Mientras las sociedades occidentales se alejan de la
religión, el catolicismo fascina en otras regiones del mundo. Muchas personas
en Medio Oriente, fuera de los grupos islámicos radicales, sienten un
misterioso atractivo por la Virgen María y la Eucaristía. En santuarios
dedicados a la Madre de Dios en Egipto como el de la Dormición y como Deir
Dronka, en Damasco, Fátima, Líbano y en Marruecos están llegando grupos de
musulmanes. Lo que los hace acercarse a esos lugares católicos es, sin duda, la
santidad de Jesús y de María. En su tradición religiosa los islámicos aseguran
que cada bebé, al nacer, es tocado por el demonio y que la única excepción fueron
Jesús y su Madre. Y aunque a Cristo Jesús lo veneran como profeta, será la
Virgen María quien, hoy o mañana, les hará entender que Jesús, más que un
profeta, es el Hijo de Dios.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
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