En noviembre de 1972, Pablo VI hizo algunas catequesis sobre el demonio. Ante los hechos de pesimismo que sacudían a la Iglesia después del Vaticano II, el papa dijo: “Una potencia hostil ha intervenido. Su nombre es el diablo, ese ser misterioso del que san Pedro habla en su primera Carta”. Tenía “la sensación de que el humo de Satanás se había colado por alguna fisura en el Templo de Dios”. Y pensaba que la demonología era una parte muy importante en la teología y que hoy estaba muy descuidada. La reacción de la prensa fue ácida y virulenta. Se acusó al papa de regresar a creencias ya superadas por la ciencia y de querer volver al Medioevo. Sin embargo estas fueron las catequesis más lúcidas y valientes de Pablo VI, quien se atrevió desenmascarar al enemigo, el cual, al saberse descubierto, vomitó su furia a través de periodistas inconscientes.
La tarde del domingo 15 de diciembre fue dramática en la Catedral. El padre Rafael Saldívar, vicario parroquial, se debatía por la tarde entre la vida y la muerte por una baja en su presión arterial. Al padre Arturo, vicario también, y a mí, nos tocó auxiliarlo y trasladarlo al hospital. Desafortunadamente el padre llegó sin vida a la clínica. Hace ocho años recibí al padre Rafael como vicario de catedral para su integración al trabajo pastoral. El martes 17 de diciembre lo recibí dentro de su ataúd en la puerta del templo. Aquel mandato de Jesús a sus sacerdotes: "id por todo el mundo a predicar al Evangelio" de pronto se transformó en "vengan benditos de mi Padre". Después de estos años de haber caminado juntos en las labores de la parroquia, doy gracias a Dios por el servicio que prestó a la Iglesia así como por la relación fraterna y amistosa que tuvimos. Recibimos su cuerpo sin vida iniciando las ferias mayores del Adviento, leyendo la genealogía de Jesucristo...
Hola Padre. Realmente muy buena su nota y justamente algo así quiero plasmar en mi novela. Agradezco su ayuda.
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