Ir al contenido principal

Tranquilidad y tormenta



Cuando la situación es buena, disfrútala. Cuando es mala, transfórmala. Cuando la situación no puede ser transformada, transfórmate. (Viktor Frankl)

Estamos viviendo un tiempo de Pascua tranquilo y, al mismo tiempo, tormentoso. Ocho días atrás la Iglesia celebró la Resurrección del Señor. Muchas personas, desde sus hogares, vivieron la Semana Santa y la Pascua siguiendo las transmisiones locales o desde el Vaticano. Una vez más nos dimos cuenta de que nuestra fe católica tiene bases muy sólidas y firmes. Todo el edificio de la Iglesia tiene su fundamento en Jesucristo resucitado. Nos alegramos de que, después de 21 siglos, la Iglesia sigue manteniendo vivo el testimonio de la Resurrección.

Aunque los sacerdotes y el Pueblo santo de Dios no podemos reunirnos todavía en los templos para celebrar juntos la Eucaristía, muchas personas están ardientes porque la pandemia del Covid-19 termine pronto y podamos cumplir el mandato de Cristo: "Hagan esto en memoria mía". Añoramos el gozo de fraccionar el pan, no sólo por precepto divino, sino porque la presencia del Resucitado llena de amor y gozo nuestras almas.

Es esperanzador saber que esta crisis originada por la pandemia, a pesar de sus momentos de dolor, está avivando el hambre y la sed de Dios en muchos cristianos que tenían dormida su fe. También vemos con alegría la solidaridad que la propagación del virus despierta en muchas personas. En la diócesis hoy inicia la campaña "Todos estamos en la misma barca" para ayudar, con alimentos, a quienes sufren el flagelo de la debacle económica. Siendo caritativos estaremos viviendo la experiencia del amor de Jesús, no sólo como recuerdo de lo que hizo por nosotros, sino como una presencia viva del Resucitado en la comunidad.

Sin embargo no todos participan del hambre de Dios ni de la alegría de la caridad fraterna. Hay personas que, como santo Tomás apóstol, viven hoy el infortunio interior de la incredulidad. Son personas que han vivido, quizá, el drama de la muerte de sus seres queridos, víctimas de la pandemia. O bien son hermanos que, al comprobar los estragos que sobre la vida y la economía está haciendo la peste en el mundo, no logran creer que Dios exista o que, si existe, pueda ser un Dios bueno. Quizá también es nuestro personal sanitario extenuado y con pocos recursos que atiende a los enfermos.

Jesús no se impone con su omnipotencia para apaciguar nuestras tormentas. Con su divina misericordia nos conduce a la fe, por el contrario, a través del contacto con la fragilidad de su carne. La pandemia del coronavirus puede convertirse en un vehículo para acercarnos a Dios. Si Dios se hizo hombre con un cuerpo real para llegar al hombre, entonces nuestro cuerpo es también el mejor amigo que tenemos para llegar a Dios. Jesús encontró a Tomás y le mostró los agujeros de los clavos en su carne y así el apóstol se llenó de la fuerza de Dios. Las enfermedades se transforman en oportunidades para acercarnos al Señor.

La humanidad herida por un virus hoy puede introducir su carne frágil en la llaga del costado de Jesús resucitado. Así la fragilidad se convierte en fuerza interior. Santa Teresa de Ávila, en su enfermedad, no se sabía sola, sino se descubría acompañada por un amor más poderoso, por una fuerza más grande. Hoy podemos pedir a Dios, no sólo por los enfermos, sino por nuestros médicos y enfermeras, para que en su asistencia a los que padecen de Covid-19 palpen, como Tomás, las llagas gloriosas de Cristo. Así podrán quedar habitados por la fuerza divina del Resucitado para realizar su hermoso trabajo con la caridad de Aquél que sanó la incredulidad de su apóstol.

Comentarios

Publicar un comentario

¿Quieres comentar? Antes debo revisar tus palabras y sólo podrá ser comentado públicamente lo que sirva para edificación.

Entradas más populares de este blog

Confesionario sin absolución: a mi san Judas se le rompió la cabeza y estoy asustado

Pregunta: Vivo en El Paso Texas y soy devoto de san Judas Tadeo, del cual tengo dos imágenes de yeso que compré. Mi suegra fue a la Ciudad de México y me compró otra imagen más de san Judas. Acomodó la imagen en su coche y cuando llegó a su hotel vio que la estatua tenía la cabeza quebrada. Cuando lo supe quedé muy impactado porque dicen que, cuando eso ocurre, es porque se ha cumplido algo que se le ha pedido al santo. Mi desconcierto fue mayor cuando compré, acá en El Paso Texas, otro san Judas, de color oro, muy bonito, pero al llegar a mi casa uno de los san Judas que ya tenía, estaba con su cabeza rota. Estoy muy impresionado. No sé a qué se deba, padre. A veces creo que el santo está celoso porque tengo varias imágenes de él. Agradezco su tiempo y le pido que me ayude. Padre Hayen: ¿Cómo? ¿Dos imágenes con cabeza rota? ¡Seguramente tú y tu suegra se van a sacar la lotería! Por favor, muchacho, no peques de ingenuidad. Pero además dices que san Judas está celoso porque tien...

380 cadáveres

El hallazgo de más de 380 cadáveres apilados en un crematorio de Ciudad Juárez, esperando durante varios años el servicio de cremación de algunas funerarias que subcontrataron dicho servicio, suscita algunas preguntas. El macabro descubrimiento hace que muchas personas pongan en tela de juicio si las urnas con cenizas que entregan las funerarias a sus clientes contienen las cenizas reales de su ser querido difunto, o si son cenizas de alguien o de algo más. Al despedir después de una ceremonia religiosa o de la velación en la capilla ardiente a un ser querido que ha muerto, los deudos confían en que la funeraria cremará el cadáver y les entregará las cenizas verdaderas. Pero todo puede resultar ser una farsa. Es importante reclamar el cuerpo de un ser querido difunto. Cuando Sara, esposa de Abraham, murió, éste reclamó el cadáver a los descendientes de Het y les dijo:"Aunque yo no soy más que un extranjero residente entre ustedes, cédanme en propiedad alguno de sus sepulcros, para...

Izaguirre y el príncipe del mundo

Los acontecimientos del rancho Izaguirre, en el municipio de Teuchitlán Jalisco, ponen la pregunta sobre el enigma del mal. Tales campos de entrenamiento para el sicariato, narcopanteones y hasta hornos crematorios –reminiscencia de aquellos hornos en que los nazis calcinaban a sus prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial– nos habla de los niveles tan extremos de podredumbre que puede alcanzar el corazón del hombre. México se ha convertido en un gran cementerio donde deambulan –como fantasmas a los que nadie hace caso– las madres y padres de las personas desaparecidas."Que mi súplica llegue hasta ti, inclina tu oído a mi clamor", es la aflicción del salmista que bien podemos poner en los labios de tantos familiares angustiados que buscan a su pariente cuyo paradero permanece ignoto. La Sagrada Escritura nos habla de los niveles de maldad que alcanzan niveles sociales: opresión de los pobres, injusticia en los tribunales y adoración de ídolos acompañada de sacrificios hum...