La custodia de los sentidos
(Rosemary Scott)
El que anda en justicia y habla con rectitud,… el que se tapa los oídos para no oír hablar de sangre, y cierra sus ojos para no ver el mal. Ese morará en las alturas, subirá a refugiarse en la fortaleza de las peñas, se le dará su pan y tendrá el agua segura (Is 33,15-16).
Oración: Aparta mis ojos de mirar vanidades, por tu palabra vivifícame (Sal 119,37).
Una ocasión de pecado es una persona, objeto o situación que puede hacernos caer. Existen cuatro tipos diferentes:
1. Ocasiones próximas: en las que siempre tendemos a caer.
2. Ocasiones remotas: en las que algunas veces caemos.
3. Ocasiones voluntarias: las que podemos evitar.
4. Ocasiones involuntarias: las que no podemos evitar.
La Santa Madre Iglesia nos advierte que hay que evitar todas las ocasiones de pecado próximas y voluntarias, y si estamos seriamente determinados en superar los pecados contra la castidad, entonces tomaremos muy en serio este consejo. En la meditación número ocho veíamos cómo Cristo Jesús nos decía que es necesario cortar con todo lo que nos lleve al pecado. Esperamos que tú ya lo hayas hecho; y si todavía no lo haces, haz de saber que tu Divino Maestro y su Esposa Virgen, la santa Madre Iglesia, te ordenan que ahora lo hagas.
Si tú ya has cortado con todas las ocasiones próximas y voluntarias de pecado, aún tendrás que vencer las ocasiones remotas e involuntarias a lo largo de toda tu vida. Un ejemplo es cuando sorpresivamente ves a una persona vestida sin pudor por la calle. Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón (Mt 5,27-28). Por este motivo necesitamos ejercitarnos en la custodia de los sentidos.
Nuestros cinco sentidos son las puertas de nuestra mente y de nuestro corazón. Cualquier cosa que vemos, escuchamos, sentimos, etc. puede crear pensamientos, que pueden levantar el deseo y llevarnos al pecado. La custodia de los sentidos implica controlar nuestros sentidos, particularmente nuestra vista, en orden a mantener la virtud de la castidad. Leamos lo que el Venerable Luis de Granada tiene que decir acerca de la custodia de los sentidos en “Guía de pecadores”:
Tenemos que guardar cuidadosamente nuestros sentidos, particularmente los ojos, para que no puedan descansar en algo capaz de excitar los deseos pecaminosos-. Un hombre puede provocar una herida profunda en su alma cuando indiscriminadamente pone sus ojos sobre objetos peligrosos. Guarda tus ojos con prudencia en tu trato con el sexo opuesto, por esas miradas se debilita la virtud.
De ahí que el espíritu Santo nos dice: No andes fisgando por las calles de la ciudad, ni divagues por sus sitios solitarios. Aparta tu ojo de mujer hermosa, no te quedes mirando la belleza ajena (Eclo 9,7-8). Piensa en Job, ese gran siervo de Dios, el hombre de virtud probada, que permaneció vigilante para guardar sus sentidos que, en lenguaje de la Escritura, hizo una alianza con sus ojos y no miraba a ninguna doncella (Job 31,1). Contempla además el ejemplo de David, quien había sido elegido por Dios como rey de Israel, y que cayó en gravísimos pecados por mirar sin consideración a una mujer.
Para ayudar a la limpieza del corazón, algunos recomiendan practicar lo que llaman “el rebote de los ojos”. Debido a que mirar por segunda vez a una persona atractiva es un mal hábito que empieza desde la pubertad, uno puede romper generalmente con esa costumbre. Esto se logra retirando los propios ojos inmediatamente después de la primera mirada a una persona o a una imagen y, en cambio, mirar otra cosa. Los maestros espirituales también recomiendan repetir un breve versículo de la Escritura, como este: Había hecho yo un pacto con mis ojos, y no miraba a ninguna doncella (Job 31,1).
Quienes recomiendan “el rebote de los ojos” dicen que, para un hombre, toma en promedio entre cuatro y seis semanas en cambiar de hábito. No dicen cuánto tiempo toma hacerlo a una mujer, ya que algunas mujeres también tienen este problema.
Muchos hombres dicen tener éxito con el rebote de los ojos, mientras que otros afirman que es una técnica que ayuda poco y no lo suficiente para lograr la limpieza de corazón. La custodia de los sentidos es una estrategia en nuestra batalla contra el vicio de la impureza, y rebotar los ojos probablemente funcionará mejor como parte de un programa global, como este, y no como una estrategia aislada.
Te recomendamos que practiques, definitivamente, ese método para custodiar tus ojos; esto te ayudará a privar tu mente de imágenes y pensamientos impuros. Sin embargo no confíes solamente en esta técnica. Sigue también las otras recomendaciones que te hemos hecho en estas meditaciones, y recuerda que la gracia de Dios es la llave suprema para tener la victoria sobre el pecado.
Luis de Granada nos habla también de la custodia de los oídos:
“No seas menos vigilante para proteger tus oídos de discursos impuros. Si en tu presencia se dicen palabras inapropiadas, manifiesta tu desagrado con una expresión en el rostro, así como pones buena cara cuando escuchas cosas placenteras. Guarda tu lengua con el mismo cuidado. No permitas que escapen de tu boca palabras inmodestas. Las malas compañías –dice el apóstol- corrompen las buenas costumbres (1Cor 15,33). La conversación de una persona descubre sus inclinaciones. Por eso Jesús decía en el Evangelio que de lo que está lleno el corazón es de lo que habla la boca”.
La custodia de los oídos puede abarcar el evitar ciertas canciones populares, programas de radio y de otras fuentes de conversación inmoral. Esto podría ser difícil para ti, especialmente si tus compañeros de casa y trabajo seguido se involucran en discusiones indecentes. Hazlo lo mejor que puedas y pide a Dios que te conceda sabiduría y ayuda. Puede también ayudar el pedir a los Ángeles Custodios de tus compañeros de casa o de trabajo que continúen trabajando la situación para lo mejor.
También tendrás que conquistar la custodia e tu lengua ejercitando la modestia al hablar. Empieza por refrenar tu maledicencia y tus críticas; puede ser un hábito difícil de romper, así que tómate tu tiempo y pide la ayuda al Señor. Aquí te pasamos un consejo: muchas maledicencias brotan de la ira, así que intenta adoptar una actitud de perdón hacia los demás, y de gratitud hacia Dios. Esto puede frenar tu agresividad. Una meditación posterior en este programa hablará sobre la modestia en el hablar.
Después de custodiar tus sentidos, no seas negligente y llena tus sentidos con visiones, sonidos y conversaciones santas, en vez de las impuras. Es bueno tener iconos, pinturas y estatuas sagradas dentro de tu casa; escuchar la Sagrada Escritura grabada, música sagrada o enseñanza religiosa en cassettes o CD’s, hablar de cosas espirituales con amigos devotos, utilizar la lengua para alabar a Dios con frecuencia. Estas inspiraciones santas pronto reemplazarán las imágenes impuras y los pensamientos, para ayudarte a renovar tu mente (Rom 12,12).
Propósito: Haz una “alianza” con tus ojos, como lo hizo Job. Comienza a rebotar tus ojos hacia otra parte cuando veas algo indecente. Concéntrate en algo más y ora con un versículo memorizado de la Sagrada Escritura sobre la limpieza de corazón o pureza.
Evita escuchar y participar en conversaciones impuras, tanto como te sea posible. Rodéate, en cambio, de imágenes y sonidos sagrados. Y siempre permanece cercano al Sagrado Corazón de Jesús.
Santo Job, ruega por nosotros…
Mide tu progreso: desde que hice la última meditación,
Cuántas veces:
(Rosemary Scott)
Oración: Aparta mis ojos de mirar vanidades, por tu palabra vivifícame (Sal 119,37).
Una ocasión de pecado es una persona, objeto o situación que puede hacernos caer. Existen cuatro tipos diferentes:
1. Ocasiones próximas: en las que siempre tendemos a caer.
2. Ocasiones remotas: en las que algunas veces caemos.
3. Ocasiones voluntarias: las que podemos evitar.
4. Ocasiones involuntarias: las que no podemos evitar.
La Santa Madre Iglesia nos advierte que hay que evitar todas las ocasiones de pecado próximas y voluntarias, y si estamos seriamente determinados en superar los pecados contra la castidad, entonces tomaremos muy en serio este consejo. En la meditación número ocho veíamos cómo Cristo Jesús nos decía que es necesario cortar con todo lo que nos lleve al pecado. Esperamos que tú ya lo hayas hecho; y si todavía no lo haces, haz de saber que tu Divino Maestro y su Esposa Virgen, la santa Madre Iglesia, te ordenan que ahora lo hagas.
Si tú ya has cortado con todas las ocasiones próximas y voluntarias de pecado, aún tendrás que vencer las ocasiones remotas e involuntarias a lo largo de toda tu vida. Un ejemplo es cuando sorpresivamente ves a una persona vestida sin pudor por la calle. Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón (Mt 5,27-28). Por este motivo necesitamos ejercitarnos en la custodia de los sentidos.
Nuestros cinco sentidos son las puertas de nuestra mente y de nuestro corazón. Cualquier cosa que vemos, escuchamos, sentimos, etc. puede crear pensamientos, que pueden levantar el deseo y llevarnos al pecado. La custodia de los sentidos implica controlar nuestros sentidos, particularmente nuestra vista, en orden a mantener la virtud de la castidad. Leamos lo que el Venerable Luis de Granada tiene que decir acerca de la custodia de los sentidos en “Guía de pecadores”:
Tenemos que guardar cuidadosamente nuestros sentidos, particularmente los ojos, para que no puedan descansar en algo capaz de excitar los deseos pecaminosos-. Un hombre puede provocar una herida profunda en su alma cuando indiscriminadamente pone sus ojos sobre objetos peligrosos. Guarda tus ojos con prudencia en tu trato con el sexo opuesto, por esas miradas se debilita la virtud.
De ahí que el espíritu Santo nos dice: No andes fisgando por las calles de la ciudad, ni divagues por sus sitios solitarios. Aparta tu ojo de mujer hermosa, no te quedes mirando la belleza ajena (Eclo 9,7-8). Piensa en Job, ese gran siervo de Dios, el hombre de virtud probada, que permaneció vigilante para guardar sus sentidos que, en lenguaje de la Escritura, hizo una alianza con sus ojos y no miraba a ninguna doncella (Job 31,1). Contempla además el ejemplo de David, quien había sido elegido por Dios como rey de Israel, y que cayó en gravísimos pecados por mirar sin consideración a una mujer.
Para ayudar a la limpieza del corazón, algunos recomiendan practicar lo que llaman “el rebote de los ojos”. Debido a que mirar por segunda vez a una persona atractiva es un mal hábito que empieza desde la pubertad, uno puede romper generalmente con esa costumbre. Esto se logra retirando los propios ojos inmediatamente después de la primera mirada a una persona o a una imagen y, en cambio, mirar otra cosa. Los maestros espirituales también recomiendan repetir un breve versículo de la Escritura, como este: Había hecho yo un pacto con mis ojos, y no miraba a ninguna doncella (Job 31,1).
Quienes recomiendan “el rebote de los ojos” dicen que, para un hombre, toma en promedio entre cuatro y seis semanas en cambiar de hábito. No dicen cuánto tiempo toma hacerlo a una mujer, ya que algunas mujeres también tienen este problema.
Muchos hombres dicen tener éxito con el rebote de los ojos, mientras que otros afirman que es una técnica que ayuda poco y no lo suficiente para lograr la limpieza de corazón. La custodia de los sentidos es una estrategia en nuestra batalla contra el vicio de la impureza, y rebotar los ojos probablemente funcionará mejor como parte de un programa global, como este, y no como una estrategia aislada.
Te recomendamos que practiques, definitivamente, ese método para custodiar tus ojos; esto te ayudará a privar tu mente de imágenes y pensamientos impuros. Sin embargo no confíes solamente en esta técnica. Sigue también las otras recomendaciones que te hemos hecho en estas meditaciones, y recuerda que la gracia de Dios es la llave suprema para tener la victoria sobre el pecado.
Luis de Granada nos habla también de la custodia de los oídos:
“No seas menos vigilante para proteger tus oídos de discursos impuros. Si en tu presencia se dicen palabras inapropiadas, manifiesta tu desagrado con una expresión en el rostro, así como pones buena cara cuando escuchas cosas placenteras. Guarda tu lengua con el mismo cuidado. No permitas que escapen de tu boca palabras inmodestas. Las malas compañías –dice el apóstol- corrompen las buenas costumbres (1Cor 15,33). La conversación de una persona descubre sus inclinaciones. Por eso Jesús decía en el Evangelio que de lo que está lleno el corazón es de lo que habla la boca”.
La custodia de los oídos puede abarcar el evitar ciertas canciones populares, programas de radio y de otras fuentes de conversación inmoral. Esto podría ser difícil para ti, especialmente si tus compañeros de casa y trabajo seguido se involucran en discusiones indecentes. Hazlo lo mejor que puedas y pide a Dios que te conceda sabiduría y ayuda. Puede también ayudar el pedir a los Ángeles Custodios de tus compañeros de casa o de trabajo que continúen trabajando la situación para lo mejor.
También tendrás que conquistar la custodia e tu lengua ejercitando la modestia al hablar. Empieza por refrenar tu maledicencia y tus críticas; puede ser un hábito difícil de romper, así que tómate tu tiempo y pide la ayuda al Señor. Aquí te pasamos un consejo: muchas maledicencias brotan de la ira, así que intenta adoptar una actitud de perdón hacia los demás, y de gratitud hacia Dios. Esto puede frenar tu agresividad. Una meditación posterior en este programa hablará sobre la modestia en el hablar.
Después de custodiar tus sentidos, no seas negligente y llena tus sentidos con visiones, sonidos y conversaciones santas, en vez de las impuras. Es bueno tener iconos, pinturas y estatuas sagradas dentro de tu casa; escuchar la Sagrada Escritura grabada, música sagrada o enseñanza religiosa en cassettes o CD’s, hablar de cosas espirituales con amigos devotos, utilizar la lengua para alabar a Dios con frecuencia. Estas inspiraciones santas pronto reemplazarán las imágenes impuras y los pensamientos, para ayudarte a renovar tu mente (Rom 12,12).
Propósito: Haz una “alianza” con tus ojos, como lo hizo Job. Comienza a rebotar tus ojos hacia otra parte cuando veas algo indecente. Concéntrate en algo más y ora con un versículo memorizado de la Sagrada Escritura sobre la limpieza de corazón o pureza.
Evita escuchar y participar en conversaciones impuras, tanto como te sea posible. Rodéate, en cambio, de imágenes y sonidos sagrados. Y siempre permanece cercano al Sagrado Corazón de Jesús.
Santo Job, ruega por nosotros…
Mide tu progreso: desde que hice la última meditación,
Cuántas veces:
a. Deliberadamente me toqué impuramente al despertar
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
b. Deliberadamente vi fotografías o películas indecentes
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
c. Cometí actos impuros solo o con otras personas
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
d. Deliberadamente me deleité en pensamientos impuros
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
e. ¿Cuándo fue la última vez que fui a la Confesión? __________________
f. ¿Cuándo fue la última vez que asistí a la Santa Misa?________________
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
b. Deliberadamente vi fotografías o películas indecentes
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
c. Cometí actos impuros solo o con otras personas
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
d. Deliberadamente me deleité en pensamientos impuros
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
e. ¿Cuándo fue la última vez que fui a la Confesión? __________________
f. ¿Cuándo fue la última vez que asistí a la Santa Misa?________________
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