Comentario a la Palabra de Dios: martes de la XV semana del tiempo ordinario: Ex 2, 1-5
Conozco varios amigos que durante muchos años tocaron fondo en sus vidas. Los vicios, las drogas y las rupturas familiares los habían dejado como náufragos, a la deriva entre las olas de un mar tempestuoso, a punto de ahogarse. Pero la Providencia de Dios los llevó a hacer un retiro espiritual de cuatro días llamado ACTS (Adoración, Comunidad, Teología y Servicio), y fueron rescatados de las aguas de la muerte. Todos cuentan maravillas de estos retiros, de cómo el encuentro con Jesús les cambió la vida, y ahora son servidores en alma y cuerpo para que otros tengan la misma experiencia salvífica.
La historia de Moisés, el libertador de Egipto, comienza cuando él es rescatado de las aguas del Nilo. "Salvado de las aguas" significa su nombre. Más adelante será Moisés quien haga pasar al pueblo hebreo enjuto por el Mar Rojo, hacia la tierra prometida. Tenía Moisés que ser salvado primero para salvar después a su pueblo. Esa cesta en la que fue puesto por su madre en el Nilo era un Arca de Noé, signo de la Iglesia y figura del bautismo.
Dios escuchó los lamentos de su pueblo cuando eran esclavos en Egipto, y se compadeció de él. También escuchó llorar al bebé Moisés cuando flotaba en el Nilo y tuvo compasión. Lo salvó para salvar. De la misma manera Dios obra en nosotros. A veces atravesamos por situaciones muy difíciles, o cometemos faltas muy graves, y Dios se conmueve. Va por nuestro rescate para que nosotros también podamos colaborar con Él en la salvación de nuestros hermanos.
Es maravillosa la experiencia de sentirse salvado por Jesucristo. Puede ser del alcohol, de las drogas, del sinsentido, de una ruptura familiar, de cualquier tipo de vicio o hasta del mismo demonio que daba vueltas, haciéndonos ronda, para devorarnos.
Hoy doy gracias a Dios Padre por la experiencia de la salvación que su Hijo ha traído a mi vida, y me pregunto, ¿qué haré con este don que el Señor me dio? ¿Cómo puedo ser colaborador en su plan salvífico, para que otros no se ahoguen en el lago de la perdición?
La historia de Moisés, el libertador de Egipto, comienza cuando él es rescatado de las aguas del Nilo. "Salvado de las aguas" significa su nombre. Más adelante será Moisés quien haga pasar al pueblo hebreo enjuto por el Mar Rojo, hacia la tierra prometida. Tenía Moisés que ser salvado primero para salvar después a su pueblo. Esa cesta en la que fue puesto por su madre en el Nilo era un Arca de Noé, signo de la Iglesia y figura del bautismo.
Dios escuchó los lamentos de su pueblo cuando eran esclavos en Egipto, y se compadeció de él. También escuchó llorar al bebé Moisés cuando flotaba en el Nilo y tuvo compasión. Lo salvó para salvar. De la misma manera Dios obra en nosotros. A veces atravesamos por situaciones muy difíciles, o cometemos faltas muy graves, y Dios se conmueve. Va por nuestro rescate para que nosotros también podamos colaborar con Él en la salvación de nuestros hermanos.
Es maravillosa la experiencia de sentirse salvado por Jesucristo. Puede ser del alcohol, de las drogas, del sinsentido, de una ruptura familiar, de cualquier tipo de vicio o hasta del mismo demonio que daba vueltas, haciéndonos ronda, para devorarnos.
Hoy doy gracias a Dios Padre por la experiencia de la salvación que su Hijo ha traído a mi vida, y me pregunto, ¿qué haré con este don que el Señor me dio? ¿Cómo puedo ser colaborador en su plan salvífico, para que otros no se ahoguen en el lago de la perdición?
Así es Padre, los que por la Gracia ya entendemos que ir con Jesús y hacer el Reino en este mundo es muy importante en muestras vidas y la eternidad.
ResponderBorrarPedimos a Dios nos enseñe a Servir a nuestros Herman@s, y que el Servicio sea para darle GLORIA A DIOS!