El arte moderno es frío y feo. Ese arte de hoy parece afirmar que no existe el verdadero orden de las cosas. Parece que nada tiene propósito. Dirá san Pablo que “Dios no es el autor de la confusión” (1Cor 14,33)… En cambio dice san Juan que “Dios es amor” (1Jn 4,8). Durante siglos, en la Edad Media, la literatura, la música, la pintura, tenía que ver con el amor. Los pensadores medievales buscaban un modo de hallar cómo el verdadero amor humano emerge del amor que viene de Dios. La fe cristiana nos dice que existe una belleza final e inmutable, belleza que nos abre el apetito. Por eso buscamos el amor. En el fondo de la búsqueda de nuestros amores humanos está el anhelo más profundo del alma, que es encontrar un día el amor divino en plenitud.
La tarde del domingo 15 de diciembre fue dramática en la Catedral. El padre Rafael Saldívar, vicario parroquial, se debatía por la tarde entre la vida y la muerte por una baja en su presión arterial. Al padre Arturo, vicario también, y a mí, nos tocó auxiliarlo y trasladarlo al hospital. Desafortunadamente el padre llegó sin vida a la clínica. Hace ocho años recibí al padre Rafael como vicario de catedral para su integración al trabajo pastoral. El martes 17 de diciembre lo recibí dentro de su ataúd en la puerta del templo. Aquel mandato de Jesús a sus sacerdotes: "id por todo el mundo a predicar al Evangelio" de pronto se transformó en "vengan benditos de mi Padre". Después de estos años de haber caminado juntos en las labores de la parroquia, doy gracias a Dios por el servicio que prestó a la Iglesia así como por la relación fraterna y amistosa que tuvimos. Recibimos su cuerpo sin vida iniciando las ferias mayores del Adviento, leyendo la genealogía de Jesucristo...
El arte es búsqueda de la belleza, que en definitiva, es la búsqueda de Dios, sólo que ahora el hombre anda bastante perdido en ese tema.
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