Cada vez son más los adolescentes que incurren en el ‘cutting’, moda que consiste en cortarse la piel con navajas o cuchillos, para luego presumir las heridas. La mayoría de quienes desarrollan esta extraña conducta son niños y jovencitos de entre 10 y 16 años de edad. No nos maraville. Los adolescentes se están cortando la piel como una forma de expresión por aquellas heridas invisibles y profundas, causadas por la violencia intrafamiliar, por el rechazo que han sufrido en sus familias o por una relación tormentosa entre papá y mamá. En todos ellos hay claramente una baja autoestima. Su forma de liberar el enojo, angustia, ansiedad o inestabilidad emocional es abrir su piel con un punzón. La familia completa de padre y madre, donde se viva la presencia de Dios y los valores del Evangelio, es el mejor antídoto contra comportamientos destructivos.
La tarde del domingo 15 de diciembre fue dramática en la Catedral. El padre Rafael Saldívar, vicario parroquial, se debatía por la tarde entre la vida y la muerte por una baja en su presión arterial. Al padre Arturo, vicario también, y a mí, nos tocó auxiliarlo y trasladarlo al hospital. Desafortunadamente el padre llegó sin vida a la clínica. Hace ocho años recibí al padre Rafael como vicario de catedral para su integración al trabajo pastoral. El martes 17 de diciembre lo recibí dentro de su ataúd en la puerta del templo. Aquel mandato de Jesús a sus sacerdotes: "id por todo el mundo a predicar al Evangelio" de pronto se transformó en "vengan benditos de mi Padre". Después de estos años de haber caminado juntos en las labores de la parroquia, doy gracias a Dios por el servicio que prestó a la Iglesia así como por la relación fraterna y amistosa que tuvimos. Recibimos su cuerpo sin vida iniciando las ferias mayores del Adviento, leyendo la genealogía de Jesucristo...
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