miércoles, 30 de junio de 2021

La libre personalidad


Arturo Zaldívar, presidente de la Suprema Corte, declaró el 28 de junio pasado como un "día histórico para las libertades". La corte declaró inconstitucional los artículos de la Ley General de Salud que prohíben el consumo de marihuana. Dijo: "Se consolida el derecho al libre desarrollo de la personalidad tratándose del uso lúdico o recreativo de la marihuana". Es un paso más adelante hacia la despenalización de las drogas en México. La pregunta es si el derecho al libre desarrollo de la personalidad conducirá a los mexicanos por el camino de la verdadera libertad o por la ruta hacia nuevas esclavitudes.

El concepto de derecho al libre desarrollo de la personalidad es sumamente ambiguo. El concepto implica el consumo legal de todas las drogas, pero también incluye la libertad para abortar, para considerar legítima cualquier tipo de unión afectiva y sexual, para quitarse la vida incluso. Además pulveriza los derechos de los padres para educar a sus hijos según sus valores y convicciones. Es un concepto que privilegia los deseos individuales y anula los deberes; que mira a la Familia natural y a la Iglesia –custodia de la Verdad y la disciplina– como enemigas de la libertad y del progreso. 

El libre desarrollo de la personalidad choca con la doctrina del pecado original que predica la Iglesia, según la cual el hombre nace con una herida que lo hace tender al placer y al egoísmo. La Iglesia enseña que los seres humanos vivimos en una lucha del bien contra el mal; que tenemos dificultad para descubrir la Verdad y el bien y mantenernos en él; que fácilmente nos dejamos llevar por la mentira y el error. Para sanar esta herida es necesaria la luz de la razón iluminada por la fe, así como una disciplina para refrenar nuestras pasiones desordenadas y encauzarlas hacia las virtudes. La Iglesia nos muestra que la libertad es una conquista que exige superación personal, autodominio, disciplina y esfuerzo.

El libre desarrollo de la personalidad, por el contrario, es pura idolatría de la libertad sin tener referencia a la Verdad ni al bien. Alexander Solzhenitsyn, ex prisionero del gulag soviético, decía que "Cuando Europa conquistó la libertad en torno al siglo XVII, ésta era una noción sagrada. La libertad desembocaba en la virtud y el heroísmo. Y lo han olvidado. Esa libertad que para nosotros sigue siendo una llama que ilumina nuestra noche se ha convertido para ustedes en una realidad mustia y a veces decepcionante porque está llena de oropeles, de abundancia y de vacío. Ya no son capaces de sacrificarse ni de comprometerse apenas por ese fantasma de la antigua libertad".

Nos encaminamos hacia lo que el cardenal Sarah califica como la dictadura de la libertad desenfrenada. Despenalizar la marihuana en México en el nombre del libre desarrollo de la personalidad no es libertad sino libertinaje y, por tanto, es cáscara vacía. Mientras que para los católicos la libertad es una llama que ilumina el camino hacia lo Alto, para la progresía mexicana es un sentimiento ciego que arrastrará al país hacia sus bajas pasiones y sus abismos.

miércoles, 23 de junio de 2021

Catolicismo tóxico en línea


Se ha hecho popular un tipo de predicación en internet que, lejos de ser edificante, se ha vuelto espiritualmente perjudicial. Es el catolicismo tóxico en línea. Las redes sociales han dado a conocer a un gran número de predicadores laicos que cuentan con sus propios blogs, canales de You Tube y cuentas en Facebook, Instragram, Tik Tok y otras redes. 

También hay un buen número de sacerdotes que participamos en el mundo digital tratando de llevar la Palabra de Dios con las enseñanzas de nuestra Madre, la Iglesia. La evangelización es necesaria a través de estos medios. Sin embargo las discusiones, las acaloradas controversias, los dimes y diretes de católicos contra católicos hacen que la experiencia de la fe en internet se vuelva, muchas veces, enfadosa y poco edificante.

Con la pandemia ha crecido el número de mensajes apocalípticos que hablan del fin de los tiempos, de una hipotética masonería infiltrada en la Iglesia, de supuestos videntes que, más que transmitir mensajes esperanzadores, siembran miedo y angustia en las almas. Otros mensajes se levantan amenazantes para quienes se vacunen contra el Covid-19; se habla del modernismo que ha pervertido a la Iglesia desde sus cúpulas y de que el fin del mundo no tardará. Una persona que busque sinceramente a Dios y reciba los mensajes en línea de estos profetas de desventuras, seguramente saldrá huyendo a buscarlo en otra parte.

Hay quienes viven acusando al Concilio Vaticano II de ser el culpable de todos los males de la Iglesia; se quiere regresar a la Misa en latín a toda costa, pues el rito en lengua vernácula les parece una aberración. Yo no tengo nada contra el latín ni me opongo al antiguo rito, pero convertirlo en un absoluto y decir que si no celebramos la Eucaristía de esa manera estamos fuera de la fe católica, es una intransigencia, un puritanismo rigorista, una falsa radicalidad que solamente pertenece a ellos, pero no a Cristo ni a la Iglesia Católica. La actividad en línea de muchos católicos "trads" suele ser tóxica porque atacan despiadadamente a cualquiera que no pase la prueba de los estándares de su pureza.

Se puede no estar de acuerdo en temas que para los católicos son opinables. El debate en la Iglesia es saludable cuando se hace con respeto y, sobre todo, con caridad. La toxicidad comienza cuando los católicos nos atacamos unos a otros discrepando con agresividad hasta llegar a la descalificación y al insulto. Así condenamos a cualquiera que se atreva a no estar de acuerdo con nuestros puntos de vista. Nunca lo haríamos saliendo de la Eucaristía al estar unos frente a otros y, sin embargo, nos atacamos en línea, quizá porque la pantalla nos protege de mirar al otro a la cara. La sensación de anonimato genera toxicidad. Es más fácil lanzar un insulto visceral que elaborar un argumento bien pensado.

Es una grave insensatez alimentar nuestra fe católica de polémicas en internet que no son sino politiquería eclesiástica, así como de visiones de falsos profetas que son pájaros de mal agüero. Internet es una riqueza maravillosa donde encontramos muchos buenos, ricos y profundos comentarios a la Palabra de Dios que pueden ser comida muy nutritiva para nuestra vida cristiana. También existen diversas iniciativas de formación en línea para conocer a Dios y la vida católica. 

Hemos de crecer en obras de caridad y en la formación de las virtudes, porque es tan breve el tiempo que nos queda para ser santos que, si no lo aprovechamos bien, corremos el riesgo de quedarnos en un catolicismo tóxico. Al final de la vida se podría convertir en cáscara vacía, sin frutos para la vida futura.

Postdata: los trolls en las redes son personas provocadoras que se dedican a hacer comentarios polémicos para provocar emociones negativas y así reventar las conversaciones. Sólo quieren atención. Lo mejor es ignorarlos y no caer en su juego.

miércoles, 16 de junio de 2021

Catolicismo progresista


Vivimos en la Iglesia tiempos de gran confusión. Entre los católicos de Estados Unidos se ha creado una división –que ha afectado a los obispos– en torno al catolicismo que vive el presidente Joe Biden, quien es un recalcitrante partidario y promotor del aborto y de la ideología LGBT y que, domingo a domingo, participa devotamente en la Eucaristía acercándose a recibir la Sagrada Comunión. 
Según la moral católica, un bautizado que apoya el aborto comete pecado mortal y no debe acercarse a recibir la Comunión. El escándalo del presidente que comulga los domingos ha sido tan intenso que el tema de la recepción de la Comunión en la Eucaristía será abordado en la próxima reunión del episcopado norteamericano, pese a que hay prelados que se oponen a discutir este asunto.

Por otra parte continúa el catastrófico Sínodo de Alemania, que ha sido tomado –según analistas– por una especie de mafia de laicos, ex sacerdotes y ex religiosas resentidos. Estos han manifestado su abierta rebeldía a la autoridad del papa y al Magisterio, para llevar a la Iglesia de su país por un camino –en realidad un precipicio– diverso al de la doctrina católica en materias de ordenación sacerdotal de mujeres; en asuntos de moral de la sexualidad como la bendición a parejas homosexuales –considerada por muchos como una blasfemia–; y de admisión a la Comunión eucarística a divorciados vueltos a casar y a personas no católicas, lo cual es un acto sacrílego. Esto ha metido a los participantes del sínodo en un callejón en el que no se ve otra salida más que la ruptura con Roma para hacer, ellos, su propia Iglesia progresista y liberal. Imitando el estilo de Lutero, quieren una ruptura con la Iglesia.

Son síntomas alarmantes que nos hacen preguntarnos: ¿Por qué muchos hombres y mujeres que son católicos eligen a su propio gusto las verdades de fe? El cardenal Ratzinger había dicho en una conferencia en 1970 que "lo que antes era inconcebible, es hoy algo normal; personas que desde hace tiempo habían abandonado el credo de la Iglesia se consideraban de buena fe como auténticos cristianos progresistas. Según éstos, el único criterio para juzgar a la Iglesia es su eficiencia". Vivimos tiempos en que la religión se hace a la medida y al gusto personal de cada uno. "Es asunto de cada quien", se ha vuelto el lema de muchos católicos.

En mis años de sacerdocio he conversado con muchos que se confiesan católicos y que no participan en la Eucaristía ni en los sacramentos porque, según ellos, no es necesario. Otros me han dicho que rechazan la doctrina sobre el purgatorio. He conocido a sacerdotes que son pro aborto en ciertos casos, otros que no creen en la existencia de Satanás y de los demonios, ni en el infierno. He conversado con mujeres que reclaman las órdenes sagradas para ellas; otras que piden el aborto –al menos en ciertas ocasiones– y también con personas que practican la anticoncepción o el sexo fuera del matrimonio. Y así se acercan todos a comulgar, aunque realmente no están en comunión plena con la fe de la Iglesia. Vivimos en tiempos –decía el cardenal Ratzinger– en que "se hace cada vez más borroso el rostro de Dios. La muerte de Dios es un proceso totalmente real, que se instala hoy en el mismo corazón de la Iglesia".

El espíritu del mundo, como un río de lodo, amenaza con arrasarlo todo. No debemos permitir que la secularización nos apague la gran llama de la fe que durante dos mil años ha alumbrado el camino del cristiano. El cardenal Robert Sarah dice que "nuestra capacidad de recibir la enseñanza de la Iglesia con el espíritu del discípulo, dócil y humildemente, es la auténtica señal de nuestro espíritu de hijos de la Iglesia". Es preciso que tengamos la humildad para dejar a un lado el carrito del supermercado al que le ponemos sólo las verdades de nuestra fe que nos agradan, y comencemos a asentir a todas las verdades que la Iglesia nos enseña –que son como una gran luz– sabiendo que solamente en el Magisterio del papa y los obispos en comunión con él encontramos la garantía de la unidad de la fe.

En la Iglesia la verdad revelada debe de profundizarse y enriquecerse; es lo que significa progresar en la fe. Lo que debemos evitar es el "progresismo" que trata de modificar la fe. "Es característica del progreso el que una cosa crezca, permaneciendo siempre idéntica a sí misma –dice Sarah– es propio, en cambio, de la modificación, que una cosa se transforme en otra". El progreso es católico; el progresismo es diabólico. En estos tiempos de confusión oremos por nuestra santa Madre la Iglesia, y permanezcamos fieles sus enseñanzas. Estas son una herencia de siglos de contemplación que están a nuestra disposición para santificar nuestra vida.

martes, 8 de junio de 2021

Iglesia y gobernantes electos


El 6 de junio pasado elegimos democráticamente a María Eugenia Campos Galván, candidata del PAN como gobernadora de Chihuahua, y a Cruz Pérez Cuéllar, candidato de Morena, como el próximo presidente municipal de Ciudad Juárez. Ante todo hemos de alegrarnos por la participativa jornada electoral que tuvimos, por los millones de católicos de México que no se contentaron con dar culto a Dios en los templos, sino que expresaron su amor a su país y a su ciudad mediante el voto consciente, libre y responsable.

Nos alegramos también por el INE y el IEE, instituciones que cumplieron con su labor de organizar la elección y velar así por la consolidación de la democracia. Aunque se vieron largas filas de votantes en muchas de las casillas, sin embargo reconocemos y lamentamos que es copioso el número de católicos que aún viven desinteresados en los asuntos políticos. El papa León XIII decía que "no querer tomar parte alguna en la vida pública es tan reprensible como no querer prestar ayuda alguna al bien común" (Immortale Dei, 22).

Además de felicitar a Maru Campos, a Cruz Pérez Cuéllar y a los diputados del Congreso Estatal y Federal, les recordamos a ellos que, gracias al pueblo que los eligió, dentro de poco tiempo tendrán calidad de autoridades. Sabemos que, en el fondo, toda autoridad viene de Dios y por ello está sujeta a las leyes divinas. Si no viniera de Dios, nadie estaría obligado a obedecer a los gobernantes ni a cualquier autoridad. Recordemos siempre que la obediencia a nuestros padres, maestros, jefes y mandatarios tiene un fundamento ético-religioso.

Exhortamos a la gobernadora, al presidente municipal y a los legisladores electos a superar la tentación de gobernar a su arbitrio teniendo como única referencia el pueblo soberano. Dar gusto a la soberanía popular como único criterio de gobierno, fácilmente conduce a la creación de un orden político sin Dios, sin ley moral, sin orden natural, y entonces termina por volverse contra Dios y contra el mismo pueblo, contra la naturaleza y sus leyes. Quienes seremos gobernados por las nuevas autoridades confiamos en que Dios y su Ley gobernará sus almas. Sólo así podremos esperar un gobierno feliz para todos.

Exhortamos también a los gobernantes electos a dejar a un lado los intereses partidistas de cada uno para fomentar, entre ellos, un diálogo maduro y constructivo para el bien de México, de Chihuahua y Ciudad Juárez. Los antagonismos partidistas y las luchas de intereses es siempre decepcionante para el pueblo que espera la colaboración entre sus autoridades para edificar el bien común. Aunque los proyectos políticos estén basados en plataformas ideológicas diversas, cuando existe amor por la comunidad y madurez política, se puede llegar a acuerdos que sean alegría para todos. Confiamos en que Maru y Cruz sabrán construir una buena relación de trabajo.

Como católicos nos alegramos por nuestros gobernantes electos. Tenemos el deber de orar para que la sabiduría de Dios los asista, y hemos de estar dispuestos a colaborar con ellos en todo aquello que promueva y respete la dignidad de las personas y las familias en lo social, cultural, político, jurídico y en lo económico. De esa manera los católicos en la vida pública, guiados por nuestra fe y amor a Cristo, contribuiremos a construir la ciudad terrena, en la cual se juega la salvación eterna de los hombres.

martes, 1 de junio de 2021

Evangelización y lenguas indígenas


La Cuarta Transformación acusa hoy a los frailes españoles, que vinieron hace 500 años, de destruir las culturas originarias. ¿Será cierto? La historia de la Conquista es un tema difícil que tiene muchas aristas. Veamos una de ellas: el intrincado mundo de las lenguas y dialectos que encontraron los frailes en Mesoamérica.

Al pisar playas mexicanas aquellos misioneros tenían claro de que si querían tener un apostolado fecundo, debían conocer la civilización y las lenguas en los nuevos territorios. Conocer los idiomas de los nativos era el medio más eficaz para llegar al alma de esos pueblos y conquistar su corazón. En un principio la predicación fue a señas y los religiosos se vieron reducidos a predicar solamente la existencia del cielo y del infierno. Para indicar el averno señalaban la parte baja de la tierra con la mano y les hacían entender que allá había fuego, sapos y culebras. Luego elevaban los ojos al cielo diciendo que un solo Dios estaba arriba. Posteriormente los predicadores aprendían sus sermones con la ayuda de un traductor y los declamaban en lengua nativa, lo que tampoco dio resultados. Fueron métodos muy rudimentarios que no dieron frutos; los indios nada entendían.

Los misioneros tuvieron que estudiar las lenguas indígenas, y cada orden religiosa –franciscanos, dominicos y agustinos– se dedicó a aprender los idiomas presentes en las regiones que tenían designadas para evangelizar. Estos idiomas eran el zapoteco, tarasco, otomí, mixteco, chontal, pirinda, huasteco, matlatzinca, totonaco, chichimeco, tlapaneco y ocuiteco, además de los dialectos propios de cada lengua. El desafío era titánico. Todos los misioneros estudiaron y aprendieron el náhuatl, que era la lengua que generalmente se hablaba desde Zacatecas hasta Nicaragua, debido a la difusión de imperio azteca. De hecho los frailes rogaban a los obispos que no ordenaran a sacerdotes ni dieran licencia a los religiosos que ignoraran la lengua general de los indios de su provincia.

Los misioneros no tuvieron la intención de hispanizar a los nativos y el trabajo de evangelización tenía que hacerse solamente en hablas indígenas. Tuvieron la necesidad de hacer manuscritos de las lenguas para que los nuevos misioneros las estudiaran, pero además para que fueran ayuda para la predicación de la doctrina cristiana y la administración de los sacramentos. Así nacieron las gramáticas, los vocabularios, las doctrinas o catecismos, los sermonarios y los confesionarios. Lamentablemente muchos de estos trabajos desaparecieron o nunca se imprimieron, ya que sólo pasaban de mano en mano.

La Corona española siempre alentó a los sacerdotes y religiosos a que estudiaran las lenguas indígenas. Sin embargo decían que ninguno de estos idiomas era tan rico para exponer adecuadamente los misterios de la fe católica. Por eso se insistía para que enseñaran a los indios a hablar el castellano, aunque los frailes siempre se resistieron a hacerlo. Sus razones eran que les parecía inútil sobrecargar a los pueblos originarios con el aprendizaje de un idioma que resultaba muy complejo para ellos pero, sobre todo, querían que los indios no fueran hispanizados; querían mantenerlos alejados de los europeos, que por su rapacidad, ambición e inclinación a la carne, no eran buen ejemplo para los aborígenes.

La Corona quería hispanizar a los indígenas. El Santo Oficio prohibió la traducción de los textos de la Biblia en lenguas de los indios, y Felipe II vedó que se escribiera sobre las costumbres indígenas. Por eso fue confiscada, durante dos siglos, una monumental obra enciclopédica de fray Bernardino de Sahagún llamada "Historia general de las cosas de la Nueva España", escrita en náhuatl, que describía todo sobre el mundo de los indígenas. La obra fue juzgada por la orden franciscana como un atentado contra la pobreza, y Sahagún murió sin saber el paradero de su trabajo.

El esfuerzo lingüístico y etnográfico de los frailes durante la evangelización fue descomunal, y siempre promovió la preservación de las culturas autóctonas. Lejos de avergonzarnos de aquellos misioneros españoles, hemos de admirarlos. Fue una maravillosa labor de inculturación del Evangelio la que en México se realizó, lejos de la destrucción de las culturas originarias que propaga la ideología socialista de la 4T.

México, la viña y las elecciones

El próximo 2 de junio habrá una gran poda en México. Son las elecciones para elegir al presidente de la república, a los diputados y senador...