El marxismo sueña con construir el paraíso en la tierra. Las feministas anhelan la abolición de los sexos para hacer un paraíso asexuado. Los ateos científicos se ilusionan con un macabro mundo de híbridos hombres-máquina. Los cristianos, en cambio, en el esfuerzo por mejorar el mundo tenemos puesta nuestra esperanza en ‘otro lugar’, en un lugar más allá de toda comprensión humana. Incluso cuando las cosas van terriblemente mal en el mundo, los cristianos nos sentimos alentados por alcanzar, al final de la vida, no el Olimpo, ni Roma, ni una mansión en California, sino el Reino eterno del amor, la verdad y la belleza, la vida con Dios en el Cielo. ("Guía políticamente incorrecta de la Civilización Occidental" de José Javier Esparza y Anthony Esolen)
La tarde del domingo 15 de diciembre fue dramática en la Catedral. El padre Rafael Saldívar, vicario parroquial, se debatía por la tarde entre la vida y la muerte por una baja en su presión arterial. Al padre Arturo, vicario también, y a mí, nos tocó auxiliarlo y trasladarlo al hospital. Desafortunadamente el padre llegó sin vida a la clínica. Hace ocho años recibí al padre Rafael como vicario de catedral para su integración al trabajo pastoral. El martes 17 de diciembre lo recibí dentro de su ataúd en la puerta del templo. Aquel mandato de Jesús a sus sacerdotes: "id por todo el mundo a predicar al Evangelio" de pronto se transformó en "vengan benditos de mi Padre". Después de estos años de haber caminado juntos en las labores de la parroquia, doy gracias a Dios por el servicio que prestó a la Iglesia así como por la relación fraterna y amistosa que tuvimos. Recibimos su cuerpo sin vida iniciando las ferias mayores del Adviento, leyendo la genealogía de Jesucristo...
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