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Junípero y el sentimiento anticatólico

Cuando pensamos en la historia de los Estados Unidos vienen a nuestra mente aquellos europeos protestantes que llegaron a las costas de Masachussetts en el Mayflower. Sin embargo más de 50 años antes ya se había celebrado la Eucaristía en San Agustín, ciudad asentada en la Florida, donde llegaron los españoles. Muchos hoy minimizan la enorme contribución que la Iglesia Católica y el mundo hispano hicieron a los Estados Unidos. La anunciada canonización del beato Junípero Serra por el papa Francisco, en su próximo viaje a Estados Unidos, descubrirá este enorme legado histórico y espiritual que este fraile de la orden de San Francisco dejó para la edificación del país.

Existe un sentimiento anticatólico y antihispano que está aún arraigado en la sociedad norteamericana. Se hacen distinciones entre lo que pertenece al mundo anglo y al mundo hispano. Hay un muro de separación entre la tradición católica y la protestante, entre los Estados Unidos y América Latina. Este sentimiento anticatólico contribuyó a que naciera, por cierto, la Orden de los Caballeros de Colón en el año 1882. Los católicos eran excluidos de los sindicatos y otras organizaciones sociales y fraternales, y fue el padre Michael McGivney quien fundó una sociedad que impulsara a los varones a vivir orgullosos de su herencia católica americana.

La canonización de fray Junípero –primer santo hispano en Estados Unidos canonizado por un papa hispano– permitirá a esos millones de latinos estadounidenses a liberarse de esa mentalidad dañina y el complejo de inferioridad de sentirse rechazados. Tanto los hispanoamericanos como los inmigrantes deben verse a ellos mismos como parte de un proyecto grandioso de nación. Ellos son el último eslabón de una larga cadena de descendientes de españoles que habitaron grandes áreas de lo que hoy es la Unión Americana en los años de su nacimiento.

En el año 1987 san Juan Pablo II visitó la tumba de fray Junípero Serra en Carmel California. Ahí reflexionó sobre la trascendencia histórica de este fraile franciscano que murió en 1784: “Este lugar hermoso y sereno es verdaderamente el corazón histórico y espiritual de California. Todas las misiones del Camino Real dan testimonio de las luchas y heroísmo de una época pasada, pero no olvidada y sin significado para la California y la Iglesia de hoy”. Es inevitable trasladar esas palabras de san Juan Pablo a nuestra Misión de Guadalupe de los Indios Mansos del Paso del Norte –serenidad, sencillez y hermosura– corazón espiritual de Ciudad Juárez y El Paso.

Al llegar de España a México, fray Junípero fue enviado a la Sierra Gorda como misionero. Tradujo oraciones y el catecismo, y transmitió la fe a través de ricas celebraciones litúrgicas. Trabajó duramente para mejorar las condiciones de vida entre los indígenas enseñándoles técnicas de agricultura, artesanías y oficios. Así fundó nueve misiones en California. Ocho años después fue llamado a la Ciudad de México; para entonces la mayoría de los indígenas se habían convertido en católicos practicantes con una notable mejoría en su calidad de vida. Predicó misiones por todo el país y recorrió más de 8 mil kilómetros a pie. Después de la supresión de la Compañía de Jesús, fue administrador de las misiones jesuitas en Baja California, y más tarde recibió la encomienda de fundar más misiones en la costa de la Alta California. 
Misiones en California

Aunque el padre Serra murió con gran fama de santidad y ha sido elogiado durante más de dos siglos por líderes religiosos y seculares, no falta el sentimiento anticatólico que quiere desprestigiarlo. Los adoradores del Gran Arquitecto le acusan de genocidio cultural, de ser responsable de la muerte prematura de miles de indios por enfermedad; de haber forzado las conversiones y de actuar brutalmente contra los indígenas a través de castigos corporales. Estas acusaciones forman parte de lo que se conoce como ‘leyenda negra’ anticatólica que los protestantes anglosajones inventaron o magnificaron, a manera de propaganda de guerra, para desprestigiar a su enemiga, la Iglesia. Son los políticos de la escuadra y del compás quienes hoy, para borrar la herencia católica en California, quieren reemplazar la estatua de fray Junípero Serra en el capitolio de Washington por la de Sally Ride, la primera astronauta mujer y activista gay.

Reconocemos y celebramos la santidad heroica y la labor incansable del beato Junípero Serra, el santo fraile quien como dócil instrumento del Señor, trajo la alegría del Evangelio al Nuevo Mundo. Que su canonización haga que los católicos hispanos en Estados Unidos no agachen la cabeza sino contribuyan, desde su fe, a construir una patria más humana y cristiana.

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