El avión de Germanwings tardó ocho
minutos en descender hasta estrellarse en una montaña de los Alpes franceses.
Debieron ser ocho largos minutos de angustia para los pasajeros, al ver que el
avión perdía altura rápidamente. En esos ocho minutos tuvieron que preparar el
alma para presentarse ante Dios. ¡Qué tormento debe ser llegar a la hora final
con el recuerdo del tiempo perdido o del tiempo malgastado en el pecado! ¡Qué
angustia podremos sentir nosotros si llegamos al término de la vida y saber que
ya no habrá tiempo para hacer penitencia, ni para recibir sacramentos, ni para
escuchar la Palabra de Dios, ni visitar en los templos a Jesús sacramentado, ni
para consolar enfermos, ni para hacer oraciones que nos aumenten más la gloria
en el cielo! Lo hecho, hecho está. Ocho minutos para partir de este mundo con
la conciencia tranquila y con todos los pecados ya perdonados. Nuestra oración por
los pasajeros del vuelo Barcelona-Düsseldorf.
La tarde del domingo 15 de diciembre fue dramática en la Catedral. El padre Rafael Saldívar, vicario parroquial, se debatía por la tarde entre la vida y la muerte por una baja en su presión arterial. Al padre Arturo, vicario también, y a mí, nos tocó auxiliarlo y trasladarlo al hospital. Desafortunadamente el padre llegó sin vida a la clínica. Hace ocho años recibí al padre Rafael como vicario de catedral para su integración al trabajo pastoral. El martes 17 de diciembre lo recibí dentro de su ataúd en la puerta del templo. Aquel mandato de Jesús a sus sacerdotes: "id por todo el mundo a predicar al Evangelio" de pronto se transformó en "vengan benditos de mi Padre". Después de estos años de haber caminado juntos en las labores de la parroquia, doy gracias a Dios por el servicio que prestó a la Iglesia así como por la relación fraterna y amistosa que tuvimos. Recibimos su cuerpo sin vida iniciando las ferias mayores del Adviento, leyendo la genealogía de Jesucristo...
Muy triste, descanse en paz.
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