Se dice que la violencia contra la mujer es algo natural, un asunto de testosterona, la hormona varonil que provoca agresividad en el macho hacia quienes tienen menos fuerza física. “A la mujer y a la burra, ¡zurra!”, dirían los golpeadores de mujeres. El hecho de que los varones tiendan más a las peleas físicas puede ser cuestión de instintos. Pero es, sobre todo, un problema de conciencia. La espiritualidad cristiana enseña al hombre a dominar sus pasiones, a hacer el bien y evitar el mal. La solución más profunda, radical y duradera para el problema de violencia contra la mujer no es el discurso de los derechos humanos, ni el endurecimiento de las penas contra los agresores o la cultura de la denuncia; todo ello evidentemente ayuda, pero no es la salida. La solución es una formación espiritual desde la niñez y que dure toda la vida.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
Comentarios
Publicar un comentario
¿Quieres comentar? Antes debo revisar tus palabras y sólo podrá ser comentado públicamente lo que sirva para edificación.