Mirando a Jesús resucitado, la Iglesia constantemente se purifica y se renueva. En el contacto con Cristo resucitado las escorias de la cizaña se transforman en grano puro y fecundo. Jacques Fesch, un joven de París que fue condenado a la guillotina en 1957, a causa de un robo con homicidio, en la cárcel encontró a Dios y su alma se incendió de amor. Pocas horas antes de entregar su cabeza a cuchilla de la guillotina, escribió a un amigo sacerdote: “Piensa, hermano mío: me queda solamente cualquier hora de lucha antes de conocer lo que es el Amor. Él ha sufrido tanto por mí. Espero el amor, espero ser embriagado de torrentes de alegría y de cantar eternas alabanza a la gloria del Resucitado. ¡Dios es Amor!" Esta es la gran victoria de Dios: transformar la cizaña en grano. ¡Buen domingo!
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