sábado, 23 de mayo de 2015

Homilías, ¿dulzonas o con garra?

El nuevo directorio de homilética señala que la homilía no es sólo una instrucción sino también un acto de culto. No sólo debe santificar al pueblo sino glorificar a Dios. La homilía es un himno de gratitud por las maravillas de Dios. Debe ser preparada en la escucha de la Palabra y la oración. No debe ser ni muy larga ni muy corta; según algunos expertos, no debe durar menos de cuatro minutos ni más de ocho. Debe cumplir tres requisitos: ilustrar las lecturas a la luz de la muerte y resurrección de Jesús; debe disponer a la asamblea a la celebración eucarística y, por último, debe sugerir cómo podemos vivir el Evangelio en la vida cotidiana. Magnífico, pero nos preguntamos ¿Qué preferirán los fieles, aquella oratoria sagrada con garra, llena de fuego, pecado, entusiasmo, truenos y relámpagos, con mucha gesticulación y amenazas, o por el contrario sermones light, dulzones, que sólo hablan de paz y solidaridad?

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