El arte moderno es frío y feo. Ese arte de hoy parece afirmar que no existe el verdadero orden de las cosas. Parece que nada tiene propósito. Dirá san Pablo que “Dios no es el autor de la confusión” (1Cor 14,33)… En cambio dice san Juan que “Dios es amor” (1Jn 4,8). Durante siglos, en la Edad Media, la literatura, la música, la pintura, tenía que ver con el amor. Los pensadores medievales buscaban un modo de hallar cómo el verdadero amor humano emerge del amor que viene de Dios. La fe cristiana nos dice que existe una belleza final e inmutable, belleza que nos abre el apetito. Por eso buscamos el amor. En el fondo de la búsqueda de nuestros amores humanos está el anhelo más profundo del alma, que es encontrar un día el amor divino en plenitud.
El arte es búsqueda de la belleza, que en definitiva, es la búsqueda de Dios, sólo que ahora el hombre anda bastante perdido en ese tema.
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