lunes, 13 de abril de 2020

San Pedro en tiempos de Covid-19


El día de Pentecostés, san Pedro no tuvo timidez en presentarse a las multitudes para proclamar la muerte y resurrección de Cristo. Muchos judíos estaban hambrientos de ese primer anuncio del Evangelio y por eso creyeron y se convirtieron en nuevos cristianos. Lo mismo ocurrió con san Pablo en Atenas, donde encontró un altar "al Dios desconocido". En aquella cultura pagana e idólatra había latente una esperanza de encontrar una divinidad distinta. Pablo les predicó a Cristo muerto y resucitado.

Hoy la pandemia mundial del Covid-19 ha venido a derrumbar los ídolos de la materia ante los que nuestra sociedad vivía de rodillas. Estados Unidos y Europa, que han sido los imperios económicos durante muchos años, hoy ven a sus hijos morir por la peste y paralizada su economía. Al mismo tiempo en que se tambalea la estatua de hierro y arcilla, ha comenzado a despertarse la nostalgia por el "absolutamente Otro". Surge la pregunta por Dios. Muchos comienzan a interrogarse: ¿De qué ha servido vivir bien, si no podemos vivir para siempre?

Pidamos a Dios que nos conceda el Espíritu Santo para anunciar a Cristo resucitado. Quienes buscaron calidad de vida durante mucho tiempo, están esperando que alguien les anuncie una vida de calidad distinta que le dé sentido al hecho de haber nacido. Estemos atentos para a nuestro alrededor para descubrir a aquellos que tienen miedo o angustia, y que necesitan escuchar el anuncio consolador de la resurrección.

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