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Vestir en la era de la fealdad

Los estándares de la apariencia personal van en caída de lo que tradicionalmente se ha tenido como bello. Santo Tomás de Aquino definió la belleza como el resultado, no sólo de la debida proporción o armonía, y el brillo o claridad, sino también de la integridad o perfección. La fealdad entonces es resultado de la desproporción, de la falta de luz y de orden. Hoy la apariencia personal de muchos va en la línea del desorden y de la oscuridad. Los tatuajes son cada vez más frecuentes, los ‘piercings’ faciales son bastante comunes y las tendencias en la ropa van hacia la desnudez. Incluso hay un gusto por las roturas en la ropa y por dar una apariencia, en algunas personas, de busconas o de salvajes. Lo chocante hoy es más valorado que lo estético. Es un reflejo de la época relativista en que vivimos: confusión entre el bien y el mal, entre la fealdad y la belleza.

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