Ninguna otra cultura como la cristiana ha promovido tanto a la mujer. Los cristianos hemos predicado siempre que no existe un bautismo separado para hombres y mujeres. Todos somos uno y tenemos la misma dignidad en Cristo. El mismo Señor se dejó ver en la Pascua primero a las mujeres antes que a los apóstoles. Sin embargo el cristianismo no trata por igual a las mujeres como si fueran exactamente iguales a los hombres. Existen diferencias y roles complementarios entre ambos sexos, y esto es bellísimo. El feminismo de género, por el contrario, piensa que todas las diferencias sexuales deben ser abolidas para que nazca una nueva sociedad asexuada, lo que es simplemente grotesco.
La tarde del domingo 15 de diciembre fue dramática en la Catedral. El padre Rafael Saldívar, vicario parroquial, se debatía por la tarde entre la vida y la muerte por una baja en su presión arterial. Al padre Arturo, vicario también, y a mí, nos tocó auxiliarlo y trasladarlo al hospital. Desafortunadamente el padre llegó sin vida a la clínica. Hace ocho años recibí al padre Rafael como vicario de catedral para su integración al trabajo pastoral. El martes 17 de diciembre lo recibí dentro de su ataúd en la puerta del templo. Aquel mandato de Jesús a sus sacerdotes: "id por todo el mundo a predicar al Evangelio" de pronto se transformó en "vengan benditos de mi Padre". Después de estos años de haber caminado juntos en las labores de la parroquia, doy gracias a Dios por el servicio que prestó a la Iglesia así como por la relación fraterna y amistosa que tuvimos. Recibimos su cuerpo sin vida iniciando las ferias mayores del Adviento, leyendo la genealogía de Jesucristo...
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