Es cierto que el mundo del trabajo todavía tiene muchas heridas a nivel social. Hay desempleo, a veces contratos y salarios injustos, explotación de personas y, sobre todo, de niños. El trabajo a nivel de nuestras ocupaciones personales también tiene sus fracturas. Hay mediocridad y pereza, o no sabemos trabajar en equipo. A veces los chismes, acosos y robos dañan severamente el ambiente laboral. Sin embargo cuando tenemos una visión espiritual sobre el trabajo y, sobre todo, amor a Dios, el trabajo se vuelve más ligero, tendemos a terminarlo bien hecho, mejoramos el ambiente y lo hacemos en un clima de respeto y amabilidad de unos hacia otros. Es Jesús, el hijo del carpintero que trabajó con manos de hombre, quien ayuda a que muchos milagros ocurran en el mundo del trabajo.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
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