo esotérico. Una de las características del New Age o Nueva Era es la promesa de que utilizando ciertas técnicas, productos y conocimientos, la persona tendrá la fórmula para lograr su felicidad integral. Es aquí donde entra el engaño del demonio. 

La Revelación cristiana nos enseña que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Jesús nos indica la vida eterna consiste en conocer a Dios Padre y a Él, su Hijo unigénito (Jn 17,3). El camino hacia el Cielo –la felicidad suprema donde no habrá luto, ni llanto, ni muerte, ni dolor–, es la ruta del amor a Dios y del amor al prójimo, ruta que pasa por la Cruz y es a través de la Iglesia. Cualquier vía alterna y facilona que se nos ofrezca –la vieja frase "seréis como dioses"– apesta a azufre.

Alguien que nos diga que a través de un artefacto, pulsera, conocimiento o técnica lograremos la felicidad y el bienestar general, nos está engañando. El coaching, la programación neuro lingüística, la medicina cuántica, el ecologismo, la pulsera biomagnética y otras muchas cosas más, son técnicas terrenas, recalentados de una farsa contraria a la fe cristiana que se llama panteísmo (todo es Dios). No nos dejemos engañar. No nos pongamos en un camino contrario al Evangelio.

México, la viña y las elecciones

El próximo 2 de junio habrá una gran poda en México. Son las elecciones para elegir al presidente de la república, a los diputados y senador...