"En tres días lo reconstruiré". Jesús hablaba del templo de su cuerpo. Él es la piedra angular del templo de Dios y nosotros los bautizados, las piedras vivas. Habita en el templo y en cada piedra el Espíritu Santo. Cuidar los templos es la enseñanza hoy de la Palabra de Dios. Puedo profanar el templo cuando me comporto o visto indignamente en la iglesia, pero además cuando el pecado me domina y soy presa de la embriaguez, la ira, la avaricia, la fornicación o el adulterio. O bien puedo convertirme en profanador de templos si soy violento en casa, si favorezco el aborto o si destruyo, de alguna manera, a mi hermano donde Dios habita. La presencia real de Jesucristo en la Eucaristía nos ayude a amar nuestras iglesias donde Él se hace presente; nos impulse a buscar la santidad personal porque de su Cuerpo y Sangre nos alimentamos; y nos empuje a reverenciar a nuestros hermanos en el amor y el servicio ya que ellos son tabernáculos de Dios. ¡Buen domingo!
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