Las religiones paganas veían a dioses ocultos en la naturaleza y trataban de aplacarlos con sangre de sacrificios o con orgías rituales. El cristianismo, en cambio, acabó con esos dioses paganos haciendo que el hombre no temiera a la naturaleza, sino que se regocijara en ella. Así tenemos a san Francisco de Asís que escribió su famoso ‘Himno a las criaturas’ en el que decía: "Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas; Loado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas; Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual alumbras la noche, y él es bello y alegre y robusto y fuerte”. Para los cristianos la naturaleza es como un libro que habla de Dios. El propósito de la belleza en la naturaleza es la contemplación de su Creador, cuya belleza es eterna.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
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