El arte medieval refleja cómo era la vida en aquella época. Nadie podía sentirse solo. La gente siempre estaba ocupada. Se trabajaba con los vecinos de al lado, se dormía en una cama con otras tres o cuatro personas, se pertenecía a algún gremio. Y cuando se iba a la iglesia, durante las celebraciones, se estaba rodeado de gente. La vida no era monótona: se disfrutaba de ropa colorida, especias de Oriente, vino dulce del Mediterráneo. Se gozaba con la música, la danza y la poesía popular. Quizá los estudiosos de hoy hablan poco de la Edad Media, no porque la vida fuera monótona en aquella época, sino porque rebosaba de vitalidad y de luz. Y tendrían que frotarse los ojos para acostumbrarse a tanta luz. (Guía políticamente incorrecta de la Civilización Occidental, José Javier Esparza).
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
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