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Ante las calamidades, los cristianos oraban


Un poco de historia de los primeros cristianos... Después del siglo I, la iglesia toma nuevos impulsos. Los cristianos se encuentran numerosamente por Asia Menor formando comunidades hasta el Mar Muerto. Bitinia, a mil kilómetros de Jerusalén, tiene una comunidad cristiana muy viva. Plinio el Joven, historiador romano, envía al emperador Trajano un informe después de recorrer aquellas comarcas, y le dice que los cristianos forman "una multitud considerable".

El centro de la difusión del cristianismo ya no era Jerusalén, sino Antioquía, una ciudad bulliciosa, animada por el comercio, una ciudad magnífica, una de las más bellas del Imperio. La costa oriental del Mediterráneo se va estructurando en iglesias. Éfeso era un gran centro espiritual con ferias comerciales y fiestas religiosas. La actividad de san Pablo y de san Juan originaron diversas comunidades cristianas en Asia Menor, donde se situaban las ciudades que aparecen en el Apocalipsis: Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia, Laodicea. Era ciudades de gran vitalidad con una avanzada organización.

Las primeras comunidades cristianas soportan la persecución. Las autoridades judías no soportan a los cristianos y quieren deshacerse de ellos. Tratan de infundir miedo a los apóstoles. La comunidad, golpeada y atacada, reacciona de la siguiente manera:

Los cristianos se reúnen. Superan la tentación de comenzar a culpar a los demás. Esta unidad del pueblo es agradable al Señor porque de ella se derivan multitud de gracias.

En un segundo momento, la comunidad ora. No presume de sus fuerzas, ni hacen planes inteligentes. Lo más importante es asumir la actitud de los niños y ponerse frente a Dios para hacer oración.

Tercero, ejercitan su memoria recordando que Jesús les había anunciado la situación. El recuerdo de las palabras y las obras de Dios es memoria del corazón del creyente porque de ahí brotarán las respuestas.

Cuarto, se reconocen necesitados. No presumen de tener todas las respuestas y los planes. Le dicen al Señor que sea él quien haga la obra. Es una hermosa manera de orar, ya que el mundo de hoy excluye a Dios de todas partes.

Quinto, aparece la confirmación de parte de Dios.

En estos tiempos de pandemia de Covid-19 no busquemos culpables: que si los chinos, que si Estados Unidos, que si AMLO u otros chivos expiatorios. Es un momento crítico de la historia y Dios nos está hablando. Hagamos lo que las primeras comunidades cristianas, en unidad, en oración, haciendo memoria de la historia de la salvación y presentando nuestras súplicas confiadas a Dios. Y Dios nos dará su Espíritu.

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