Uno de los propósitos de los diplomas universitarios es evitar que aquellos que los poseen tengan dolores de espalda y callos en las manos. Pero los cristianos no miramos con desprecio este tipo de labores que hacía nuestro Salvador, ya que Jesús era carpintero. Y Pedro era pescador. Y Pablo era artesano. No debemos subestimar esta aceptación de la dura labor física. Es posible que el cristianismo sea verdaderamente saludable allí donde se afirma este principio. Negarlo es síntoma de una fe enfermiza. Los artesanos que construyeron catedrales dejaron memoria de su profesión en la madera, en el vidrio o en la piedra de las paredes que construían.
Muy cierto padre debemos valorar el trabajo y no tanto titulo,papeles burocracia que solo son filtros para negar oportunidades a los que verdaderamente trabajan, ademas de desvalorar el trabajo duro como un valor y un principio no de estancamiento; sino de crecimiento personal y social.
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