viernes, 12 de septiembre de 2014

Misterio de condenación, misterio de amor

El demonio, al querer ser como Dios, se separó de la fuente misma del amor. Así degradó su existencia y se precipitó en el abismo de su miseria. Dios respetó su libertad, tomó en serio su elección y por eso lo conserva en la existencia. "El Señor hace surgir su sol sobre buenos y malos" (Mt 5,45). Es más, porque Dios es amor, Él continúa amando al demonio y a todas sus criaturas extraviadas y las mantiene en la existencia y en su libre elección, aun cuando éstas lo combatan y se opongan a Él. ¡Qué misterio tan grande! Misterio de la condenación y, al mismo tiempo, misterio de amor.

Lo mismo sucede conmigo. Cuando quiero darme mi propia ley y digo a Dios 'no serviré', Dios respeta mi decisión y no me destruye, sino que me deja en mi degradación profunda. Aún lejos de Él, Dios sigue siempre enviándome sus avisos, señales y gracias para hacerme reaccionar y atraerme con lazos de amor. Y continuará amándome aunque yo decida caminar por el sendero degradante de la lejanía o de la oposición a Él. Y si con la muerte mi alma se pierde eternamente y por mi decisión se abre un abismo intransitable entre el Cielo y yo, Dios continuará amándome por la eternidad, aunque yo haya tomado la decisión de vivir eternamente en la soledad o el odio. Misterio de perdición eterna y de amor infinito.


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