domingo, 28 de marzo de 2021

miércoles, 24 de marzo de 2021

Cristianismo profano


¿Qué clase de cristianismo es el que se quiere vivir hoy en buena parte de algunos países ricos como Alemania y Austria? Miremos las reacciones a la respuesta negativa que dio la Congregación para la Doctrina de la Fe a la pregunta de si la Iglesia debería de bendecir uniones homosexuales. Nos daremos cuenta de que se trata de un cristianismo profano.

En Estados Unidos el sacerdote jesuita pro gay James Martin y sus seguidores dijeron sentirse desilusionados y tristes. El obispo de Amberes, Johan Bonny, se confesó sentirse avergonzado de pertenecer a la Iglesia Católica. Georg Bätzing, presidente del episcopado alemán, ha dicho que no bendecir a las parejas gay es algo que no va con ellos, que son cosas de Roma y que Alemania tiene sus propios criterios. Un grupo de más de mil de sacerdotes y laicos alemanes y austriacos manifestaron su decisión de no obedecer y continuar impartiendo bendiciones a las uniones homosexuales, como desde hace tiempo lo venían haciendo.

Cuando hay desobediencia al Magisterio de la Iglesia, sobre todo por parte de obispos y sacerdotes, se crea una gran confusión en el pueblo cristiano, con el riesgo de que muchas almas terminen alejadas de la comunión con la Iglesia de Cristo. 

En aquellos países europeos muchos critican abiertamente al papa porque no les ha concedido el sacerdocio a los casados, ni ha aceptado de la ideología de género; tampoco les ha otorgado el sacerdocio femenino, ni el aborto o la eutanasia; ni siquiera la Comunión a los protestantes. Creyeron que el pontificado de Francisco traería una ola de reformas de mayor apertura moral, y nada. Al no poder hacer una revolución para cambiar la doctrina y la moral de la Iglesia como le gustaría, ellos optaron por el camino del progresismo, es decir, dar pequeños pasos en “progreso” hacia una Iglesia abierta, moderna y liberal.

Hay católicos –no sólo laicos sino obispos y sacerdotes– que creen que el espíritu del mundo y la Iglesia Católica deberían de reconciliarse. Ellos creen que ser cristianos es sumergirse en el mundo y sus máximas. Sería muy bueno que los católicos devotos de la progresía recuerden lo que dijo el cardenal Ratzinger: la encarnación de Jesucristo sólo puede entenderse a la luz de su Pasión y Resurrección, donde la cruz ocupa un lugar central. Decía: "Si para la Iglesia abrirse al mundo significa desvestirse de la Cruz, ello la conduciría no a una renovación, sino a su fin".

En su libro "El espíritu de la liturgia", el cardenal Ratzinger señalaba que nuestra forma actual de sensibilidad religiosa ha dejado de percibir la presencia del Espíritu Santo por medio de los sentidos. Hoy la tendencia es aislar a Dios de la naturaleza, a organizar al mundo sin Dios, de modo profano. Ejemplo claro es la manera en que el mundo de hoy ha dejado de percibir la sacralidad en el matrimonio de hombre y mujer. Vale lo mismo que una pareja del mismo sexo. Ya nada tiene la presencia de lo sobrenatural.

Una parte de la Iglesia se ha prestado al juego de organizar el mundo, la cultura, la naturaleza, la solidaridad y los derechos humanos sin la presencia de lo sagrado. En este contexto el matrimonio es algo que se puede organizar según criterios profanos y no según Dios. De esa manera el cristianismo se vuelve un contacto con Dios exclusivamente interior –dice el cardenal Sarah–, sin una traducción concreta en la vida. Así la vida cristiana se convierte en una gnosis, es decir, en un conocimiento intuitivo y vago de la divinidad, donde todas las realidades humanas son ajenas a Dios. Se termina por no necesitar de la gracia de Dios y por vivir en un ateísmo práctico. 

¿Vendrá un cisma en la Iglesia de Alemania? Probablemente. Lo cierto es que si la ruptura con Roma ocurre, las comunidades liberales del Rin habrán optado por una especie de nueva reforma protestante, lo que hará que, seguramente, sus iglesias poco a poco se queden vacías. Está comprobado que a nadie atrae un cristianismo que se amalgama con la mundanidad. ¿Quién quiere sal que no sala? 

domingo, 14 de marzo de 2021

Pornoadicción y el cerebro


Hace algunos años se dudaba de que la adicción al sexo pudiera ser real. Con los datos de las neuro ciencias hemos cambiado la perspectiva: la adicción es real.

viernes, 12 de marzo de 2021

No maten a Pepe le Pew


Pepe le Pew nació en el mundo de las caricaturas en 1945 como un seductor zorrillo francés que persigue a una gata para enamorarla. Este año un articulista del New York Times ha propuesto su muerte. Por sus aires de conquistador y seductor, se acusa al personaje de fomentar la cultura del acoso sexual y de la violación. La sugerencia del articulista es una franca tontería y lo será también de Looney Tunes si suprime a esta simpática caricatura que, lejos de incitar a los hombres a acosar y violar a las mujeres, expresa cómicamente la natural actitud de un varón que trata de conquistar a una dama.

Vivimos tiempos extraños. Los ideólogos de la nueva cultura, que con un puritanismo hipócrita ponen su atención en combatir a Pepe le Pew, a Speedy González o a películas como Vaselina, no dirigen su artillería hacia lo que, efectivamente, es una de las fuentes putrefactas de la violencia contra las mujeres: la pornografía.

Las hordas feministas prefieren romper escaparates, vandalizar monumentos y hacer pintas en la vía pública que dirigir sus ataques contra la industria del porno, cuyas víctimas principales son las mismas mujeres. Una buena parte de las partidarias del feminismo creen que la pornografía las libera de tabúes y piensan que tienen derecho de disfrutar del sexo, libremente y sin prejuicios, tanto como los hombres. Por ese motivo prefieren no combatir a un negocio que, en realidad, las explota y que fomenta el abuso y la violación.

Ninguna mujer en sus cabales elegiría hacer películas pornográficas. Las que lo hacen –por más joviales, modernas y liberadas que parezcan– son mujeres profundamente heridas. Provienen de familias llenas de abusos, adicciones, rechazo, violencia y abandono. Muchas huyen de sus casas y son alcohólicas y drogadictas. En su desesperación caen en manos de la industria del porno. Entran ahí para sobrevivir y no morirse de hambre. Son atrapadas en un negocio que las convierte en mercancía y que las desecha cuando se vuelven inservibles.

La porno nunca retrata relaciones sexuales cariñosas y llenas de amor entre marido y mujer. Lo que presenta son escenas donde una mujer es abusada sexualmente por uno o varios hombres. Ellas son forzadas a cometer actos sexuales degradantes y peligrosos. Abundan las escenas de violaciones, de degradación verbal, de sexo en grupo y prácticas como el sadomasoquismo.

Un dato revelador es el promedio de vida de una mujer estrella del porno. En un estudio de Jennings Bryant en 2013, que examinó la muerte de 129 mujeres estrellas del porno en un lapso de 20 años, demostró que la mayoría murió prematuramente debido a las drogas, suicidio, asesinato, abuso de alcohol y otras enfermedades. La edad media de una actriz del porno es de 37 años.

Es grave que a esas mujeres pornstars no las defiendan quienes quieren modelar la cultura, ni que tampoco el feminismo haga algo por ellas. Pero lo más grave es que las mismas mujeres no emprendan la guerra contra la industria del porno, que hoy se ha convertido en la única maestra de la sexualidad de millones de niños, adolescentes y jóvenes. El material pornográfico les está enseñando que con violencia se debe tratar a las mujeres en la vida sexual, pues aparentemente lo disfrutan.

No maten a Pepe le Pew, ni tampoco supriman las escenas de la Bruja del 71 en el Chavo del Ocho cuando acosa a don Ramón. La comedia es sólo comedia. Es pura inocentada si se compara con los estragos que está provocando la porno hoy en el mundo, un negocio multimillonario cuyas víctimas principales son las mujeres y los niños, muchos de ellos mártires de la trata. Esa lacra sí debe morir.

martes, 9 de marzo de 2021

Agresividad en rosa


Hombres y mujeres ejercemos instintivamente la violencia, pero de manera diversa. La violencia de los hombres suele ser física. Cuando fuimos niños marcábamos nuestro territorio utilizando la fuerza corporal con empujones, patadas o puñetazos. Nos gustaban las películas de acción, contar historias violentas y jugar con espadas a la guerra, o a la lucha libre. Cuando entra un niño nuevo en el territorio de otro niño y se aproxima a sus juguetes, la reacción suele ser un empujón o un manotazo. Los hombres somos más propensos a agredir físicamente, a insultar y a tomar represalias cuando nos vemos atacados. Esta es la pauta de conducta que ha prevalecido durante miles de años porque es parte de la psicología masculina.

Es cierto que las mujeres tienen más autocontrol e inteligencia emocional que los hombres. Ellas, como regla general, utilizan las palabras para defenderse de las agresiones, toleran más el enfado y conservan más la calma. Prefieren recurrir a estrategias verbales y así llevar a la otra persona a donde ellas quieren. Esta habilidad femenina para las relaciones humanas era lo que san Juan Pablo II llamaba "el genio femenino". ¿Son entonces las mujeres como ángeles venidos del cielo? No exactamente. Su agresividad es mucho más sutil.

La mujer es un ser mucho más complicado que el varón. Ellas son más enmarañadas y enigmáticas. Murmuraciones, críticas sutiles y mentiras suelen ser sus recursos para desprestigiar a sus rivales. Es lo que alguien llamó "agresividad en rosa". Saben utilizar la ironía, sonrisas burlonas, gestos hirientes o el silencio frío para dañar y combatir, por ejemplo, a una compañera de trabajo. Muchas de ellas, cuando entablan relaciones adúlteras con hombres casados, son capaces de llamar por teléfono a la esposa de su amante para atormentarla y provocar la ruptura del matrimonio. Un marido adúltero jamás llamaría al esposo de su amante para llenarlo de envidia.

"Si nos acercamos a un grupo de niñas que está en una esquina jugando tranquilamente a las muñecas o a ser princesas –dice María Calvo– descubriremos un mundo lleno de intrigas, pasiones, traiciones, maquinaciones y murmuraciones. Recordemos el cuento de Blancanieves, la Cenicienta o la Bella Durmiente, donde son siempre mujeres (la madrastra, la bruja o las hermanastras) las que actúan contra otra mujer movidas por envidia de su belleza, inteligencia o dulzura, y siempre lo hacen de manera maquiavélica usando sus armas de mujer".

Diariamente los medios informan de la violencia de los hombres hacia las mujeres. Por supuesto que hemos de detestar y combatir –faltaba más– las agresiones de cualquier tipo hacia las féminas. Pero de la agresividad en rosa, en cambio, nunca se habla en los medios. Sin embargo es tan detestable como la violencia física del varón. Hay mujeres que se encargan de expulsar a sus maridos de sus hogares, muchas veces por motivos no graves, incluso los dejan económicamente en la ruina. A veces, con intrigas, mentiras y gatuperios, llegan a meter a la cárcel a novios o maridos incautos. Y si de violencia familiar hablamos, tendremos que reconocer que muchas madres ejercen variadas formas de crueldad con sus hijos. ¿Y qué decir del aborto, hoy tan reclamado como un derecho por el feminismo? Sin duda es la más terrible forma de violencia ya que se trata del asesinato de un ser humano inocente.

La ideología feminista cataloga a la violencia del hombre hacia la mujer como "violencia de género", pero no hace lo mismo con la violencia de la mujer hacia el hombre. Si por violencia de género entendemos la que se ejerce por odio hacia el otro género, en realidad nos damos cuenta de que se trata de algo muy raro, casi inexistente en la sociedad actual. Sería algo tan extraño a nuestra realidad como la xenofobia. Raramente se mata a las mujeres por odio a su sexo, así como también a los varones por ser varones. Así que es mejor dejar de utilizar el término "violencia de género", que sólo confunde y desenfoca el problema de la violencia y su solución.

Sin duda, ambas actitudes –machismo y feminismo– son deformaciones de lo que es ser hombre o mujer, y dos formas de ejercer la violencia. El camino adecuado hacia la paz es la formación en la masculinidad y la feminidad a través de la educación de los impulsos agresivos de ambos sexos, redimidos por Cristo, para lograr una armonía en casa y en la vida social.

domingo, 7 de marzo de 2021

Porno: historia de la decadencia


 ¿Cómo hemos llegado hasta esta degradación de la sexualidad? Hagamos un recorrido histórico desde los últimos 75 años.

miércoles, 3 de marzo de 2021

Iglesia en una noche oscura


La diócesis pasa por una profunda tristeza. La noticia de la culpabilidad y la sentencia al padre Aristeo Baca nos ha dejado una gran amargura en el corazón. Nos duele por una declarada víctima y un sacerdote condenado a prisión. Además, la honda división de los católicos entre quienes le condenan y quienes le absuelven, es también causa de mucho pesar para quienes queremos vivir en una Iglesia unida, siguiendo el deseo de Jesús: "que todos sean uno como tú, Padre en mí y yo en ti" (Jn 17, 21)

Un solo abuso por parte de un sacerdote debe dolernos hasta el fondo del alma. El sacerdote es un don de Dios para su pueblo y ha sido tomado de entre los hombres en favor de los hombres en las cosas que a Dios se refieren (Heb 5,1). Cuando este regalo de Dios para su pueblo se desvirtúa, el daño que se puede causar es enorme y, en caso de abuso sexual, es un grave pecado de escándalo que obstaculiza, en toda víctima, su camino hacia Dios. 

Ante la condena que ha hecho un tribunal a un sacerdote de nuestra diócesis, por este motivo, no podemos hacer menos que derramar lágrimas de pesar. Hay quienes creen que, aún después del juicio, el padre sigue siendo inocente; para ellos el dolor es aún mayor. Los católicos que lo creen culpable, si realmente aman a la Iglesia, no deberían alegrarse por su condena al estilo de los colectivos feministas que piden el "ojo por ojo", sino que deben entristecerse por la herida hecha a una declarada víctima y al sacerdocio.

Mi postura ante el caso del padre Aristeo Baca es, en sintonía con nuestro obispo Guadalupe, la de guardar un respetuoso silencio e invitar a la oración. Sabemos que la justicia humana está llena de imperfecciones y que la justicia de Dios nada sabe de venganzas sino de misericordia. La podemos resumir en la frase "Yo no quiero la muerte del pecador sino que cambie de conducta y viva" (Ez 18, 23). Esa debe ser la aspiración de todo sistema de justicia terrenal. Por eso nuestra invitación es a orar por la Iglesia y por todos los involucrados en este doloroso proceso, especialmente por la niña y el sacerdote para que Dios, en su misericordia, restaure sus almas, que tan gravísimos daños han sufrido.

Como Iglesia atravesamos por una noche oscura y, en medio de la noche, la actitud más sensata es la oración. El cardenal Sarah explica que, en una escena llena de misterio del libro del Génesis, Jacob combatió físicamente a Dios durante toda la noche. En esa batalla, su enigmático adversario lo golpeó en la articulación de su cadera y ésta se dislocó. Así nosotros, nos sentimos heridos por todos los hechos ocurridos en torno a este proceso judicial, pero recordemos que los santos son los hombres que luchan con Dios toda la noche, hasta que amanece.

En nuestras contiendas con Dios, en la oración, podemos preguntarle por tantas cosas y cuestionarlo por los hechos dolorosos; podemos llorar nuestras impotencias y desahogar nuestras rabias; podemos pedir que conforte los corazones atribulados y que cure el odio de muchos que han estado siguiendo este proceso. Y, sobre todo, hemos de pedirle a Dios por su Iglesia, que a pesar de que sus miembros la enlodamos con nuestros pecados, es ella la que nos sigue dando a Cristo. Que nuestra fe jamás decaiga, y que la Iglesia de Ciudad Juárez atraviese la oscuridad de la noche sabiendo que Dios nos conduce por un proceso de purificación. Él quiere renovar todas las cosas y no tardará la aurora en anunciar un nuevo día.

martes, 2 de marzo de 2021

Porno contra tu dinero, trabajo y estudios


Despidos de empresas, baja productividad, ausentismo y fracaso en los estudios son algunas consecuencias comunes para las personas adictas al porno.

Nuestros cuerpos sufrientes

A medida en que pasan los años nos vamos haciendo personas más vulnerables en nuestra dimensión física. Aparecen nuevas dolencias, se manifi...