Los Pinos se iluminó con los colores de la bandera LGBT el día en que el presidente Peña Nieto anunciaba una serie de medidas para asegurar en México la diversidad sexual y la no discriminación por preferencia sexual. Nos preguntamos por qué la ideología de género está siendo impuesta a todos los mexicanos. No sólo a los mexicanos, sino que se quiere imponer desde Europa y Estados Unidos a todo el mundo.
Como Iglesia queremos construir una sociedad para todos, en la que nadie se vea discriminado. Las personas con tendencia homosexual son parte de ella y no deben sufrir discriminación. Sin embargo afirmar que el matrimonio es de hombre y mujer no es discriminar a nadie. Es simplemente señalar que el matrimonio entre hombre y mujer es naturalmente complementario, es la institución natural que hace posible la continuidad de la humanidad y donde se educan los hijos y esto exige absoluto respeto.
Es cierto que en una democracia nadie puede prohibir que los homosexuales vivan en pareja. Pero si empezamos a decir que ese tipo de uniones u otros tipos de convivencia se llaman matrimonio, habremos perdido el juicio.
Para asegurar el éxito de este proyecto de ingeniería social en nuestro país, el presidente ha decidido crear un comité con grupos totalmente adheridos a la ideología de género para que revisen toda las normas federales, estatales y municipales y así, desde la cúpula, se imponga esta ideología en los tres órdenes de gobierno.
Además se pretende cambiar el procedimiento de la emisión de pasaportes para adecuarla a esta ideología. Esto significa que quien tramite este documento podrá identificarse con uno de los más de 30 géneros que existen actualmente, desde el simple homosexual o lesbiana hasta los intersexuados, polisexuales, asexuales, queers, bisexuales, transgéneros, travestis y un largo etcétera.
Peña Nieto también ha decidido crear un comité para que esta ideología permee todo el sistema educativo, y ha afirmado que México ya forma parte de los países que han adoptado y promoverán esta agenda en el mundo. Así la República Mexicana será ‘modelo’ en políticas de género para el resto de América Latina.
En el siglo pasado hubo épocas oscuras y dramáticas. El comunismo fue una ideología atea que vio en la lucha de clases el motor de la historia y sembró el terror para ser implantado dejando un saldo de decenas de millones de muertos. El nazismo en Alemania hizo una lectura de la historia desde la selección de las razas y así acabó exterminando a millones de personas que no pertenecían a la raza aria. Fueron ideologías que permearon en la sociedad y que luego las llevaron al borde de la locura.
La ideología de género hace una lectura del hombre equivocada. Parte de la premisa de que nacemos con un sexo biológico o genético de varón o mujer, y sin embargo cada persona decide su género según sus sentimientos internos. Es la biología la que establece el sexo, y es la cultura la que determina el género. El hombre, desde esta perspectiva, es visto como libertad pura, como alguien que no tiene naturaleza propia sino que la puede crear y reinventar. Pero cuando el ser humano no vive según su naturaleza empiezan en su vida todo tipo de trastornos.
El presidente Peña Nieto, actuando como siervo de la ideología de género, se está comportando –más que como un presidente que custodia el bien de las familias, de la niñez y la juventud mexicana– como un dictador que no mira la realidad de la historia de su pueblo y que la violenta imponiendo una cultura extraña a la naturaleza. Está jugando con fuego. De esta manera el presidente está contribuyendo a corromper, desde sus cimientos, la institución natural de la Familia en México, así como la niñez y la juventud.
El presidente Peña Nieto obedece a una política internacional creada por grandes organizaciones internacionales –ONU, UNICEF, Banco Mundial, OMS y otras más– y empresas trasnacionales que tienen como meta crear un nuevo orden mundial, un nuevo status quo, donde haya desaparecido la familia natural, donde exista el aborto libre, la eutanasia, las drogas y toda forma de anticoncepción. El proyecto es, a todas luces, demoniaco.
La pregunta es si después de todo lo que la ideología de género ha logrado permear en la cultura –gracias al lavado de cerebro que los medios de comunicación nos han hecho en las últimas décadas– habrá personas en el mundo capaces de reaccionar a esta imposición ideológica, a esta dictadura universal. ¿Nos quedaremos adormecidos y soñolientos mientras que la noche avanza, o seremos capaces de mantener encendida la lámpara de nuestra fe y atrevernos a alumbrar con ella la oscuridad?
Peña Nieto también ha decidido crear un comité para que esta ideología permee todo el sistema educativo, y ha afirmado que México ya forma parte de los países que han adoptado y promoverán esta agenda en el mundo. Así la República Mexicana será ‘modelo’ en políticas de género para el resto de América Latina.
En el siglo pasado hubo épocas oscuras y dramáticas. El comunismo fue una ideología atea que vio en la lucha de clases el motor de la historia y sembró el terror para ser implantado dejando un saldo de decenas de millones de muertos. El nazismo en Alemania hizo una lectura de la historia desde la selección de las razas y así acabó exterminando a millones de personas que no pertenecían a la raza aria. Fueron ideologías que permearon en la sociedad y que luego las llevaron al borde de la locura.
La ideología de género hace una lectura del hombre equivocada. Parte de la premisa de que nacemos con un sexo biológico o genético de varón o mujer, y sin embargo cada persona decide su género según sus sentimientos internos. Es la biología la que establece el sexo, y es la cultura la que determina el género. El hombre, desde esta perspectiva, es visto como libertad pura, como alguien que no tiene naturaleza propia sino que la puede crear y reinventar. Pero cuando el ser humano no vive según su naturaleza empiezan en su vida todo tipo de trastornos.
El presidente Peña Nieto, actuando como siervo de la ideología de género, se está comportando –más que como un presidente que custodia el bien de las familias, de la niñez y la juventud mexicana– como un dictador que no mira la realidad de la historia de su pueblo y que la violenta imponiendo una cultura extraña a la naturaleza. Está jugando con fuego. De esta manera el presidente está contribuyendo a corromper, desde sus cimientos, la institución natural de la Familia en México, así como la niñez y la juventud.
El presidente Peña Nieto obedece a una política internacional creada por grandes organizaciones internacionales –ONU, UNICEF, Banco Mundial, OMS y otras más– y empresas trasnacionales que tienen como meta crear un nuevo orden mundial, un nuevo status quo, donde haya desaparecido la familia natural, donde exista el aborto libre, la eutanasia, las drogas y toda forma de anticoncepción. El proyecto es, a todas luces, demoniaco.
La pregunta es si después de todo lo que la ideología de género ha logrado permear en la cultura –gracias al lavado de cerebro que los medios de comunicación nos han hecho en las últimas décadas– habrá personas en el mundo capaces de reaccionar a esta imposición ideológica, a esta dictadura universal. ¿Nos quedaremos adormecidos y soñolientos mientras que la noche avanza, o seremos capaces de mantener encendida la lámpara de nuestra fe y atrevernos a alumbrar con ella la oscuridad?
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