Resistiendo la tentación
(Rosemary Scott)
Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos (1Pe 5,8-9).
Oración: Ven, Espíritu Santo, ven y disipa las tinieblas de la lujuria con la Luz de la Esperanza. Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María, tu amadísima esposa.
¿Cómo resistes la tentación? En una palabra: ¡huye! No trates de mantenerte y pelear con tus propias fuerzas, porque no eres suficientemente fuerte. La Escritura nos aconseja “huir de la inmoralidad” (1Cor 6,18) y huye de las pasiones juveniles. Vete al alcance de la justicia, de la fe, de la caridad, de la paz, en unión de los que invocan al Señor con corazón puro (2Tim 2,22). Esta es la manera en que se obtiene la victoria sobre la tentación y los pecados habituales. San Felipe Neri solía decir son los cobardes quienes triunfan en la batalla contra los pecados de la carne; esto quiere decir que ¡aquellos que huyen son aquellos que triunfan!
El inicio de la tentación contra la castidad es el tiempo más importante, porque es fácil rechazarla en cuanto comienza. Si tú te entretienes en ella, la tentación se vuelve más fuerte y difícil de resistir. Así que cuando te veas tentado por la impureza, inmediatamente aparta tus ojos y pensamientos, y aléjate de ahí:
Con vigor… resiste los primeros ataques de este vicio. Si no resistimos en el comienzo, rápidamente éste adquiere fuerza y gana entrada en nuestras almas. “Cuando una probada de placeres pecaminosos –dice san Gregorio–, toma posesión de un corazón, éste no piensa en otra cosa sino en gratificar sus deseos desordenados”. Tenemos entonces que luchar contra él desde el principio rechazando cada mal pensamiento, porque éstos son el combustible que aviva la impureza. Como la madera alimenta el fuego, así nuestros pensamientos nutren nuestros deseos; y, consecuentemente, si los primeros son buenos, la caridad arderá en nuestro pecho, pero si son malos, el fuego de la lujuria ciertamente se encenderá.
Si la tentación surge en alguna situación, quizá tendrás que alejarte caminando, apagar la televisión o la computadora, etc. ¡Sal de esa situación lo antes posible! Y si sientes cualquier dificultad, pide la ayuda de Dios.
(Rosemary Scott)
Oración: Ven, Espíritu Santo, ven y disipa las tinieblas de la lujuria con la Luz de la Esperanza. Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María, tu amadísima esposa.
¿Cómo resistes la tentación? En una palabra: ¡huye! No trates de mantenerte y pelear con tus propias fuerzas, porque no eres suficientemente fuerte. La Escritura nos aconseja “huir de la inmoralidad” (1Cor 6,18) y huye de las pasiones juveniles. Vete al alcance de la justicia, de la fe, de la caridad, de la paz, en unión de los que invocan al Señor con corazón puro (2Tim 2,22). Esta es la manera en que se obtiene la victoria sobre la tentación y los pecados habituales. San Felipe Neri solía decir son los cobardes quienes triunfan en la batalla contra los pecados de la carne; esto quiere decir que ¡aquellos que huyen son aquellos que triunfan!
El inicio de la tentación contra la castidad es el tiempo más importante, porque es fácil rechazarla en cuanto comienza. Si tú te entretienes en ella, la tentación se vuelve más fuerte y difícil de resistir. Así que cuando te veas tentado por la impureza, inmediatamente aparta tus ojos y pensamientos, y aléjate de ahí:
Con vigor… resiste los primeros ataques de este vicio. Si no resistimos en el comienzo, rápidamente éste adquiere fuerza y gana entrada en nuestras almas. “Cuando una probada de placeres pecaminosos –dice san Gregorio–, toma posesión de un corazón, éste no piensa en otra cosa sino en gratificar sus deseos desordenados”. Tenemos entonces que luchar contra él desde el principio rechazando cada mal pensamiento, porque éstos son el combustible que aviva la impureza. Como la madera alimenta el fuego, así nuestros pensamientos nutren nuestros deseos; y, consecuentemente, si los primeros son buenos, la caridad arderá en nuestro pecho, pero si son malos, el fuego de la lujuria ciertamente se encenderá.
Si la tentación surge en alguna situación, quizá tendrás que alejarte caminando, apagar la televisión o la computadora, etc. ¡Sal de esa situación lo antes posible! Y si sientes cualquier dificultad, pide la ayuda de Dios.
Mientras que te apartas de la tentación, dirige tu corazón y mente hacia Jesucristo. Recuerda que Él está siempre contigo, y pídele que te ayude a resistir. La oración es absolutamente esencial en este combate espiritual. Si san Pedro hubiera hecho caso al consejo de Nuestro Señor de “Vigilen y oren para no caer en tentación” (Mt 26,41), aquella noche no habría traicionado a Jesús. San Alfonso María de Ligorio escribe:
“Los maestros espirituales prescriben una variedad de medios (para vencer tentaciones); pero el más necesario y más seguro… es recurrir inmediatamente a Dios con humildad y confianza, diciendo: ¡Oh Dios, ven a librarme, Señor, corre en mi ayuda! (Sal 69,2). Esta breve oración nos permitirá superar los asaltos de todos los demonios del infierno; porque Dios es infinitamente más superior que todos ellos. El Dios Todopoderoso sabe bien que nosotros, por nuestras propias fuerzas, somos incapaces de resistir las tentaciones de los poderes infernales. Y sobre esto el Cardenal Gotti subraya que “cuando seamos asaltados, y en peligro de ser vencidos, Dios está obligado de darnos la fuerza suficiente para resistir, tanto como pidamos a Él su ayuda”.
Humíllate ante nuestro Señor y pídele su gracia para evitar el pecado. Dile que tú sabes que no puedes resistir la tentación al pecado sin la ayuda del Espíritu Santo, y pide humildemente Su ayuda. Quizá desees orar con aquellas palabras inspiradas de la Sagrada Escritura: “Crea en mí un corazón limpio, oh Dios, y renuévame por dentro con espíritu firme”; o las de la primera Carta a los Corintios 6,15-17: ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo! ¿O no sabéis que quien se una a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: “Los dos se harán una sola carne. Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él”; u otros textos que hablen sobre la virtud de la castidad.
“Los maestros espirituales prescriben una variedad de medios (para vencer tentaciones); pero el más necesario y más seguro… es recurrir inmediatamente a Dios con humildad y confianza, diciendo: ¡Oh Dios, ven a librarme, Señor, corre en mi ayuda! (Sal 69,2). Esta breve oración nos permitirá superar los asaltos de todos los demonios del infierno; porque Dios es infinitamente más superior que todos ellos. El Dios Todopoderoso sabe bien que nosotros, por nuestras propias fuerzas, somos incapaces de resistir las tentaciones de los poderes infernales. Y sobre esto el Cardenal Gotti subraya que “cuando seamos asaltados, y en peligro de ser vencidos, Dios está obligado de darnos la fuerza suficiente para resistir, tanto como pidamos a Él su ayuda”.
Humíllate ante nuestro Señor y pídele su gracia para evitar el pecado. Dile que tú sabes que no puedes resistir la tentación al pecado sin la ayuda del Espíritu Santo, y pide humildemente Su ayuda. Quizá desees orar con aquellas palabras inspiradas de la Sagrada Escritura: “Crea en mí un corazón limpio, oh Dios, y renuévame por dentro con espíritu firme”; o las de la primera Carta a los Corintios 6,15-17: ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo! ¿O no sabéis que quien se una a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: “Los dos se harán una sola carne. Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él”; u otros textos que hablen sobre la virtud de la castidad.
La Escritura es una ayuda muy poderosa para resistir la tentación. Jesús mismo la utilizó cuando Satanás lo tentó (Mt 4,3-11) para ser ejemplo para nosotros. Como no debemos de enfrentar directamente al Demonio como lo hizo nuestro Señor, podemos recitar, meditar y orar con la palabra de Dios cuando seamos tentados.
San Alfonso continúa diciendo:
Si la tentación impura ya ha entrado en la mente, y proyecta su objeto a la imaginación para agitar las pasiones, entonces, de acuerdo con el consejo de san Jerónimo, debemos estallar con estas palabras: “Oh Señor, tú eres mi ayuda”. Tan pronto como sintamos el aguijón de la concupiscencia, tenemos que recurrir a Dios y decir: “Oh Señor, asísteme”. Tenemos que invocar los sagrados nombres de Jesús y de María, quienes poseen una eficacia maravillosa para suprimir las tentaciones de esta naturaleza.
San Alfonso continúa diciendo:
Si la tentación impura ya ha entrado en la mente, y proyecta su objeto a la imaginación para agitar las pasiones, entonces, de acuerdo con el consejo de san Jerónimo, debemos estallar con estas palabras: “Oh Señor, tú eres mi ayuda”. Tan pronto como sintamos el aguijón de la concupiscencia, tenemos que recurrir a Dios y decir: “Oh Señor, asísteme”. Tenemos que invocar los sagrados nombres de Jesús y de María, quienes poseen una eficacia maravillosa para suprimir las tentaciones de esta naturaleza.
San Francisco de Sales dice que tan pronto como los niños descubren un peligro, buscan refugiarse instantáneamente en los brazos de su padre y su madre; y ahí permanecen fuera de todos los peligros. Nuestra conducta tiene que ser la misma: tenemos que huir sin demoras para invocar a Jesús y a María. Repito que tenemos que recurrir instantáneamente a ellos, sin dejar que entre la tentación poniéndonos a dialogar con ella.
Otras jaculatorias recomendadas son: “Señor Jesucristo, ten compasión de mí” o “Jesús, María, ayúdenme”, o “¡María, protégeme de este pecado!” No importa si la tentación dura largo o corto tiempo, no durará para siempre; así que pide la gracia para perseverar hasta el final.
Y mientras dure la tentación, no dejemos de invocar a Jesús y a María. Es también muy provechoso renovar nuestros firmes propósitos para Dios de sufrir cada tormento, y mil muertes, en vez de ofenderlo; y al mismo tiempo tenemos que invocar su divina asistencia. Y cuando la tentación sea tan violenta que nos ponga en peligro inminente de consentir a ella, entonces tenemos que redoblar nuestra oración, apresurarnos a ir a la presencia del Santísimo Sacramento, arrojarnos a los pies del Crucifijo, o a alguna imagen de nuestra Señora, y orar con fervor creciente, y llorar pidiendo ayuda con gemidos y lágrimas. Dios está listo para escuchar a todos los que oran a Él; y es que solamente en Él podemos buscar fuerza para resistir; pero algunas veces Dios Todopoderoso permite estas luchas en nosotros para luego venir a socorrer nuestra debilidad y concedernos la victoria. Es también una práctica excelente, en el momento de la tentación, hacer el signo de la Cruz en la frente y en el pecho. Y también algo muy bueno es comunicar las tentaciones a nuestro director espiritual. San Felipe Neri solía decir que la tentación pierde así la mitad de su fuerza.
Cuando la tentación termine, recordemos dar gracias a Dios por ayudarnos a evitar cometer el pecado. Tu resistencia prueba que Él te ha ayudado. Esto puede darte más esperanza y confianza en su Gracia para cuando te ataque la próxima tentación.
Propósito: la próxima vez que seas tentado, pon en práctica las sugerencias vistas en esta meditación. Permanece cercano siempre a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, y continúa con tus propósitos anteriores.
San Alfonso María de Ligorio, ruega por nosotros.
Mide tu progreso: desde que hice la última meditación,
Cuántas veces:
a. Deliberadamente me toqué impuramente al despertar
Otras jaculatorias recomendadas son: “Señor Jesucristo, ten compasión de mí” o “Jesús, María, ayúdenme”, o “¡María, protégeme de este pecado!” No importa si la tentación dura largo o corto tiempo, no durará para siempre; así que pide la gracia para perseverar hasta el final.
Y mientras dure la tentación, no dejemos de invocar a Jesús y a María. Es también muy provechoso renovar nuestros firmes propósitos para Dios de sufrir cada tormento, y mil muertes, en vez de ofenderlo; y al mismo tiempo tenemos que invocar su divina asistencia. Y cuando la tentación sea tan violenta que nos ponga en peligro inminente de consentir a ella, entonces tenemos que redoblar nuestra oración, apresurarnos a ir a la presencia del Santísimo Sacramento, arrojarnos a los pies del Crucifijo, o a alguna imagen de nuestra Señora, y orar con fervor creciente, y llorar pidiendo ayuda con gemidos y lágrimas. Dios está listo para escuchar a todos los que oran a Él; y es que solamente en Él podemos buscar fuerza para resistir; pero algunas veces Dios Todopoderoso permite estas luchas en nosotros para luego venir a socorrer nuestra debilidad y concedernos la victoria. Es también una práctica excelente, en el momento de la tentación, hacer el signo de la Cruz en la frente y en el pecho. Y también algo muy bueno es comunicar las tentaciones a nuestro director espiritual. San Felipe Neri solía decir que la tentación pierde así la mitad de su fuerza.
Cuando la tentación termine, recordemos dar gracias a Dios por ayudarnos a evitar cometer el pecado. Tu resistencia prueba que Él te ha ayudado. Esto puede darte más esperanza y confianza en su Gracia para cuando te ataque la próxima tentación.
Propósito: la próxima vez que seas tentado, pon en práctica las sugerencias vistas en esta meditación. Permanece cercano siempre a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, y continúa con tus propósitos anteriores.
San Alfonso María de Ligorio, ruega por nosotros.
Mide tu progreso: desde que hice la última meditación,
Cuántas veces:
a. Deliberadamente me toqué impuramente al despertar
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
b. Deliberadamente vi fotografías o películas indecentes
b. Deliberadamente vi fotografías o películas indecentes
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
c. Cometí actos impuros solo o con otras personas
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
d. Deliberadamente me deleité en pensamientos impuros
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
e. ¿Cuándo fue la última vez que fui a la Confesión? __________________
f. ¿Cuándo fue la última vez que asistí a la Santa Misa?________________
c. Cometí actos impuros solo o con otras personas
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
d. Deliberadamente me deleité en pensamientos impuros
_____0 _____1 _____2 _____3 o más veces
e. ¿Cuándo fue la última vez que fui a la Confesión? __________________
f. ¿Cuándo fue la última vez que asistí a la Santa Misa?________________
Yo estoi hace tiempo pasando por eso y es una tortura dia y noche y no es ni qe hacer tengo la mente tan enferma qe solo El Señor me puede sscar y con humildad pido qe me ayuden
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