miércoles, 4 de septiembre de 2019

Feminismo y pornografía

Hace algunos años me citaron a una consulta del gobierno municipal de Ciudad Juárez para decidir si se debería de permitir la apertura en la ciudad de tiendas de sexo para adultos, con toda clase de material pornográfico y cabinas privadas para masturbarse. A la consulta también acudió la activista por la causa de la mujer Esther Chávez Cano, quien falleciera de cáncer en 2009. Para mi desconcierto, la señora Chávez no se oponía a la apertura de este giro de negocios y nos tildaba de ultraconservadores a quienes queríamos impedir su establecimiento.

Han pasado los años y ahora puedo comprender por qué la feminista juarense era indiferente, si no es que complaciente con las tiendas de sexo en la ciudad. En la década de los 80 nació el término "feminismo sexual positivo". Eran años en que no existía el acceso a la pornografía por internet. La pornografía había cambiado la forma de pensar de muchas feministas sobre el sexo, quienes tomaron diversas posturas, unas en contra y otras a favor del material pornográfico.

Las mujeres contra la pornografía pensaban que ésta era una forma de ejercer violencia hacia ellas, una manera de someterse al patriarcado en donde los hombres querían sexo y las mujeres tenían que resignarse y soportarlo. Esto era vergonzoso para ellas. La otra parte, las mujeres que estaban a favor de la pornografía, pensaban que ésta era una manera de empoderar a la mujer. Veían la libertad sexual como una manera de buscar la igualdad con los hombres. El sexo era algo que hombres y mujeres deberían disfrutar por igual. Pienso que la señora Chávez Cano –con el respeto que su memoria merece– era de este parecer, y que estar a favor de la porno era también combatir al patriarcado pero desde la liberación sexual de la mujer para lograr la igualdad de sexos.

Como católicos no podemos compartir esta visión feminista a favor de la pornografía. Creemos que la sexualidad es algo absolutamente maravilloso dentro del plan de Dios, y que en el contexto del matrimonio se vuelve una expresión de la más alta dignidad del amor entre los esposos. Otra cosa muy diferente es que la mujer se coloque frente a una cámara y permita que graben sus actos sexuales, dejando que el hombre la abofetee o la amordace, para después compartir estos actos online. No se combate al patriarcado haciendo que millones de hombres se masturben con una película donde se ejerce abuso y violencia contra la mujer.

La pornografía no es una liberación sexual ni una celebración positiva de la sexualidad. Al contrario, es someterse a la más vil esclavitud y a degradar el sentido que tiene el sexo. Es abaratar la sexualidad poniéndola en el mercado de masas. La porno es una industria, mera transacción de mercado donde los cuerpos femeninos son ofrecidos a los masculinos con el propósito de obtener el máximo lucro.

Tienen razón las feministas que luchan contra la pornografía. Ellas no se oponen al sexo, sino al hábito del sexo con uno mismo que transforma a las personas en consumidoras y en artículos de consumo.

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