Dos actitudes extremas suelen provocar la victoria y la derrota en el mundo deportivo. Una es la euforia por el triunfo; la otra, la desesperación por el fracaso. Miguel ‘el piojo’ Herrera, el entrenador mexicano, es ejemplo de explosión, extroversión y delirio ante los goles de su equipo. La actitud opuesta la mostraron algunos brasileños y argentinos con violencia callejera cuando sus equipos probaron la amargura de ser eliminados. Aristóteles decía que la virtud está en el término medio. Ni el frenesí por ganar, ni la furia por perder. En ese sentido la escuadra alemana dio al mundo una lección, no sólo de talento, eficacia y de juego en equipo, sino de ecuanimidad después de los goles. Recordar los triunfos templa el sufrimiento de las derrotas, y temer las calamidades hace moderar la alegría de los éxitos. Bien merecida tienen los germánicos la Copa Mundial.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
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