El peor de los males de México se llama impunidad. En nuestro país los narcos, los asesinos y los corruptos difícilmente irán a la cárcel. Somos el segundo país del mundo con los índices más altos de impunidad, sólo por debajo de Filipinas. Hablando de este mal, el sabio Sócrates decía que Arquelao era ciertamente el más desgraciado de los hombres, porque era un criminal tranquilo e impune. La ausencia de castigo era su peor castigo porque lo convertía en prisionero del mal, a tal grado de ni siquiera hacerlo sentir el deseo vivir en el bien. La impunidad deja al hombre sin corrección, corrompiéndolo en la perversión, en su camino de mezquindad y suficiencia. ¡Benditas cárceles que se encargan de colocarnos frente a nuestra miseria y nuestra nada! Cuando tocamos el fondo de nuestra desdicha podemos emprender el camino hacia arriba para llegar a ser verdaderamente hombres.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
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