En Oriente la fiesta de la Dormición de la Virgen es antiquísima y se expresa a través de una iconografía cargada de mensajes. La Virgen se representa rodeada de los Apóstoles como en el día del Pentecostés, casi indicándonos que la comunidad de discípulos debe siempre acercarse alrededor de la Madre de Dios para invocar el don del Espíritu Santo, mientras Jesús tiene entre sus brazos a una niña: esa niña es María que se hizo pequeña por el Reino de los Cielos y es conducida por el Señor a la fiesta de los redimidos por su Sangre: Sangre que recibió del vientre de María. Hoy sábado permanece en mí el agradable sabor espiritual de la fiesta de ayer, la solemnidad de la Asunción de la Virgen al cielo. En medio de los problemas de la vida cotidiana sigo escuchando el grito que Dios nos sigue haciendo por medio de María, quien ya comparte la gloria con su Hijo divino: el paraíso existe y hay una habitación que, en él, el Señor nos tiene preparada.
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