domingo, 16 de noviembre de 2014

Arte como martirio

Entre 1936 y 1939 aconteció la Guerra civil española. Un aspecto desconocido de ese gran conflicto fue el uso del arte moderno como instrumento de tortura. José Milicua, historiador del arte, ha descubierto evidencias de que algunas celdas se construyeron trasponiendo ciertas técnicas del arte moderno a un espacio en tres dimensiones. Las camas tenían un ángulo descendente de 20 grados en las que era imposible dormir, ladrillos que sobresalían del suelo e impedían andar por el suelo y dibujos surrealistas en las paredes, inspirados en obras de Kandinsky o Dalí. Dichos dibujos estaban diseñados para confundir y estresar a los presos. Quedan claras dos cosas: la crueldad inaudita de las mentes perversas de aquellos años, y la deshumanización del arte moderno. Ahora sé por qué me dolía la cabeza siempre que asistía a una exposición de pintura abstracta.

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