Entre 1936 y 1939 aconteció la Guerra civil española. Un aspecto desconocido de ese gran conflicto fue el uso del arte moderno como instrumento de tortura. José Milicua, historiador del arte, ha descubierto evidencias de que algunas celdas se construyeron trasponiendo ciertas técnicas del arte moderno a un espacio en tres dimensiones. Las camas tenían un ángulo descendente de 20 grados en las que era imposible dormir, ladrillos que sobresalían del suelo e impedían andar por el suelo y dibujos surrealistas en las paredes, inspirados en obras de Kandinsky o Dalí. Dichos dibujos estaban diseñados para confundir y estresar a los presos. Quedan claras dos cosas: la crueldad inaudita de las mentes perversas de aquellos años, y la deshumanización del arte moderno. Ahora sé por qué me dolía la cabeza siempre que asistía a una exposición de pintura abstracta.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
Comentarios
Publicar un comentario
¿Quieres comentar? Antes debo revisar tus palabras y sólo podrá ser comentado públicamente lo que sirva para edificación.