Cualquier persona que interprete o difunda narcocorridos en la ciudad de Chihuahua, será sancionado hasta con 330 mil pesos, y hasta podría ser encarcelado por 36 horas, según aprobó el cabildo del ayuntamiento de aquel municipio. Aplaudimos la decisión. Dice Jesucristo que “Cuando tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado; pero si tu ojo está enfermo, también tu cuerpo estará en tinieblas”. La exaltación del narcotráfico a través de la música no es sino la exaltación del mal y de la subcultura de la delincuencia. A fuerza de escuchar las correrías de los narcos a ritmo de guitarra y acordeón, los jóvenes son tentados a vivir aquello de que “entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero”. Prohibir los narcocorridos no debe ser sólo para Chihuahua, sino debe ser una medida para ayudar a purificar, un poquito más, el ambiente nacional.
La tarde del domingo 15 de diciembre fue dramática en la Catedral. El padre Rafael Saldívar, vicario parroquial, se debatía por la tarde entre la vida y la muerte por una baja en su presión arterial. Al padre Arturo, vicario también, y a mí, nos tocó auxiliarlo y trasladarlo al hospital. Desafortunadamente el padre llegó sin vida a la clínica. Hace ocho años recibí al padre Rafael como vicario de catedral para su integración al trabajo pastoral. El martes 17 de diciembre lo recibí dentro de su ataúd en la puerta del templo. Aquel mandato de Jesús a sus sacerdotes: "id por todo el mundo a predicar al Evangelio" de pronto se transformó en "vengan benditos de mi Padre". Después de estos años de haber caminado juntos en las labores de la parroquia, doy gracias a Dios por el servicio que prestó a la Iglesia así como por la relación fraterna y amistosa que tuvimos. Recibimos su cuerpo sin vida iniciando las ferias mayores del Adviento, leyendo la genealogía de Jesucristo...
totalmente de acurdo
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