viernes, 10 de marzo de 2017

Meditación no. 12 contra los pecados de la carne

Serás tentado
(Rosemary Scott)

¡Feliz el hombre que soporta la tentación! Superada la tentación, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman (St 1,12).



Oración: Nuestra Señora de Fátima, ayúdanos a resistir en la tentación. Virgen purísima, ¡ayúdame!

Serás tentado en la impureza. Tu enemigo espiritual no está del todo contento con tu decisión de abandonar los pecados habituales que él mismo ha cultivado en ti durante mucho tiempo. Lo último que quiere para un alma cristiana que él mismo ha enviciado en los males de la pornografía y la masturbación es que se vuelva limpia de corazón. Quizá tú ya has comenzado a experimentar fuertes tentaciones; este es un signo seguro de que el Diablo está alarmado al ver que te le estás escabullendo de su alcance. Si no has sido tentado recientemente de manera severa, de seguro él intentará atacarte en la próxima oportunidad. No tengas miedo porque Dios te puede ayudar a resistir, ¡pero permanece vigilante y está preparado!

Aún después de que has roto tus malos hábitos con la ayuda de la gracia de Dios, experimentarás tentaciones ocasionales. En esta vida nunca estarás completamente libre de toda invitación a pecar. Dios permite esto porque las tentaciones nos muestran qué débiles somos, y cuánto necesitamos de la ayuda divina para vivir una vida verdaderamente cristiana. Pero las tentaciones también ayudan a desapegar nuestros afectos de las cosas de este mundo para buscar primero el reino de Dios.

Quizá la razón más alentadora por la que Dios permite al Maligno tentarnos es porque el combate contra la tentación puede beneficiarnos espiritualmente. Si no fueras jamás tentado, nunca tendrías que resistir la tentación, y el resistir la tentación te vuelve más fuerte. Permitiendo al Maligno tentarte, Dios te concede una oportunidad para obtener más méritos y crecer en su gracia. San Francisco de Sales nos dice:

Estos grandes asaltos y estas tentaciones tan poderosas nunca son permitidas de Dios sino con las almas que quiere levantar a su puro y excelente amor; mas no por eso se sigue que después de esto puedan quedar aseguradas de llegar a él, porque ha sucedido muchas veces que los que habían sido constantes en semejantes y violentos asaltos, no correspondiendo después fielmente con el favor divino, se han hallado vencidos en bien pequeñas tentaciones. Todo lo cual digo para que, si te sucediere hallarte afligida de alguna grande tentación, sepas que Dios te favorece con un favor extraordinario, por el cual muestra que te quiere engrandecer delante de su presencia; mas que, con todo eso, te muestres siempre humilde y temerosa, no asegurándote de poder vencer las pequeñas tentaciones después de haber señoreado las grandes, si no es por medio de una continua fidelidad para con la Majestad divina (Introducción a la vida devota, IV parte, cap. 5).

Por supuesto que no puedes resistir la tentación o ganar méritos por tu propia cuenta. Por esto Dios te concede gracia suficiente para resistir cualquier tentación que Él te permite soportar. No habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito (1Cor 10,13).

Si Dios nos ofrece gracia suficiente para resistir la tentación, entonces ¿por qué caemos con tanta frecuencia? Porque con frecuencia fracasamos en buscar la ayuda divina para evitar el pecado. La gracia está ahí todo el tiempo, pero en cambio nosotros fijamos nuestros ojos en el placer del pecado e ignoramos la vía de escape que Dios nos ha preparado. Así que pidamos con gran seriedad a Nuestro Señor ahora mismo, antes de que la próxima tentación se presente, que n os conceda la gracia de mirar la vía de escape cuando nos ataque la próxima tentación.

Aunque resistir la tentación nos pueda causar crecer en virtudes, esto no significa que debamos buscar las tentaciones. Jamás debemos hacerlo. San Alfonso nos explica:

Esto no tiene que llevarnos a buscar después tentaciones; al contrario, tenemos que orar a Dios que nos libre de las tentaciones, y especialmente de aquellas por las que Dios tiene previsto que debemos vencer; y esta es precisamente el objeto de la petición del Padrenuestro: No nos dejes caer en tentación; pero cuando, por permisión de Dios, somos acosados con tentaciones, entonces tenemos que apoyarnos enteramente en Jesucristo, sin alarmarnos o desanimarnos por esos malos pensamientos, y suplicarle que nos ayude; y él, de su parte, no fallará para darnos la fortaleza para resistir. Dice san Agustín: “Lánzate hacia Él, y no tengas miedo, que Él no se retirará para que caigas”.

Recuerda también que aunque la tentación es una invitación a pecar, ésta no es el pecado. San Francisco de Sales habla de los tres pasos: tentación, deleite y consentimiento. Solamente si tú deliberadamente te recreas en el placer del pecado (deleite), entonces comienzas a pecar. Mientras que resistas las sugestiones del Tentador, no cometes pecado.

San Francisco de Sales nos relata la siguiente historia de santa Catalina de Siena:

El espíritu Maligno tuvo licencia del Señor para asaltar la honestidad de esta santa virgen con la mayor furia que pudiese, con tal que de ninguna manera la tocase. Sembró pues toda suerte de lascivas sugestiones en su corazón, y para moverle con más vehemencia, viniendo con sus compañeros en forma de hombre y de mujeres, hacían mil y mil suerte de carnalidades y lubricidades a su vista, juntando con esto palabras y llamamientos deshonestísimos. Y aunque todas estas cosas fuesen exteriores, no obstante, por medio de los sentidos penetraban no poco dentro del corazón de la virgen; el cual (como confesaba ella misma) estaba tan ocupado, que no la quedaba más que la fina y pura voluntad superior, la cual no fue movida de esta tempestad de sucio deleite carnal.

Lo cual todo duró mucho tiempo, hasta que un día nuestro Señor se le apareció, y ella le dijo: “¿Dónde estabas, mi dulce Señor, cuando mi corazón estaba lleno de tantas tinieblas y suciedades? A lo cual le respondió: “Yo estaba dentro de tu corazón, hija mía”. “¿Y cómo (replicó la virgen) habitabais vos dentro de mi corazón, dentro del cual había tantas inmundicias? ¿Habitáis vos pues por ventura en lugares tan deshonestos?”

A lo cual le dijo nuestro Señor: “Dime, ¿estos sucios pensamientos de tu corazón, te daban placer o tristeza, amargura o deleite?” “Extrema amargura y tristeza” (respondió la virgen). “¿Quién era el que puso esta amargura y tristeza en tu corazón (replicó el Señor), sino yo, que estaba escondido dentro de tu alma? Cree, hija mía, que si yo no hubiera estado presente, que aquellos pensamientos que rodeaban tu voluntad no pudiéndola rendir, la hubieran sin duda vencido, entrándose dentro y siendo recibidos con placer y libre albedrío; por este medio hubieran dado la muerte a tu alma. Mas, por cuanto estaba yo dentro de ella, ponía este desplacer y resistencia en tu corazón, por cuyo medio rehusaba cuanto podía la tentación; y no pudiendo tanto cuanto querría, sentía en sí una mayor desplacer, y un mayor aborrecimiento contra ella y contra sí mismo. Y así estas penas eran de un gran merecimiento y una gran ganancia para ti, y de un gran crecimiento de la virtud y fuerza”.

Así que si tú experimentas una tentación muy severa, anímate. Mientras no consientas no habrás cometido pecado, y resistirla con la ayuda de Dios te hará más fuerte en virtud y rico en méritos. Sólo mantente cerca de Jesús y de María, continúa rechazando el pecado y sus engaños, humíllate ante Dios, llora sobre tus pecados, busca un corazón limpio, evita todas las ocasiones de pecado, y confía que Dios te dará la victoria por su Gracia.

Propósito: desde ahora en adelante, cuando seas tentado, ve ello como una oportunidad para crecer en méritos y acercarte más a nuestro Dios amoroso. Y nunca busques la tentación, no confíes en tus propias fuerzas, y pide siempre la gracia de Dios.

Santa Catalina de Siena, ruega por nosotros.

Mide tu progreso: desde que hice la última meditación,

Cuántas veces:

a. Deliberadamente me toqué impuramente al despertar

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

b. Deliberadamente vi fotografías o películas indecentes

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

c. Cometí actos impuros solo o con otras personas

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

d. Deliberadamente me deleité en pensamientos impuros

_____0 _____1 _____2 ­­­_____3 o más veces

e. ¿Cuándo fue la última vez que fui a la Confesión? __________________

f. ¿Cuándo fue la última vez que asistí a la Santa Misa?________________


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