Fue el presidente Enrique Peña Nieto quien en el año 2015 decidió que México sería una nación impulsora y de vanguardia, junto con su aliado Estados Unidos, de las políticas de género. Señaló que se modificarían las actas de nacimiento y los pasaportes, y que una persona que quisiera cambiar de género durante su vida adulta tenía el derecho de hacerlo y de reclamar al gobierno que sus documentos se cambiaran según su nueva identidad sexual. Las disposiciones del mandatario, afortunadamente, fueron rechazadas por el poder legislativo y guardadas en el cajón.
Sin embargo, en 2016 las actas de nacimiento se modificaron en todo el país, por un convenio con la Secretaría de Gobernación. No es un asunto de Chihuahua, como pretenden hacerlo creer. De hecho las nuevas actas se expiden en nuestro Estado desde el año pasado. Al origen está, pues, la perniciosa influencia de la ideología de género que se ha infiltrado en casi todas las instituciones del país.
La palabra 'filiación' como sustituta de los términos 'padre' y 'madre' se presta a confusión. Una de las metas de la ideología de género es que a las parejas del mismo sexo se les llame matrimonio y puedan adoptar niños. Con la introducción del nuevo término pronto se puede facilitar su objetivo.
Algunas agrupaciones de Derechos Humanos afirman que se trata de un avance ciudadano en estos derechos. Según ellos, con esta acción se favorece la ampliación del término 'familia' y se evita que quede reducida a la familia natural de padre, madre e hijos. Pero esto no tiene pies ni cabeza, pues nadie puede nacer de dos varones o de dos mujeres. Escribir el nombre de parejas del mismo sexo bajo la palabra 'filiación' en el acta de nacimiento es una aberración y una mentira, además de ser un verdadero atentado contra los derechos del niño. Cualquier persona que nazca en el mundo tiene el derecho fundamental de conocer su identidad con los nombres de su padre, madre, abuelos paternos y maternos.
Estamos viviendo tiempos de oscuridad y confusión en el que el reino de la mentira se dilata. Ni siquiera la verdad fundamental de la identidad personal y el conocimiento del árbol genealógico familiar podremos conocer en el futuro.
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