viernes, 25 de julio de 2014

Benditos confesionarios

Una menor mantenía relaciones sexuales con un adulto en el estado de Luisiana. La niña lo dijo en confesión a un sacerdote y éste, sin violar el secreto del sacramento, intentó disuadir al adulto de que dejara a la niña en paz. El hombre abusador murió y ahora los padres de la niña, asesorados por abogados, están demandando al sacerdote y a la diócesis de Baton Rouge por no haber denunciado a aquel hombre a la policía. El sigilo sacramental es el deber absoluto del sacerdote de callar todo lo que un penitente revela en el ámbito del sacramento. Si los sacerdotes estuvieran obligados a denunciar los pecados que escuchan en confesión, los fieles perderían toda confianza y el sacramento caería en desuso. El ámbito sagrado para abrir la conciencia, con la esperanza de tener el perdón divino y sin temor a ser denunciados, es justamente el confesionario católico.

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