Decía Rousseau que “La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras”. Más de tres millones de niños mexicanos trabajan y muchos sin ir a la escuela. En minas, basureros, cantinas y obras de construcción laboran los pequeños, y muchos de ellos por más de 35 horas a la semana. Lo dice el INEGI y la Secretaría del Trabajo en un informe que entregaron a la Cámara de Diputados. Por tratarse de actividades no naturales para los niños, el trabajo en condiciones anómalas les traerá daños físicos y psicológicos a futuro. Aunque México ha firmado convenios contra el trabajo infantil –la edad legal para trabajar es de 15 años–, aquí traemos el rosario al cuello y el diablo en el cuerpo, porque no hay penas y multas claras contra quienes los explotan. Todo queda en letra muerta.
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