Los apóstoles atravesaban el lago -símbolo de la peligrosa travesía por la vida-, en su barca, -signo de nuestra pobre y frágil vida. Cuando soplaba un viento fuerte, tuvieron miedo. Vieron entonces a Jesús que caminaba sobre el agua, y el miedo se apoderó aún más de sus corazones. Pero Jesús combatió el miedo y vino a infundirles la seguridad de una presencia llena de amor. Hoy en nuestra sociedad predomina el miedo. Quizá estos sean tiempos de grandes miedos: a uno mismo, a crecer, a la soledad, a formar una familia, al sacrificio, al compromiso, a la fidelidad, a la guerra, al futuro. Sin embargo estamos llamados, los cristianos, a vencer el miedo en el nombre de la fe. Solos, absolutamente nada podremos, pero todo es posible en Aquel que nos dio la fuerza. ¡Buen domingo!
Que Dios lo bendiga Padre
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