El avión de Germanwings tardó ocho
minutos en descender hasta estrellarse en una montaña de los Alpes franceses.
Debieron ser ocho largos minutos de angustia para los pasajeros, al ver que el
avión perdía altura rápidamente. En esos ocho minutos tuvieron que preparar el
alma para presentarse ante Dios. ¡Qué tormento debe ser llegar a la hora final
con el recuerdo del tiempo perdido o del tiempo malgastado en el pecado! ¡Qué
angustia podremos sentir nosotros si llegamos al término de la vida y saber que
ya no habrá tiempo para hacer penitencia, ni para recibir sacramentos, ni para
escuchar la Palabra de Dios, ni visitar en los templos a Jesús sacramentado, ni
para consolar enfermos, ni para hacer oraciones que nos aumenten más la gloria
en el cielo! Lo hecho, hecho está. Ocho minutos para partir de este mundo con
la conciencia tranquila y con todos los pecados ya perdonados. Nuestra oración por
los pasajeros del vuelo Barcelona-Düsseldorf.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
Muy triste, descanse en paz.
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