Las religiones paganas veían a dioses ocultos en la naturaleza y trataban de aplacarlos con sangre de sacrificios o con orgías rituales. El cristianismo, en cambio, acabó con esos dioses paganos haciendo que el hombre no temiera a la naturaleza, sino que se regocijara en ella. Así tenemos a san Francisco de Asís que escribió su famoso ‘Himno a las criaturas’ en el que decía: "Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas; Loado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas; Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual alumbras la noche, y él es bello y alegre y robusto y fuerte”. Para los cristianos la naturaleza es como un libro que habla de Dios. El propósito de la belleza en la naturaleza es la contemplación de su Creador, cuya belleza es eterna.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario