Las fiestas católicas han sido un despliegue de vitalidad creativa en la historia. Los gremios trabajan agitadamente: carpinteros construyen carrozas para llevarlas en procesiones de una iglesia a otra, tejedores arreglan coloridos disfraces, herreros hacen puertas especiales para que se abran cuando se toquen de manera específica, amantes de la actuación representan sus papeles en obras teatrales. Todos esperan y viven las grandes fiestas. Entre procesiones sagradas y bulliciosos niños, las mujeres venden fruta… Colores, sabores, olores. Es el pueblo que celebra a Cristo Jesús, el sentido de su vida y su esperanza. Mientras pienso en estas cosas me doy cuenta de que ya estamos en agosto, y es necesario comenzar a planear, desde ahora, la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, para el próximo 12 de diciembre, en la Catedral.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
la comunidad de San Judas Tadeo lo espera en la celebración de San Lorenzo padre!!!
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