El Estado Islámico es un grupo insurgente asentado en Irak y Siria, y que tiene miras de conquistar todo el Medio Oriente, la mitad del África, buena parte de Asia y algunas partes de Europa, incluyendo España. La presencia de Estados Unidos en la zona, con la guerra en Irak y Afganistán, ha sido culpable, en mucho, de la aparición de estos grupos extremistas que siembran horror y muerte. Mientras los Estados Unidos y Europa declaran la guerra en nombre de la sociedad permisiva y del dinero, el Estado Islámico toma las armas en el nombre de la religión. Expandir un credo por la violencia es, sin duda, una aberración. Pero el motivo de los islamistas es más hondo y, por eso, más temible: ellos creen honrar a Dios. El laicismo occidental ateo en cambio, aunque es más poderoso en armas, carece de una fuerza trascendente y arrolladora para el combate.
La tarde del domingo 15 de diciembre fue dramática en la Catedral. El padre Rafael Saldívar, vicario parroquial, se debatía por la tarde entre la vida y la muerte por una baja en su presión arterial. Al padre Arturo, vicario también, y a mí, nos tocó auxiliarlo y trasladarlo al hospital. Desafortunadamente el padre llegó sin vida a la clínica. Hace ocho años recibí al padre Rafael como vicario de catedral para su integración al trabajo pastoral. El martes 17 de diciembre lo recibí dentro de su ataúd en la puerta del templo. Aquel mandato de Jesús a sus sacerdotes: "id por todo el mundo a predicar al Evangelio" de pronto se transformó en "vengan benditos de mi Padre". Después de estos años de haber caminado juntos en las labores de la parroquia, doy gracias a Dios por el servicio que prestó a la Iglesia así como por la relación fraterna y amistosa que tuvimos. Recibimos su cuerpo sin vida iniciando las ferias mayores del Adviento, leyendo la genealogía de Jesucristo...
Padre confío plenamente en Dios y se que debemos orar con fé para que haya paz en el mundo Dios lo bendice
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