En días pasados el Estado Islámico difundió un video en el que 21 cristianos coptos de Egipto son degollados ante la cámara. La mayoría eran hombres jóvenes casados y algunos célibes. Las imágenes mostraron que mientras los asesinaban, ellos rezaban. Los mataron por negarse a adorar a dioses falsos y por mantenerse fieles a su bautismo. Hace unos días el Estado Islámico también mostraba la destrucción de cientos de obras de arte cristiano en Mosul, la ciudad que tomaron como capital. De este lado del mundo, nadie se indigna, nadie dice nada. Occidente vive en una indiferencia total al holocausto de los cristianos y la destrucción de su cultura en Medio Oriente. Si de verdad quisieran los musulmanes radicales ofender al mundo occidental, difundirían por redes sociales palizas a los perros o cazadores encapuchados con un elefante muerto bajo sus pies.
La nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien dice ser no creyente, empezó su gobierno participando en un ritual de brujería. Hago algunas observaciones con este hecho: 1. Muchos ateos se niegan a creer en el Dios revelado por Cristo debido a que ello exige conversión y compromiso moral, y prefieren dar cauce a su sensibilidad espiritual a través de rituales mágicos de protección contra fuerzas que los puedan perjudicar. Es decir, en el fondo, muchos que se confiesan ateos creen que existe algo que está más allá del mundo natural. ¿Será que la presidenta, en realidad, no es tan atea? 2. Participar en un ritual religioso indígena debería de ser motivo de escándalo para los jacobinos y radicales de izquierda que proclaman la defensa del Estado laico y la no participación de un político en actos de culto público. Ellos deberían de ser coherentes y lanzar sus rabiosos dardos a la presidenta. Si Claudia Sheinbaum hubiera sido bendecida por algún sacerdote con sotana y sobrepelliz a las puert...
Oremos por los mártires y por la conversión de esos hombres
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