Cualquier persona que interprete o difunda narcocorridos en la ciudad de Chihuahua, será sancionado hasta con 330 mil pesos, y hasta podría ser encarcelado por 36 horas, según aprobó el cabildo del ayuntamiento de aquel municipio. Aplaudimos la decisión. Dice Jesucristo que “Cuando tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado; pero si tu ojo está enfermo, también tu cuerpo estará en tinieblas”. La exaltación del narcotráfico a través de la música no es sino la exaltación del mal y de la subcultura de la delincuencia. A fuerza de escuchar las correrías de los narcos a ritmo de guitarra y acordeón, los jóvenes son tentados a vivir aquello de que “entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero”. Prohibir los narcocorridos no debe ser sólo para Chihuahua, sino debe ser una medida para ayudar a purificar, un poquito más, el ambiente nacional.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
totalmente de acurdo
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