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Discípulas de Jesús 2014

A veces llegan las mujeres de la calle al confesionario. No suelen ir arrepentidas sino que buscan a alguien que escuche su gemido de dolor. Quieren desahogarse de todo lo que están viviendo. Cuando abren su alma descubren cómo sufrieron violencia o abusos sexuales desde la niñez. O bien, se prostituyen porque no encuentran un trabajo mejor remunerado. Hay algunas que buscan la figura paterna o el amor de un hombre. Muchas otras fueron engañadas en sus tierras de origen con la falsa promesa de un trabajo mejor, y fueron convertidas en esclavas sexuales.

La Iglesia Católica, promotora y defensora de la dignidad humana, está presente en las calles, con silencio y discreción, para ayudar a esas mujeres a recuperar una vida digna y honrosa. En muchas grandes ciudades del mundo existen congregaciones religiosas o grupos cristianos que realizan su labor nocturna luchando por rescatarlas de la esclavitud sexual. Se trata de un apostolado difícil y peligroso. Hay lugares en los que los traficantes y proxenetas piden altas sumas de dinero para liberar a una mujer; y a ellos, evidentemente, no les agrada que toquen sus intereses.

Este año el Periódico Presencia reconoce la invaluable labor que realizan las Oblatas del Santísimo Redentor, con tanta ponderación y sigilo, en las calles de Ciudad Juárez. Ellas son una clara imagen de Jesús, el buen pastor, que desciende a los abismos de nuestro mundo herido para buscar a la oveja perdida. Una vez que la encuentra, la toma consigo y con delicadeza cura sus heridas para devolverla a la casa paterna. Es la labor apostólica que realizan estas hermanas religiosas. Se trata de un apostolado poco conocido pero que lleva el suave y buen olor de Jesús.

Una mujer de la calle que encuentra a una religiosa encuentra a Jesús. Como buenas samaritanas, ellas escuchan el grito silencioso de quienes venden su cuerpo y piden ayuda. Así como aquel hombre de la parábola yacía herido por el camino de Jerusalén a Jericó, así las mujeres de la calle son personas destruida psicológicamente y que viven espiritualmente muertas. Muchos asaltantes han convertido sus vidas en historias de violencia, abusos, desconfianza, baja autoestima, miedo y falta de oportunidades. Sus heridas necesitan ser curadas.

Así como Jesús devolvió su dignidad a la mujer, las Oblatas del Santísimo Redentor saben brindar a las víctimas de la prostitución, auténticas relaciones de amistad, amor, seguridad y afecto. Les ayudan a descubrir que son hijas muy amadas por Dios, a valorarse como personas y a abrirse un camino hacia un buen futuro para ellos y para sus familias. Y poco a poco las llevan hacia ese lugar maravilloso en donde existe un manantial de donde brota agua de vida eterna, agua que apaga la sed de infinito, por completo. Es Jesucristo el que ha venido a liberar a los cautivos y devolver la vista a los ciegos.

Cerramos el año 2014 con la alegría de saber que nuestras hermanas religiosas llevan la luz de Cristo en  medio de la oscuridad por los rincones de nuestra ciudad. Escrutando la Palabra de Dios y la Doctrina social de la Iglesia, las Oblatas del Santísimo Redentor nos dan un testimonio profético de la dignidad de la mujer. No las dejemos solas. La lucha por dignificar a las mujeres es de todos. Como Iglesia hemos de luchar contra la trata de personas y la esclavitud sexual, fenómeno que ha tenido incrementos significativos en el mundo durante los últimos años. Que el año 2015 nos ayude a encontrar en el camino, nuevos discípulos y misioneros de Aquel a quien seguimos.

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