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El reto de la cubeta de hielo

A primera vista parece una acción laudable. Frente a una cámara, una persona acepta hacer un donativo a la Asociación ALS. Su compromiso es donar diez dólares y hacer la jocosidad de verter sobre su cabeza una cubeta de agua con hielos para luego subir el video a las redes sociales, o bien omitir el chapuzón por un donativo de cien dólares. Antes del baño de agua helada, habrá de nombrar a otras tres personas para que antes de 24 horas se conviertan en donadores y hagan la misma gracia ante la cámara.

La campaña, que se volvió viral en las redes sociales, inició el 29 de julio de 2014. Pronto se unieron grandes figuras del espectáculo, el deporte y la política. Y así se prendió la fiebre de la cubeta de hielo hasta alcanzar un éxito económico inusitado: 60 millones de dólares recaudados en menos de un mes. El beneficiario fue la Asociación ALS de Estados Unidos, la organización más grande que lucha por encontrar la curación la una enfermedad progresiva llamada esclerosis lateral amiotrófica.

Lograr que las personas hagan donativos realizando alguna gansada en las redes es creativo y efectivo. Sin embargo existe un serio problema moral con la Asociación ALS para la que se destinaron los fondos. Una buena parte de lo recaudado irá para la investigación con células embrionarias. Estas células se utilizan para investigar las causas, tratamiento y posible curación de la enfermedad. Muchos católicos que se bañaron con agua helada no se han dado cuenta de que las células embrionarias para tratar la esclerosis lateral amiotrófica se obtienen destruyendo la vida de los embriones. Por este motivo la investigación o experimentación con este tipo de células, llamadas también células madre, es contraria a la enseñanza moral de la Iglesia Católica.

La Iglesia Católica apoya la investigación para tratar la esclerosis lateral amiotrófica y cualquier otra enfermedad, pero afirma que debe hacerse con medios morales aceptables y no con la eliminación de vidas humanas. El catolicismo defiende la dignidad de la vida humana en cada etapa de su desarrollo, desde la concepción hasta la ancianidad.

Los científicos que realizan investigaciones con células embrionarias suelen justificar su actividad con una postura ética llamada ‘consecuencialismo’. Como sugiere su nombre, el consecuencialismo afirma que los resultados de una acción compensan cualquier otra consideración en el debate moral. Es decir, lo importante para un científico que experimenta con células de embriones es la consecuencia de que las enfermedades se curen, sin importar los medios que para ello se empleen. El fin justifica los medios, dirían.

El Catecismo de la Iglesia Católica, en sus números 1749-1761 afirma un principio moral muy importante: “El fin no justifica los medios”. Es deseable y bueno querer, como fin, la curación de una enfermedad, pero no es moralmente correcto hacerlo pasando por encima del quinto mandamiento, “No matarás”.

La Iglesia Católica está a favor de los tratamientos con células madre, llamadas también troncales o estaminales. Estas células tienen la capacidad de transformarse en otros tipos de células, incluidas las del cerebro, corazón, huesos, músculos y piel. Hasta el momento sólo se han encontrado en el cordón umbilical, la placenta, la médula ósea y los embriones. Es moralmente lícito tomar las células de las tres primeras fuentes, pero nunca de los embriones ya que éstos dejan de desarrollarse y mueren.

El cuerpo humano, desde la primera etapa de su existencia, nunca puede ser reducido meramente a un grupo de células. El cuerpo humano en estado embrionario se desarrolla progresivamente siguiendo un programa que Dios ha establecido, para que alcance su fin, que es convertirse en un bebé en el momento del nacimiento. Como católicos insistimos que toda investigación científica debe respetar la sacralidad de la vida humana.

Quizá algún católico que participó en ‘El reto de la cubeta de hielo’, al saber ahora que ha contribuido para la experimentación moralmente ilícita con embriones humanos, sienta un balde de agua helada en el corazón. Si obró por ignorancia, no hay pecado. Pero que a todos nos quede la lección de que, antes de participar en ciertos eventos recaudatorios, es conveniente discernir en qué se utilizará nuestro donativo. Y brindar nuestro chapuzón a causas que respeten la vida humana.

Comentarios

  1. Muy bueno e interesante, gracias por iluminarnos, le mando un fuerte abrazo.

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  2. Estoy totalmente deacuerdo con usted Padre Hayen, desafortunadamente muchas veces las personas actúan movid@s por la moda, las influecias sociales, por ignorancia y hasta desconocimiento. En mi experiencia profesional, he observdo la lastimosa incosciencia de tant@s herman@s, pues estamos en una época en que la gente ya no está acostubrada o mucho menos quiere PENSAR. Saludos y bendiciones.

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  3. Gracias padre por iluminarnos con su conocimiento mi padre siempre lo decia antes de dar credito a cualquier cosa investiga .

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  4. gracias por iluminarme.

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  5. ya había visto a un vaquero montado en un caballo, cuando le echan el balde de agua fría, el caballo sintió algo malvado en eso mírelo en este linc. http://www.alsa.org/donate/

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