Como creyentes cristianos hemos de tomar en serio el mal que nos rodea reconociendo la presencia de Satanás en la vida, pero sobre todo el verdadero creyente toma en serio el bien confiando en Jesucristo, el vencedor del demonio. Satanás, en el cristianismo, no tiene una importancia igual y contraria a la de Jesucristo. Dios y el demonio no son dos principios paralelos, eternos e independientes entre sí, como en ciertas religiones dualistas. Para la Biblia el demonio es sólo una criatura: una criatura que libremente se cerró en el orgullo y en la rebelión. Vivir en Cristo, entonces, es vivir en un camino de liberación. Creer en Cristo significa acogerlo como Señor de la vida y liberador de la esclavitud de Satanás, cuya presencia aún podemos ver operante en el mundo. ¡Buen domingo!
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