Mientras las sociedades occidentales se alejan de la
religión, el catolicismo fascina en otras regiones del mundo. Muchas personas
en Medio Oriente, fuera de los grupos islámicos radicales, sienten un
misterioso atractivo por la Virgen María y la Eucaristía. En santuarios
dedicados a la Madre de Dios en Egipto como el de la Dormición y como Deir
Dronka, en Damasco, Fátima, Líbano y en Marruecos están llegando grupos de
musulmanes. Lo que los hace acercarse a esos lugares católicos es, sin duda, la
santidad de Jesús y de María. En su tradición religiosa los islámicos aseguran
que cada bebé, al nacer, es tocado por el demonio y que la única excepción fueron
Jesús y su Madre. Y aunque a Cristo Jesús lo veneran como profeta, será la
Virgen María quien, hoy o mañana, les hará entender que Jesús, más que un
profeta, es el Hijo de Dios.
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