Muchos libros de texto enseñan que la Edad Media fue una época oscura de la historia. Dicen que la gente vivía deprimida y en la miseria, en la superstición y que la Iglesia destruyó el conocimiento. Todo eso es absolutamente falso y se debe al odio ilustrado contra la cristiandad. La realidad es que, en la Edad Media, Europa disfrutó de una de las culturas más florecientes jamás vistas en el mundo. Y fue porque las campanas de la Iglesia daban el ritmo a la vida de los hombres. La gente amaba a su tierra, a sus pueblos, sus colinas, sus coloridos festivales, su comida y bebida. Disfrutaban de la libertad de la esperanza. No estaban bajo la presión mortal de tener que crear un cielo en la tierra, una esperanza que acababa en la desesperanza. Cualquier estudio serio de la Edad Media puede desengañarnos de esa visión fanática que los enemigos de la Iglesia nos han hecho creer.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
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